De tumores e instituciones

  • Víctor Reynoso
Es muy agresivo calificar a una persona o a una organización de “tumor”

Parece que nadie reclamó la decisión del INE de sacar de circulación la propaganda de Morena en la que caracterizaba a sus adversarios como “un tumor” que había que extirpar. No recuerdo una mercadotecnia tan agresiva. Es agresivo decir que un político es “un peligro para México” (como se dijo de López Obrador en 2006), pero es mucho más calificar a una persona o a una organización de “tumor”.

Además de la cuestión ética, está la meramente analítica. La política mexicana se ha caracterizado por el transfuguismo, por el paso de los políticos de un partido a otro. Si el PRI y el PAN (por no hablar del PRD) son tumores, pues la metástasis alcanzó a Morena.

La lista de Morenistas que estuvieron alguna vez en el PRI, el PAN o el PRD es extensa, muy extensa. Pero bastan dos ejemplos: el presidente de la República y el actual director de la Comisión Federal de Electricidad.

¿Cuántos mexicanos saben que López Obrador estuvo doce años en el PRI? Ingresó en el sexenio de Echeverría, y se mantuvo en los de López Portillo y Miguel de la Madrid. Se trata de algunos de los gobiernos más oscuros de la historia priista.

Manuel Bartlett, uno de los políticos más icónicos del morenismo, estuvo más tiempo dentro del partido que la propaganda mencionada considera “un tumor”. Ocupó cargos clave en la época neoliberal: seis años Secretario de Gobernación (1982-1988), tres Secretario de Educación (1988-1992), seis gobernador de Puebla (1993-1999).

Su hijo ha sido acusado por el propio gobierno de Morena de realizar burdas prácticas de corrupción.

Estos hechos no liberan, de ninguna manera, a los otros partidos. Algunas prácticas del PRI, sobre todo en el sexenio de Peña Nieto, son indefendibles. Algunos panistas no se han quedado atrás, como el exgobernador Padrés de Sonora, o Moreno Valle de Puebla. Y el PRD fue tan errático en sus prácticas internas que prácticamente está en ruinas.

¿La solución entonces es “que se vayan todos”? Desde luego que no. Primero porque vendrían otros similares. Segundo, porque hay también políticos capaces y responsables, en todos los partidos, aunque sea más fácil ver a los corruptos. Tercero, porque la solución está en buenas instituciones que favorezcan las acciones positivas para la sociedad y castiguen las negativas.

Parte de esas instituciones son las elecciones libres y periódicas, como las que tendremos este año. Otra parte es el derecho a la información y la transparencia. Una sociedad bien informada votará a favor de los políticos más adecuados y desechará a los más dañinos. Se trata de mecanismos imperfectos, pero es lo mejor que tenemos. Otra opción, esperar que vengan mesías a redimirnos, o santos a purificarnos, no es realista.

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Víctor Reynoso

El profesor universitario en la Universidad de las Américas - Puebla. Es licenciado en sociología por la UNAM y doctor en Ciencia Social con especialidad en Sociología por El Colegio de México.