De acuerdo con los datos de la Fiscalía General del Estado de Puebla, en 2020 hubo en total 2 mil 521 delitos contra la libertad y seguridad sexual, que comprende: acoso, hostigamiento, abuso sexual, violación, entre otros. Estos datos muestran la urgencia de hablar sobre un aspecto importante que mucha gente pasa por alto, el consentimiento.

     “Pero ella se quedó callada, él cómo iba a adivinar que no quería”, “A lo mejor ella se emborrachó demasiado, se acostó con él y ahora dice que fue violación”, “Pero que exagerada, de seguro ella lo estaba provocando” son comentarios muy comunes cuando se menciona un caso de violación o abuso, se culpabiliza a la víctima y se le hace responsable por la decisión de otra persona sobre su cuerpo.

     Al hablar de consentimiento se hacen especificaciones que son necesarias para comprender que una víctima jamás tiene la culpa. De acuerdo con la Real Academia Española se refiere a una “manifestación de voluntad que permite o acepta algo”, es decir la expresión de una persona de aceptación de alguna cosa u acción.

     Recurrentemente, gracias a la cultura de la violación, cada que se escucha de un delito relacionado con la libertad y seguridad sexual se intenta justificar apelando a la forma implícita o sobreentendida de expresar autorización; sin embargo, las líneas del consentimiento no pueden ser interpretadas a conveniencia de otra persona cuando la respuesta o expresión es negativa.

     ONU Mujeres en 2019 planteó puntos fundamentales para comprender el consentimiento, el primero se refiere a que debe ser libre. La autorización para hacer algo se debe de dar sin presiones, engaños o amenazas, “una persona no puede dar su consentimiento si está inconsciente o en un estado mental alterado, por ejemplo, bajo efectos del alcohol o las drogas” afirma la ONU.

     También la organización explica que las respuestas que transmiten inseguridad o incomodidad son sinónimos de un no. Tanto en el acto sexual como fuera de él: silencio, respuestas tajantes, incomodidad, “no lo sé”, “mejor después”, “no me siento bien” significan no; sólo una respuesta afirmativa, “sí”, significa sí.

     El siguiente aspecto explicado por la ONU plantea que el consentimiento debe ser informado, es decir, la persona debe de conocer todos los hechos y la situación. Es por esto por lo que no puede haber consentimiento si la persona es menor de edad. Además, debe de haber un consenso en el uso de métodos anticonceptivos o preservativo.

     Junto a lo anterior, el consentimiento es específico, se da para situaciones específicas, se puede acceder a ciertas cosas, pero a otras no. Asimismo, es reversible, la autorización de hacer algo puede cambiar el cualquier momento, y esta decisión tiene que respetarse, incluso aunque se haya llevado a cabo con anterioridad.

     Es importante conocer este concepto ya que incorporarlo a la cultura y el comportamiento de las personas puede reducir el número de delitos de esta índole. De acuerdo con ONU mujeres: “a nivel mundial, el 35% de las mujeres ha experimentado alguna vez violencia física o sexual por parte de una pareja íntima” lo que indica que muchos de los casos se han dado ya que una persona decidió hacer caso omiso a los deseos de la otra persona.

     Ninguna circunstancia justifica un abuso, tener el consentimiento de la otra persona es importante para no sobrepasar los límites de lo que desea y quiere o no quiere hacer. Los abusos son cometidos porque alguien más se sintió con el derecho y el poder de anteponer sus deseos sobre los límites de otra persona, una víctima no tiene la culpa en ninguna circunstancia.

      De esta forma, fomentar una cultura de consentimiento donde se respete la decisión de la otra persona, en lugar de una cultura que culpabilice a la víctima de un delito, es fundamental para avanzar en materia de violencia de género.