Autonomía, instituciones y presupuesto

  • Héctor Olmedo
Los organismos autónomos tiene su razón de ser en la búsqueda de equilibrar los poderes

Las recientes declaraciones del Presidente de la República han sido quizás unas de las polémicas en los últimos meses, su pronunciamiento en Palacio Nacional sobre la interrogante de mantener a institutos autónomos como el INAI fue blanco de críticas por parte de la oposición y de sectores de la sociedad civil. Es importante recalcar primeramente que son los organismos autónomos y el por qué de su existencia. La Ley Órganica de la Administración Pública Federal establece que esta se divide en centralizada y paraestatal, es decir aquí la intervención del poder ejecutivo es plena, puede determinar las propuestas de los titulares de las secretarías y otros organismos. Los organismos autónomos a diferencia de estos dos tipos de administración no dependen del poder ejecutivo, en la mayoría de los casos sus titulares son nombrados como por la Cámara de Diputados así por la de Senadores, esto con el fin de garantizar cierta imparcialidad en los perfiles que son asignados. 

La creación de los organismos autónomos tiene su razón de ser en la búsqueda de equilibrar los poderes y garantizar el pleno ejercicio y cumplimiento de sus funciones, el caso más emblemático es la creación del Instituto Federal Electoral en los años noventas que tuvo la encomienda de organizar elecciones imparciales y libres, con independencia del poder ejecutivo, incluso su creación fue elevado a rango constitucional lo que derivó en la alternancia en el año 2000 y sus frutos fueron reconocidos a nivel internacional. 

Los organismos autónomos representan un avance en el desarrollo institucional del país, contar con ellos significa equilibrar los poderes y profesionalizar sus actividades. Sí bien la creación de diversos organismos autónomos tiene la finalidad de crear independencia en sus decisiones y garantizar un correcto funcionamiento de sus funciones, también es preciso aclarar que los presupuestos que han absorbido en los últimos años han sido cuantiosos y tal vez los resultados que han arrojado no son los que se esperan. 

¿Qué se puede proponer entonces? En primer lugar respetar la autonomía y su creación, esto con la finalidad de garantizar un sistema equilibrado y no centralizar el poder en manos del ejecutivo, en segundo lugar disminuir los presupuestos con base en los resultados anuales que pueden arrojar. Eliminarlos no es la solución, e incluso puede entorpecer el desarrollo de las instituciones, crear un aparato burocrático con demasiadas unidades administrativas da lugar a más corrupción e influyentismo en los nombramientos.

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Héctor Olmedo

Licenciado en Administración Pública y maestro en Ciencias Políticas por la BUAP; especialista en Derecho Electoral y Cultura Política. Se ha desempeñado en áreas de la administración pública federal y en órganos electorales federales y locales. Miembro de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales.