Asentamientos informales…

  • Rafael Alfaro Izarraraz
Las colonias populares regularizadas fomentan este fenómeno

El gobierno de la 4t – y no sólo en México ocurre- tiene un enorme reto con respecto a los asentamientos llamados irregulares, como una manera de inferiorizar a sus habitantes. Se trata de un fenómeno que es el resultado de las políticas industrializadoras de occidente que fueron adoptadas por los países que viven culturalmente dominados, creyendo que el progreso y el desarrollo llegarían más temprano que tarde.

En la segunda mitad del siglo pasado, las ciudades principalmente las grandes capitales de los estados y del país, fueron objeto de un proceso de industrialización entendido como sinónimo de progreso industrializador. Lo anterior, tuvo un impacto social en el campo porque a la par que se industrializaba un poco, por otro lado, se dejaba de apoyar al campo por el cambio de modelo agrario a industrial, creando un ambiente propicio para la migración del campo a la ciudad.

La migración se asentó en los bordes de las antiguas ciudades, en donde había tierra ejidal que ante el abandono del Estado, a los campesinos no les quedó más opción que vender sus tierras, parcelándolas. La periferia de las grandes ciudades y ahora las ciudades medias, se hicieron y se siguen conformando con cinturones de colonias populares en donde a los habitantes de esos lugares se les permitió asentarse, aunque la tierra ejidal no podía venderse, por menos hasta antes de 1992.

Durante décadas los habitantes de las colonias populares fueron objeto del manoseo político y todavía ocurre lo mismo. Líderes sin escrúpulos hicieron de la necesidad un instrumento de poder político y de enriquecimiento personal. Los servicios públicos de que fueron dotadas las colonias costaron a los habitantes el voto a favor del entonces partido único, el PRI. El cambio ocurrido en el año 2000 con Vicente Fox no cambió nada el panorama. Tampoco ahora, percibo.

Si bien es cierto que durante el siglo pasado millones de asentamientos populares se han regularizado todo mundo sabe que la regularización es como la roca de Sísifo. Se regulariza los que apenas llegan, los nuevos, saben que finalmente llegará un momento en que las colonias populares serán regularizadas y esto alimenta de nuevo el fenómeno de tal manera que nunca se termina de regularizar. Qué resulta a veces más caro que adquirir tierra legal, a veces sí, pero entre este segmento de la población no existe otra salida en su momento.

Esta dinámica que aquí se ha descrito no para ni parará nunca si se continúa la política del progreso y el desarrollo que la ha generado, que es la causa principal de este fenómeno asociado a pobreza, corrupción, etc. No para porque las políticas que se han diseñado por lo general no solamente no se conocen en el ámbito de la administración pública sino que responden a un modelo de sociedad que es la occidental, pues se alimentan de esas teorías.

El punto es que ni las políticas ni las teorías responden a la lógica del fenómeno de los asentamientos irregulares y los problemas que ahí se viven son terriblemente insanos para la sociedad que ha segregado jurídica y legalmente a estos grupos sociales.

Desde el punto de vista político, las estrategias que se han instrumentado en los municipios generalmente están impregnadas de corrupción. Las políticas de dotar de tierra legal a los que no tienen casa (muy escasas comparado con la magnitud del fenómeno) generalmente están impregnadas de corrupción de los funcionarios públicos. Se reparte una parte de la tierra de las reservas municipales a los que la necesitan y otra parte de la tierra es para que ingresen amigos, conocidos y una parte de los lotes se los adjudican los funcionarios públicos.

Desde el punto de vista social se ha creado un segmento de familias, que son millones de personas, que viven en la angustia de no contar de inmediato con documentos que avalen la posesión y cómo heredarlo. Las absurdas leyes que existen actualmente heredades del pasado son torpes e inhumanas. La reforma al 27 constitucional ha servido incorporar millones de hectáreas agrícolas al mercado de suelo, agudizando el fenómeno de la informalidad y el acaparamiento.

En tanto, pues se genera un ambiente para que todo tipo de agentes sin escrúpulos se aprovechen de la situación. Y no existe norma que atine a dar con bola porque las teorías y normas responden a lógicas de las teorías del progreso y el desarrollo occidentales. Para algunos autores la teoría urbana va por un lado y la realidad por otro. Yo creo que la teoría va por occidente y la realidad urbana va por el mismo lugar nada más que no se tocan salvo accidentalmente porque intrínsecamente son lo mismo: apuntan a soluciones para otras realidades.

El otro problema son las penalidades que viven los habitantes de estos lugares, que no siempre son pobres pero que deben serlo porque existe una clasificación que los inferioriza como habitantes de la ciudad. Se les invisibiliza porque sus espacios son ocultados porque solamente se muestra aquella parte de la ciudad que es “atractiva”, se estigmatiza a su población y los espacios como inseguros y son objeto de la nota roja de la prensa amarillista, se les excluye de la dotación de servicios públicos los cuales llegan a cuentagotas para asegurar el voto.  

El actual titular de la SEDATU, Ramón Meyer Falcón, ha impuesto una estrategia que es la de realizar acciones concretas en espacios urbanos marginales, lo cual no está mal. Metafóricamente, dice que contrariamente al pasado ya no nos perdemos en el bosque. Pero la metáfora dialéctica del árbol y el bosque no es inclinarse hacia alguno de sus puntos, el bosque o el árbol. Es combinar adecuadamente las políticas sin olvidar ni el árbol ni el bosque.

Los asentamientos informales son bosque y árbol que se reproducen sin que alguien coloque un punto final.

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Rafael Alfaro Izarraraz

Periodista por la UNAM, maestro por la UAEM y doctor en Ciencias por el Colegio de Postgraduados-Campus Puebla. Es profesor del Doctorado en Ciencias Sociales de la UATx y Coeditor de la revista científica Symbolum de la Facultad de Trabajo Social, Sociología y Psicología.