Las Unidad de Investigación de la Universidad Ghent, ha reportado un importante incremento del número de suicidios desde el inicio de la pandemia de COVID-19. De hecho, el suicidio es ya la segunda causa de muerte entre los jóvenes después de los accidentes de tráfico. Es importante destacar que la conducta suicida abarca desde los pensamientos o ideaciones suicidas, hasta el intento suicida y desde luego cuando se logra quitar la vida la persona. 

Cabe destacar que la mayoría de los suicidios suceden en personas que tienen depresión u otras enfermedades mentales, las cuales se caracterizan por tener malas respuestas ante estresores, esto es cuando tenemos retos en la vida cotidiana. Así los conflictos familiares, la pérdida del empleo, y ahora haber padecido o recuperarse del COVID-19 constituyen retos importantes. Ahora sabemos que este tipo de desafíos cambian la manera en que las células del cerebro, denominadas neuronas, transformarse y esto altera circuitos del cerebro relacionados con la expresión de las emociones. De tal forma, que un paciente deprimido tiene poca serotonina, una sustancia química que comunica a las neuronas, y este déficit es mayor en quienes en la etapa infantil sufrieron de abuso físico, psicológico o sexual. Estas experiencias en una etapa temprana de la vida dejan una huella que ante un desafío como los antes mencionados, pueden disparar un cuadro de depresión y esta a su vez a las ideaciones suicidas. La enfermedad COVID-19 es un reto no solo para quién enferma, sino que afecta a todo el círculo familiar, ya que habrá que cuidarlo, proveerlo de los tratamientos, lo que incluye oxígeno, y de gastos adicionales, todo esto genera niveles de tensión (estrés) muy altos y posibilidad de deprimirse. 

Es por esto que es muy importante detectar en jóvenes los síntomas de depresión cuando han sufrido de abuso cuando eran niños, ya que ellos son más susceptibles a estos trastornos mentales y acudir a el apoyo con un psicológo inmediatamente y con un médico psiquiatra para que pueda prescribirle el fármaco adecuado. El suicidio es prevenible y debemos formar una red de soporte desde la familia hasta el sistema de salud mental del país, para que no se pierda el potencial que aportan los jóvenes a la sociedad .