Academia, no al neoliberalismo “austero”

  • Carlos Figueroa Ibarra
La “puntitis”, la remuneración manipulada y la simulación desviaron al SNI

Hace unos días una filtración de una presentación powerpoint que supuestamente habría hecho la Directora General del CONACYT María Elena Álvarez Buylla, ante un grupo de investigadores ha generado revuelo y malestar entre un sector de académicos del país. En esa presentación se plantea una refundación del Sistema Nacional de Investigadores (SIN) sobre la base de cambios que incluyen la eliminación de la figura de candidato/a, la delimitación de solamente tres campos de acción para los investigadores (Ciencia de Frontera, Incidencia Socio-ambiental, Desarrollo Tecnológico), el otorgamiento del estímulo del SNI solamente a quienes no tienen remuneraciones adicionales al de su sueldo y evaluación anual.

He sido integrante del SNI desde  hace 28 años y me considero afortunado de serlo, no porque me crea que eso me hace mejor académico que alguien que no forma parte del SNI, sino porque el ingreso que proviene de ser integrante de dicho sistema, alivia la reducción salarial a la que hemos estado sometidos los académicos de México desde que se instauró el neoliberalismo.

El SNI  y la remuneración económica que implica, fue un mecanismo perverso para reducir el salario de los profesores investigadores de las instituciones de educación superior del país. Algo similar debe decirse del programa de Estímulos al Desempeño del Personal Docente (ESDEPEP) que constituye otro de los ingresos que sustituyen a una verdadera dignificación salarial del académico en México. Las universidades de México  vieron restringida su autonomía con este tipo de programas y generaron en los académicos/as lo que llamamos “la puntitis”, una desenfrenada carrera para hacer actividades que fueran valoradas en los parámetros evaluadores de dichos programas.

Este desenfreno también dio origen a la simulación, es decir a la realización de actividades que no  se hacían con propósitos académicos sino con el de alcanzar los puntajes requeridos para tener el mayor nivel del SNI o de los estímulos del ESDEPEP. Dio origen también a una visión de la actividad académica de carácter productivista que hacía énfasis en la cantidad de  publicaciones y no en su calidad. Y la calidad de las publicaciones fue medida con un criterio colonizado dándole mayores puntajes a los artículos publicados en inglés y en revistas estadounidenses o británicas. Los triunfantes en esta carrera de obstáculos no necesariamente son los académicos más profundos sino los más avezados en jugar las reglas de este capitalismo académico. En mi universidad,  siempre pienso en dos ejemplos de académicos que nunca habrían podido estar en el SNI: Javier Mena el gran introductor de Gramsci en la BUAP y Severo Martínez Peláez, autor de una de las obras más influyentes de la historiografía latinoamericana. Más aun, mi maestro y asesor de tesis, Agustín Cueva, sociólogo latinoamericano de enorme impacto, fue rechazado dos veces por motivos ideológicos por la academia neoliberal enquistada en el CONACYT. Nunca llegó a ser investigador del SNI.

Los académico/as nos vemos sometidos a evaluaciones que absorben buena parte de nuestro tiempo porque nos vemos obligados a tener que llenar formularios en línea, recopilando minuciosamente pruebas documentales de todo nuestro trabajo además de la carga administrativa que tenemos que asumir para poder obtener la renovación de nuestros programas de licenciatura o de posgrado en las certificaciones  que impone el CONACYT o la SEP. Los académicos de la BUAP para poner un ejemplo, tienen que concursar cada tres o cinco años para poder ser parte del SNI, concursar cada tres años para poder  ser Profesor “con perfil deseable” dentro del Programa de Desarrollo del Personal Docente (PRODEP) (es lo que me toca hacer porque no enseño a nivel de licenciatura) y cada tres años para poder formar parte del Padrón de Investigadores de la BUAP. A la hora de la jubilación, los académico/as se encuentran que se retirarán solamente con una tercera parte de sus ingresos porque las otras dos terceras partes (si bien les fue) son el SNI y el ESDEPEP.

Ahora las filtraciones de lo que podría estarse planeando en el CONACYT  indican que tendríamos que escoger entre el ingreso del ESDEPEP o el del SNI. Eso sugiere el planteamiento que lo/as investigadores que tengan una remuneración adicional a su salario no podría ser parte del SNI.  Esto significaría que el neoliberalismo nos comió dos tercios de nuestro salario, ahora se buscaría reducirnos en  un tercio nuestros ingresos. Hemos visto con atención la lucha que la actual administración del CONACYT ha hecho contra los fideicomisos que existían en su interior. Y me ha parecido razonable luchar contra el dispendio que la mayoría de esos fideicomisos representaban. Pero en la reforma del SNI, habrá que tener mucho cuidado en no disfrazar de austeridad republicana lo que no  es  sino otra vuelta de tuerca del neoliberalismo para la academia.

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Carlos Figueroa Ibarra

Sociólogo, profesor investigador de la BUAP, especializado en sociología de la violencia y política. Doctor Honoris Causa por la Universidad de San Carlos de Guatemala. Fue integrante del Comité Ejecutivo Nacional de Morena (2015-2022).