Círculos viciosos

  • Fernando Gabriel García Teruel
Muchas figuras que intentan convencerte, ya fueron elegidas y la mayoría no cumplió

@fgabrielgt

120421004

 

Se le atribuye a Voltaire la frase: “la política es el camino para que los hombres sin principios puedan dirigir a los hombres sin memoria”. Frase contundente por su crudeza y por su asertividad incluso a más de doscientos años de la muerte del filósofo francés.

Otra vez llegaron las campañas y con ellas el acoso mediático de estas figuras, en su mayoría previamente desconocidas, inexistentes, sin embargo por los próximos dos meses, sus caras sonrientes irán apareciendo en camiones, sus nombres pegajosos se escribirán sobre otro nombre de hace tres años en una barda que nadie borró y nuevamente seremos víctimas de ese séquito de jeans y camisas blancas por todos lados. Las ciudades se irán cubriendo de colores y promesas conocidas: “más seguridad”, “más empleo”, “más servicios”, etcétera, etcétera, etcétera… Ya lo hemos vivido, pero el haberlo vivido no lo hace menos relevante sino todo lo contrario. Estas elecciones son las más importantes en la historia de México por el simple hecho de ser las que se están sucediendo.

Algo relevante en estas elecciones es que muchas de estas figuras intentando convencerte de que son la mejor opción, ya fueron elegidas previamente y la mayoría no estuvo ni cerca de ser lo que dijeron iban a ser, pero ahí los tenemos. Están de vuelta en las calles que en estos tres años nunca pisaron; escuchando o fingiendo escuchar por segunda vez, la primera fue en la campaña anterior, a la gente de su distrito o municipio. Debo confesar que admiro el descaro de estos personajes, admiro la temeridad de estos diputados y alcaldes que después de no hacer nada sustancial en beneficio de sus representados, van y buscan que el pueblo, como buen cristiano, les ponga la otra mejilla para quitarles otros tres años de una bofetada. 

Acompañado de estos discursos vacíos viene toda una gama de mercancías, la bolsa del mandado, la pluma, la playera, la gorra, el volante, el microperforado, el tortillero, ¡lotería! Todos conocemos y hemos sido víctimas o usuarios de esta variedad de productos que terminan por convertirse en poco más que contaminación. Es verdaderamente indignante la cantidad estúpida de dinero que se gasta en estos dos meses de campañas. Lo peor del caso es que esta inmensa fortuna es menor a la que se mueve el día de la elección, el gasto fuerte surge en la movilización y compra de votos, que por cierto el voto, como la gasolina, sube de precio con cada legislatura. 

Lo curioso de esto, es que todos lo sabemos, como también sabemos que el presupuesto asignado por el INE no basta para esta cantidad de gastos por lo que el dinero faltante sale de empresarios, grupos criminales, y/o del gobierno en turno. Mismos que como buenos especuladores piden el regreso de su inversión con creces, en rendimientos que ni fraudes piramidales llegan a ver. En pocas palabras, las campañas duran demasiado y cuestan aún más. El presupuesto legal ni siquiera se acerca al costo real. Para ganar, los candidatos necesitan pedir préstamos a intereses altísimos que de ser elegidos irán pagando a lo largo de su mandato dando obras, concesiones, permisos, etc., a sus múltiples agiotistas y compadres. 

Ahí está la famosa corrupción o por lo menos una parte considerable de ella, la tenemos enfrente cada tres años por mínimo, dos largos, costosos e innecesarios meses. Nuestra celebración democrática, el tiempo de campaña, se ha vuelto motor del mayor problema del país. Una solución a esto, en vez de hacer simulación con los inspectores electorales, sería reducir el tiempo de campañas por lo menos a la mitad. Nosotros como votantes y principales afectados debemos exigirlo. Y así, dentro de tres años, aunque sea por parte de las elecciones locales, no nos llenen de propaganda y ruido que, además de ser molestos, se convierten en deudas y favores secretos.

Otro fenómeno divertido de estos hombres sin principios es que así como esperan sacar provecho de la falta de memoria del pueblo, yendo descaradamente a sus distritos o municipios olvidados con la ilusión de que los hombres precisamente no recuerden lo incumplido y les concedan nuevamente el voto, también esperan el reconocimiento de los otros en la calle, indignándose si la gente no le echa porras al pasar. Viven en esa contradicción constante, quieren, por un lado, que no recuerden sus faltas que son muchas y, por el otro lado, formar parte de la historia y recibir laureles por las calles que no pisan.

Ejemplo clarísimo de esto son los logotipos tanto estatales como municipales. Cada cambio de gobierno, aparece un nuevo logo, nuevo color y nueva frase en las mismas estructuras. “Acciones que transforman”, “Puebla sigue”, “ciudad incluyente”, “hacer historia, hacer futuro”. Ahora todas las patrullas, puentes, placas, licencias son color ginda en vez de azul. El logotipo del gobierno es un círculo colorido, no mejor unos revolucionarios, mañana tal vez sea súper camote. Por favor paren, quieren quedar en los libros de historia y su única idea es cambiando las licencias para que en 6 años las vuelvan a cambiar. Millones de pesos que se podrían utilizar en recuperar el medio ambiente, en dignificar las escuelas, en una lista casi inacabable de inversiones más inteligentes para beneficio de los poblanos, terminan en el complejo de protagonismo de unos cuantos que por hacerse notar recurren a acciones vacías.

El logotipo, color y frase del gobierno debería ser fijada por mínimo 4 sexenios y el pueblo debería elegirlo, no el gobernador o presidente municipal en turno. Que sea algo que verdaderamente nos represente tanto a nivel estatal como a cada municipio. Esto además de ahorrarnos millones de pesos cada cambio de gobierno, les serviría a los mandatarios para desarrollar su creatividad y hacer obras más sustanciales en beneficio del pueblo. Así sí los recordaríamos con gusto y no sólo cuando vemos el puente despintándose y revelando arqueológicamente restos de frases sin sentido.

            Lo que quiero hacer notar es que las campañas y los cambios de gobierno son molestos y estúpidamente costosos, y que en vez de quejarnos de tener que cambiar de placas o de que ya pintaron de un color u otro, debemos exigir acabar con este problema de raíz, combatir sistemáticamente el despilfarro y los aires de grandeza que acompañan a nuestros representantes. Reduzcamos los tiempos de campaña y fijemos los emblemas de nuestro estado y ciudades, dejemos de ser hombres sin memoria para que los hombres sin principios se vayan.

  

        

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Fernando Gabriel García Teruel

Nacido en Puebla en 1996, estudió la licenciatura en Ingeniería Industrial en la Ibero Puebla. Actualmente estudia la maestría en Biosistemas en Wageningen University and Research. Apasionado por la ciencia y artes