Centros comunitarios. Ecos de lo comunitario

  • Mercedes Núñez Cuétara
Estos espacios son comunidades en proceso de institucionalización

Durante la realización del 37° Congreso Nacional y 11° Internacional de Servicio Social y Voluntariado Universitario me hicieron la pregunta ¿cómo se clasifican los Centros Comunitarios? El concepto de Centro Comunitario se ha vuelto cada vez más popular en diferentes ámbitos gubernamentales, académicos e incluso en las propias comunidades de origen. Sin embargo, la forma de ser y ejercer como Centro Comunitario varía mucho en función del contexto desde el que se desarrolla o de la fuente con la que se financia, por poner algunos ejemplos.

 

Fue a raíz de esta pregunta que me di a la tarea de escribir este pequeño texto que pretende aproximarse mejor a la comprensión de los Centros Comunitarios ya que el concepto no está del todo claro y es utilizado, muchas veces de manera indistinta, para definir distintos y múltiples tipos de proyectos de incidencia social.

 

Los llamados Centros Comunitarios gestionados por instancias gubernamentales, universidades o iniciativas sociales se han multiplicado en tan sólo un par de décadas, aunque esto no significa que sean nuevos. Hablar de estos espacios es hablar de comunidad, o mejor dicho de comunidades (así en plural), y de cómo éstas siguen construyéndose en un mundo que se mueve bajo otras lógicas.

 

Los Centros Comunitarios son la institucionalización de lo comunitario surgen, en gran parte, por la pérdida de otros espacios que históricamente tenían esta función: parques, iglesias, asambleas, bailes, fiestas, cosechas, etc. Lo urbano y la lógica de lo individual puso en jaque las posibilidades de estos espacios, pero no la relevancia de lo comunitario, que sigue presente en la necesidad de vivir las dinámicas heredadas de las comunidades: el compartir, el cuidar, la escucha, el diálogo, el crear, el accionar, etc.

 

Una primera observación, que surge de la introducción anterior, es reconocer la diversidad de los Centros Comunitarios. De hecho, los nombres que se le atribuyen a estos lugares varían entre países e incluso entre regiones. Algunas formas de referirse a ellos son: Centros de Desarrollo Comunitario (CDC´s), Unidades de Barrio, Casas de la Juventud, Centros Comunitarios de Iniciativas Sociales, Centros de día, etc.

 

Una forma de identificarlos es a través de los objetivos que dichos centros persiguen: ¿de aprendizaje? ¿de servicios? ¿de convivencia? ¿culturales? ¿de todo esto junto? En respuesta a estas preguntas encontramos, por ejemplo, Centros Comunitarios orientados a impartir actividades educativas o formativas, otros centrados volcados al esparcimiento cultural o recreativo u otros centrados en brindar servicios básicos a las poblaciones donde se encuentran. Otra forma de tipificarlos es identificando el origen de la institución que los gestiona: gobierno, universidades, comunidades de vecinos e incluso existen Centros Comunitarios gestionados por fundaciones bancarias. Un último intento de clasificación depende del tipo de población que mayormente atienden: jóvenes, mujeres, personas de la tercera edad…

 

Independientemente del nombre que reciben, de los objetivos, de la institución que los gestiona o del tipo de población que atienden; lo que estos espacios manifiestan con su existencia es precisamente la necesidad de vivirse en relación con otros, la necesidad de crear comunidad en un mundo de individuos y de transformar sus espacios.

 

En sociedades caracterizadas por lo urbano, el individualismo y la globalización lo comunitario no es algo que está dado, es algo que hay que crear. Vivirse en comunidad implica la interacción entre iguales y diferentes, la gestión de los conflictos y la compartición de utopías de acuerdo a Almeida y Sánchez (2014). Por otra parte, Pedro Trigo (2011), nos advierte que la única forma de crear comunidad hoy en día es hacerlo a contracorriente de las lógicas dominantes deshumanizantes, es una lucha constante y cotidiana.

 

Por todo lo anteriormente mencionado para mí, los llamados Centros Comunitarios son esfuerzos presentes que rescatan las virtudes de vivirse en comunidad, son un eco que nos recuerda que somos seres relacionales y comunales por más que la lógica social dominante se empeñe en mostrarnos como seres independientes y autónomos. Son espacios que brotan para dar cabida a la esencia comunitaria de la humanidad. Basándonos en esto, la esencia de un Centro Comunitario no radica el tipo de institución que lo ampara o el tipo de población que atiende. El trasfondo y el denominador común de todos los Centros Comunitarios es el vivirse diariamente en comunidad.

 

 

La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.

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Mercedes Núñez Cuétara

Maestra de Intervención Social por la Universidad Pública de Navarra. Licenciada en Psicología por la Ibero Puebla. Se desempeña como investigadora y docente en la misma institución, además de ser coordinadora de Desarrollo Comunitario.