Ejército blanco en lucha

  • Rodrigo Rosales Escalona
Se han encendido las alarmas por un sistema de salud agotado y una economía enferma

La humanidad se ha enfrentado a diversas pandemias que han derivado en millones de fallecidos, los motivos son diversos, los efectos nefastos. Claro que la guerra es contra gérmenes o virus que nos enfrentan al inicio desarmados, una humanidad desarmada para combatirlos.

 

En la Edad Media, la peste negra provino de Asia. Con la conquista de Europa a América, hacia el año de 1519, la población indígena estimada para el Valle de México oscila entre los 4, 5 y los 25 millones de habitantes. Estas cifras tan divergentes expresan la enorme dificultad que han tenido los investigadores para precisar la cantidad de habitantes del México precolombino. Sin embargo, nosotros estimamos que en ningún caso la población del imperio azteca puede haber sido inferior a los 7 millones de habitantes, tomando en cuenta que la capital Tenochtitlán llegó a albergar a unas 300.000 personas. Ello es doblemente impresionante si consideramos que la única ciudad europea que superaba los 100.000 habitantes en esta misma época fue Venecia.

Un examen contrastado y no dogmático de una amplia variedad de fuentes primarias para la epidemia de 1520 deja escasa duda de que la viruela devastó la cuenca central de México, causando una enorme mortandad. La epidemia se compara con los más letales desastres que los anales indígenas solían registrar. No tenemos medios para saber si la fracción de muertes por la viruela fue de un décimo o la mitad, pero aquí se desprende que la fracción real debe caer dentro de estos dos extremos, quizás muy cerca del punto medio.

Después de casi cinco siglos de escritura sobre el tema, existe un consenso de que una catástrofe demográfica ocurrió en el siglo XVI en México, y que ella empezó en 1520 con la primera epidemia de viruela.

Para los historiadores que trabajan con fuentes narrativas, existe una gran biblioteca de textos publicados en español y nahuatl acerca de las calamidades demográficas de la conquista y la colonización temprana. Para los historiadores apegados a la cuantificación, los expertos señalan niveles generales de destrucción demográfica para México central a lo largo del siglo XVI por encima del 50%, posiblemente arriba de 75%, e incluso llegando a 90% en algunas regiones extensas como las tierras bajas.

El nuevo coronavirus SARS-CoV-2, que provoca la enfermedad COVID-19, continúa extendiéndose por el planeta y ya ha infectado a más de 75 millones de personas, mientras que la cifra global de decesos supera los 1,6 millones.

El país más afectado es Estados Unidos, con más de 17,2 millones de contagios y más de 310.000 fallecimientos, seguido de India, que supera ya los 9,9 millones de casos y las 144.000 muertes, y de Brasil, que rebasa los siete millones de diagnosticados y acumula más de 184.000 decesos. Rusia suma más de 2,7 millones de contagios y Francia supera los 2,4. Por detrás, con más de 1,9 millones, se sitúan Turquía, el Reino Unido e Italia, mientras que España contabiliza más de 1,7 millones. En Europa, superan también el millón de casos Alemania y Polonia. En el resto del mundo también rebasan esa cifra Argentina, Colombia, México e Irán.

Como resultado de la expansión del virus, más de la mitad de la población mundial ha sido sometida a algún tipo de confinamiento, se ha impuesto el distanciamiento social y los desplazamientos han quedado paralizados, al igual que la actividad económica, provocando una grave recesión en todo el planeta. Una situación que vuelve a suceder en la segunda gran oleada global de este otoño en el hemisferio norte.

El foco principal de la pandemia vuelve a situarse en Europa, que ya ha sobrepasado los 498.000 muertos y afronta la Navidad con la amenaza de una tercera ola en el horizonte. Así, se repiten las severas restricciones, recurriendo de nuevo a los confinamientos domiciliarios o al toque de queda como medida para frenar los contagios. En América, donde los contagios siguen creciendo y los fallecidos ya superan los 805.000, el país que más preocupa es Estados Unidos.

Alarmistas o posturas políticas y económicas que buscan aprovercharse de esta pandemia, denuncian o agitan contra los gobiernos que están desarrollando diversas políticas públicas para enfrentar e ir buscando medicamentos par combatir al virus. Para ello, cuentan con métodos de agitación, incluyendo intelectuales y periodistas orgánicos, quienes siembran falsas noticias, rumores, chismes, para sembrar descontento, incertidumbre, miedo, etcétera, para presionar y chantajear y así colarse en la vorágine de las ganancias.

Los hay que su egocentrismo y narcisismo, mediante protagonismo absurdo e ignorante, postulan que solamente ellos poseen la verdad absoluta para “resolver y atender” esta guerra. Ya sean estos alarmistas como gobernantes, que desestabilizan y provocan inestabilidad, sobre todo en sectores de la población que carecen de bases lógicas de conocimiento elemental científico, en donde son caldo de cultivo para efectos negativos.

En México, como en el mundo, se enfrenta a un virus que se carece de armas biológicas y bacteriológicas para combatir. Afortunadamente, la existencia de otros virus que han causado estragos a la población, la ciencia desarrolló medicamentos para paliar o combatir. Mediante esa experiencia, aprovechando el conocimiento de origen, desarrollo y evolución de ciertos virus, es como hoy se desarrollan alternativas para combatir el presente virus, claro es que son experimentales, donde se cuentan con un seguimiento de efectos diversos, como para ya contar con respuestas sobre hasta dónde tendrán efectividad y lograr inmunidad.

Los intereses orgánicos mantienen una guerra paralela sobre el virus, pero no para apoyar a el mal, al contrario, agitar para desestabilizar al gobierno actual de Andrés Manual López Obrador.

Además, la rápida propagación del virus en Chile, Perú, Colombia, Panamá o Bolivia está desbordando los sistemas sanitarios del continente. Con más de 116.000 muertos, México, que ya ha superado el milón de contagiados y sus propias estimaciones de fallecimientos, es el cuarto país del mundo por número de fallecidos con COVID-19, y se han encendido las alarmas por un sistema de salud agotado y una economía enferma. 

El sistema de salud en nuestro país, se encuentra desbastado y sumido en crisis como abandono, derivado a que durante cinco sexenios, se cometieron actos de corrupción mediante fraude y saqueo a las finanzas del sector, robando su presupuesto, mediante supuestas compras de medicamento y equipos médicos falsos. La construcción o equipamiento de hospitales y clínicas, que al momento de revisar datos, jamás se construyeron o, no se hicieron labores de reparación ni modernización. Puebla es un ejemplo, donde luego del terremoto del 20 de septiembre de 2017, el Hospital General Regional 36 “San Alejandro”, en Puebla, cuyas actividades fueron absorbidas por el HGZ No. 20, La Margarita, aumentando así los servicios en urgencias y mayor demanda. Aunque no se detectó daño estructural, pero sí daños secundarios severos, no se ha restaurado. Hospital que es parte de otros más, donde la corrupción, ocasionó que los efectos de daños estructurales salieran a flote.

El nivel salarial de los trabajadores no es el único indicador negativo. Casi seis de cada diez mexicanos (más de 57%) carecen de seguridad social. Situaciones como la informalidad, la precariedad laboral y los bajos salarios impiden el acceso a la seguridad social. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Inegi para agosto de 2019, 56.3% de la población ocupada se encontraba en la informalidad.

Es lógico en cuanto a intereses económicos y políticos con miras al 2021, pero, qué ocurre con políticos que se dicen ser compañeros políticos del presidente, así como del mismo partido, que se concretan a evidenciar y cuestionar la política de gobierno federal para enfrentar e ir creando condiciones mejores al servicio social, máxime que carece de idea de lo que implica el esfuerzo y compromiso ético de atender a la población en hospitales, como lo son los médicos, enfermeras, camilleros, cocina, intendencia, que son los primeros soldados de la patria en la línea de combate.

El gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, pone en evidencia el profesionalismo del ejército de bata blanca, acusando de que han cometido delitos por ineficientes, carentes de ética y más; que no “están comprometidos con su trabajo y al servicio social”.

Al grado de que se asume como experto, para advertir, amenazar y de que emprenderá denuncias contra médicos, por el supuesto de que son culpables de la muerte de pacientes, o que no atienden debidamente, sobre todo a personal del hospital La margarita. El gobernador usa su plataforma de poder para emitir juicios y denuncias, condición que derivó a que médicos y enfermeras de dicho hospital, se manifestaron para exigir al gobernador que no actúe sin conocimiento real. El personal de salud,  le demandó que: “No somos delincuentes”, “Alto a la violencia contra el personal de salud”, “Gobernador, quiere el bienestar del derechohabiente, apoye la construcción de un hospital digno, no al trabajo en condiciones inseguras”, entre otras consignas.

El gobernador tal pareciera que no vive en México ni en Puebla, porque ignora que éste ejército de salud, lleva meses al frente de batalla, donde no existe personal suficiente para combatir. Meses que el personal también siente dolor por cada enfermo, testigo de que el virus los consume y va mermando la salud del paciente; testigo y con ética que le hace sentir dolor porque el hermano o hermana ciudadanos fallecen. Virus que solamente se pueden aplicar técnicas médicas para estabilizar y permitir que el organismo responda o mejoren sus condiciones vitales y sobreviva, porque no existe medicamento alguno para combatir al virus. Ejército que también cuenta con caídos en este combate, héroes anónimos, hermanos de verdad.

El único modo de adentrarse a los laberintos de los episodios de esta guerra, es a través de reconocer su labor de quienes protagonizan aquellas gestas invisibles a los ojos del espectador común, quienes apenas se enteran de lo que hacen en los hospitales, como espectadores comunes por culpa de gobernantes que se concretan a emitir partes oficiales o decretos que poco aportan a la realidad, resultan dichos decretos un insulto a los sobrevivientes y al ejército de salud, donde sus oportunidades de no infectarse son mayúsculas más allá de un círculo ignorante o soberbio y narcisista.

El gobernador actúa y declara acusando al personal médico de irresponsable por ocasionar muertes, no atender enfermos, etcétera, sin investigar y documentar a fondo cada caso, al grado de que el personal médico lo acusa de que revela nombre de médicos, en el sentido legal de que el principio del derecho es de reservar la identidad del presunto, para no contaminar el proceso. Luego entonces, si el gobernador dice que es abogado, entonces, por qué no aplica el derecho.

Contradictora postura del gobierno, porque no reconoce que si desde la presidencia de la república les concede la calidad de héroes, el gobernador los acusa de delincuentes. Incongruencia de la soberbia.

Aprovecharse del dolor familiar, sin investigar hechos ni datos, no tiene valor mucho menos si se actúa sin conocimiento real del derecho.

Como para hacerse sentir el poseedor de la verdad absoluta, emite lo siguiente:

Que el personal médico no se sienta agraviado por una posición de que se investigue la negligencia médica. Yo creo que las cosas que se hacen mal deben de ser investigadas. Yo estoy con el personal médico y también estoy con la gente”, sentenció.

“Qué investigue y se fijen las responsabilidades del caso, así de sencillo (...) no generalicen que se criminaliza su trabajo”, agregó.

No se da cuenta que esta lucha ya tiene consecuencias físicas y emocionales en el personal, , ante la elevada carga de trabajo, sobre todo por el incremento de casos de Covid-19, luego de nueve meses de lucha por la pandemia. Agotamiento físico y mental, que no los excluye de mantenerse con lealtad a su código ético al servicio de la población.

Éste ejército tiene un déficit de 200 mil plazas de médicos, más 350 mil enfermeras, que es ocasionado por personal que por edad o enfermedad no laboran. 4 mil 901 trabajadores sanitarios aislados por  ser casos activos más fallecidos; 2 mil 179 hasta el 7 de diciembre. Personal que cumple 10 o más horas para preservar vidas, donde cada enfermera atiende de 8 a 10 pacientes por turno y el médico hasta 35 enfermos en su turno.

Personal que tienen hartazgo y coraje, de frustración, al cuestionarse si vale la pena todo esfuerzo para rescatar o salvar vidas, si la población no se conscientiza de cuidarse, de mantener una postura negligente ante la pandemia. Agregan que el “gobernador dice que guarda por la seguridad ciudadana, pero, cuantos feminicidios, desaparecidas y asesinatos en Puebla, donde todos somos y estamos en la cuerda floja de inseguridad”, acusa una enfermera.

La verdad objetiva es difícil de comprender para el mandatario, porque no escucha a la ciudadanía. Debe saber que mientras se tambalea la seguridad en todo, quienes llevan una vida fuera de la realidad en comparación con la que lleva el ejército que lucha por su país.

Referencias:

Aguilar, Francisco (Alonso) de (1977). Relación breve de la conquista de la Nueva España, México, J. Porrua.

Crosby, Jr., Alfred W. (1967). "Conquistador y Pestilencia: The First New World Pandemic and the Fall of the Great Indian Empires," Hispanic American Historical Review, 47, 321-337.

Denevan, William M. (1992 [1st ed. 1976]). "Native American Populations in 1492: Recent Research and a Revised Hemispheric Estimate," in William M. Denevan (ed.), The Native Population of the Americas in 1492, Madison, University of Wisconsin Press.

Díaz del Castillo, Bernal (1960). Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, México, Editorial Porrua, 5ª ed.

rodrigo.ivan@yahoo.com.mx

Analista político y de prospectiva social

 

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Rodrigo Rosales Escalona

Periodista y analista político en medios locales y nacional, filósofo, docente en nivel superior, activista social, comprometido con la justicia.