Es muy conocida la metáfora china que dice: “Dale un pez a un hombre, y le quitarás el hambre un día. Enséñale a pescar, y le quitarás el hambre toda la vida”. Sin duda, la frase en sí misma, es un axioma irrefutable. En un mundo ideal, el asistencialismo donde una persona extiende la mano y recibe algo sin dar nada a cambio no debería existir. En este mundo ideal, todas las personas deberían tener la capacidad de aprender algo y así ser autosuficiente en sus necesidades.

La realidad no es así. Ese mundo ideal, faltaba más, no existe.

Vivimos en un país donde el 70 % de la población se encuentra en pobreza. Y de esa cifra, el 40 % está en extrema pobreza. Aunada a esa condición de miseria, existen dentro de ese gran grupo vulnerable, personas que enfrentan situaciones atípicas de enfermedades, discapacidades o condiciones que los revictimizan.

Te cuento el caso de la señora Juanita, adulta mayor de la Sierra Norte de Puebla. De entrada, es mujer; es indígena; es pobre; es analfabeta; tiene una discapacidad en una pierna; padece debilidad visual; se hace cargo de un nieto que tiene cáncer. No tiene trabajo, y no sabe cómo sorteará la enfermedad de su nieto. Muchos grupos vulnerables en una sola persona.

Ufff… parece guion de programa de dramatizaciones de televisión abierta. No lo es.

¿Alguien podría decir que no se le debe dar un plato de comida a la señora Juanita y mejor enseñarle un oficio para que ella consiga su comida? Solo pensarlo es de risa loca. 

Lo peor, el caso de doña Juanita no es el único. De hecho, son muchos, muchísimos. Cada uno con distintas circunstancias, pero siempre con el común denominador de la falta de oportunidades y la pobreza extrema. Cuando se ven estos casos de cerca, es algo que duele, y duele mucho. Duele el rostro de las personas cubierto de necesidad matizado con desesperación. Duele su angustia. Duele su dolor.

No, no hay las condiciones en esas personas para enseñarles a pescar. En esas circunstancias, nadie podríamos aprender nada.

Hay una palabra que me encanta: Solidaridad. En su acepción más pura, viene del latin in solidum, que se refiere a la facultad que tiene alguien de dar algo “entero” a otra persona que no pueda hacerlo. En el Diccionario de la Real Academia Española, solidaridad dice: “Adhesión circunstancial a la causa de otros”. En 1980, Solidaridad fue el nombre que se le dio a un movimiento en Polonia, el cual motivó a todo ese país europeo a la unión y el desarrollo. A principio de la década de los 90’s, en México, la palabra solidaridad fue un tanto “prostituida”, y se empleó para generar clientelismo electoral.

Pero más allá de cualquier definición, solidaridad es ayudar a quien necesita, pero no desde la lástima o el desprecio, es ayudar desde la empatía, desde el amor. Es ser conscientes que existimos personas que tuvimos oportunidades y privilegios que muchos otros no, y esas oportunidades y privilegios, nos responsabilizan para ser solidarios con quienes más necesitan.

El gobierno, de cualquier nivel, y de cualquier partido, está obligado a generar las condiciones necesarias para una vida digna, sobre todo en las personas más vulnerables. Solo que hay una línea muy delgada entre el asistencialismo por solidaridad y el clientelismo político con fines electorales. Como ciudadanos, debemos visibilizar cuando termina el primero y empieza el segundo.

Rescoldos.

El paternalismo es un cáncer que nos ha hecho mucho daño como sociedad. Si bien, hay personas que necesitan ayuda solidaria ante una situación extrema, también hay grupos de personas que necesitan cortar de tajo las dádivas que se les dan para crear estructuras de gente que malvende su voto; pues eso solo daña a nuestra democracia.

Rafael Reyes Ruiz

@RafaActivista

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