BUAP: ¿Rector pone a rector?

  • Miguel Maldonado
Por primera vez no tendrá que someter a su candidato a rector a la consideración del gobernador

Insisto en defender que se acerca una nueva era en la universidad, y quizá quien más se convence de esto es Esparza, quien por primera vez en décadas no tendrá que someter a su candidato a rector a la consideración del gobernador; esta vez Esparza no le hará la corte al gobernador Barbosa a fin de que acepte a su favorito, o, como se rumora, su favorita. Y es que Esparza lo vivió en carne propia, cuando Agüera inició la pasarela de candidatos frente a Moreno Valle y se encomendaba a los hados para que la balanza no se inclinara hacia Jaime o que el propio Moreno Valle saliera con un nuevo rector bajo la manga, “que el muy pesado era capaz de eso”, se decía en los pasillos carolingos entre las veladoras que había puesto cada uno a su santo.

Sabemos que el gobernador no pone al rector, pero sí lo veta. Bueno, Esparza no tendrá que hacer la pasarela en esta ocasión, no engomará el pelo de sus leales cortesanos ni acicalará el cabello de sus fieles colaboradoras para someterlos al agrado de alguien, o al menos no les acomodará el moño para gusto del gobernador, y en este momento el quisquilloso lector se pregunta si alguien ha reemplazado el lugar de privilegio del gobernador en las silla de la pasarela, yo creo que sí, pero no es momento ahorita de decir quién es la persona que ahora observa la pasarela, es tiempo de decir quiénes son los modelos que salen al escenario y recorren la pista con “el tumbao que tienen los guapos al caminar”.

En el escenario tradicional, el siguiente rector debía ser el que continuara con la saga de rectores contadores o administradores, es decir los que contaran bien el dinero y administraran mejor los recursos, que eso era lo importante hasta hace poco, y para ello Óscar Gilbón Rosete era el heredero natural de la dinastía, venían desde jóvenes en línea directa de mando desde que trabajaban juntos los tres: Agüera-Esparza-Gilbón. Pero qué sucedió, Gilbón renunció a su derecho natural de seguir con las cuentas o Esparza lo despojó del trono. Ambas cosas, Gilbón entendió muy bien que los nuevos cambios políticos no se acomodaban a su favor, no a favor de la dinastía de los contables.

Esparza tuvo que rehacer la pasarela, encontrar entre sus colaboradores gente capaz de garantizar lealtad y a su vez que fueran perfiles que tuvieran la aceptación de los nuevos actores políticos. Tarea difícil, y más si lo tienes que hacer en un periodo tan corto. Esta historia continuará.

 

maldonado.miguelangel@hotmail.com

 

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Miguel Maldonado

Originario de Puebla, Doctor en Teorías de la Cultura, UDLA-Sorbona. Maestro Ciencias Políticas, BUAP - Universidad McGill. Fue Secretario General de la UDLA, Presidente de El Colegio de Puebla. Dirige la revista Unidiversidad y es colaborador de El Heraldo de México.