Trump y el Antimonumento

  • Elvia de la Barquera
Trump, símbolo de fanatismo y polarización, también inspira a artistas

Ha terminado la era Trump, una era difícil de olvidar por la construcción de un muro fronterizo; cuatro años en que la gran potencia se deslinda del compromiso con el medio ambiente; un mandato que se distinguió por el abuso del poder, y un presidente que se dio a conocer por las formas burdas y déspotas en su trato. Sin lugar a dudas un populista que provocó mucho revuelo social, pero que también ha conseguido un gran rechazo a nivel internacional. Fue durante su administración que surge el movimiento Black Lives Matter. Además, desde antes del inicio de su gobierno, Trump fue inspiración de muchos artistas, sobretodo de colectivos.

La primera manifestación se la debemos al colectivo Indecline, cuya artista Ginger realizó varias esculturas al tamaño natural de Trump desnudo, poco favorecido, con el título “The Emperor has no Balls”, que fueron instaladas en 2016 y retiradas por las autoridades debido a que aún estaban en campaña electoral. Este desnudo fue protagonista en la plaza Union Square de Nueva York, y varias copias se pudieron ver en Cleveland, Los Ángeles, San Francisco y Seattle, como una crítica al moderno fascismo y al fanatismo, ya auguraban (como muchos) que su gobierno sería una pesadilla y le califican como uno de los más infames y repudiados políticos de Estados Unidos. Indecline es un colectivo fundado en 2001, integrado por cineastas, fotógrafos, grafiteros y activistas que enarbolan las banderas de la justicia social, la protección al medio ambiente y la equidad económica. Estas esculturas despertaron diferentes reacciones: risas, burlas, fotografías, destrucción, pintas y las sobrevivientes fueron subastadas hasta por 22 mil dólares.

Otra escultura fue la que se levantó en Eslovenia, en Moravce, a manos del escultor Toni Schlegel. Se trata de una caricatura resultado de la combinación de Donald Trump y la Estatua de la Libertad, pues se le representa con el puño levantado, de su cabellera (con su inconfundible copete) salen las puntas de la corona,  y se le representa con su típico traje azul, camisa blanca y corbata roja (los colores de EEUU). Esta representación tiene tres lecturas: En primer lugar y lo más curioso es que fue realizada en madera con una altura de  8mts con la intención de que funcionara como atractivo turístico, pues el ayuntamiento quería incrementar el número de visitantes a su localidad. Por otro lado, la propuesta del artista es la de burlarse abiertamente del populismo capitalista del mandatario, un populismo creciente a nivel mundial. En tercer lugar, y no menos importante, es la reacción de los habitantes, quienes se mostraron inconformes con la presencia de este Trump de madera y le prendieron fuego. Si bien lo actos de destrucción de monumentos se irradiaron desde los Estados Unidos hacia otros lugares, hacer de Trump el centro de una quema (tal cual la quema de un Judas) es más que significativo.

Cabe agregar que en julio del 2019 los artistas Bred Downey y Ales ‘Maxi’ Zupevc realizaron una escultura en honor a Melania Trump en Sevnica, la tierra natal de la exprimera dama, pero a decir de los habitantes la escultura no hacía justicia a su belleza y la fiebre por la destrucción de monumentos también alcanzó a esta escultura reduciéndola a cenizas. En septiembre del mismo año, Downey repuso la escultura, esta vez en bronce para evitar que su obra volviera a servir de leña. El propósito del artista no era reflejar la belleza de la exmodelo, sino hacer ver cómo una inmigrante logra casarse con alguien que está radicalmente en contra de la inmigración.

Una iniciativa interesante es la que comienza en julio 2020 con la creación Trump Statue Initiative (TSI), desde la cual Bryan Buckel propone la instalación de estatuas vivientes, haciendo alusión a momentos memorables de la administración Trump y es una consecuencia en cadena del derribo de algunas esculturas en los Estados Unidos. Buckel  ha sido nominado en dos ocasiones para el Oscar como escritor y director de cine, y propone esta acción, dado que detecta una obsesión del entonces presidente por las estatuas derribadas, empecinándose por reforzar las leyes contra el vandalismo, por lo que, según Bruckel, la instalación de estatuas vivientes reforzarían el legado, un legado honesto y con ello quedaría demostrado el lugar que Trump se ha ganado entre los estadounidenses (entrevista en The Oregonian).

Fuente: https://www.trumpstatueinitiative.com

 

Con artistas de Nueva York y de los Ángeles crearon estas escenas que se pudieron apreciar en julio en Washington, D.C. y en agosto en Oregon. Los participantes y todos los objetos utilizados se pintaron de dorado; cada escena se colocó sobre una base que insinúa ser mármol, con letras y filos dorados; visualmente se alude a los excesos, al lujo extravagante y característico de Trump como empresario, como magnate, como presidente.

En “The Poser” (El Falso), por ejemplo, el protagonista aparece sosteniendo la constitución al tiempo que un manifestante de BLM (Black Lives Matter) es golpeado.

Cada performance tiene una carga política, pero estas acciones van más allá del performance, ya que se difunden mediáticamente para que sean vistas por la mayor cantidad de público posible. Así, en cada representación se “deconstruye” el discurso oficial, creando escenas en las que señala, critica y demanda. Son antimonumentos, término acuñado en México ante la creciente ola de crímenes y desapariciones que quedan impunes, y que se deriva del término counter-monument que James E. Young implementó después de la Segunda Guerra Mundial para referirse a acciones que no van encaminadas a ensalzar la gloria nacional -el caso del monumento- sino para hacer memoria por medio de las experiencias de las víctimas de violencia. A estas estatuas vivientes les enmarca el lugar, espacio con carga política, simbólica, por el uso y la delimitación arquitectónica, por los monumentos y por la historia.

 

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Elvia de la Barquera

Egresada de Antropología UDLAP, Bellas Artes Universidad de Barcelona y Doctorada en Espacio Público: Arte-Sociedad UB. Artista, investigadora, docente y Crítica de Arte con publicaciones varias