Bases sociales para comprender el outsourcing…

  • Rafael Alfaro Izarraraz
Existe un outsourcing socialmente oculto con condiciones laborales desfavorables

La palabra outsourcing, significa subcontratación. Sus antecedentes en el mundo se ubican allá por los años setenta del siglo pasado, justo cuando se inicia de parte de los propietarios de los grandes conglomerados empresariales mundiales y de los gobiernos que hegemonizaban en aquel momento la economía del mundo, una estrategia para evitar la caída estrepitosa de la Tasa Media de Ganancia (TMG), mundial en virtud de las concesiones a la clase obrera y también por conquistas legítimamente conseguidas por los trabajadores de aquella época.

La subcontratación tenía una función en la lógica de lo que más tarde se llamó la economía de libre mercado, neoliberal: imponer a nivel mundial una política de contratación laboral que revirtiera la tendencia negativa de la TMG que, como ya lo señalamos, iba en picada, entre otros factores, en razón de las estrategias y del modelo keynesiano de economía instaurado durante la posguerra. Uno de los pilares del modelo keynesiano, fue el fortalecimiento del Estado y, de la mano de esa política, fortalecer el bienestar de la población.

Desde luego que se trató de una estrategia económica, la keynesiana, de corte eminentemente político. En aquella época en la que la sociedad industrial tenía enfrente a la potencia moral triunfadora de la Segunda Guerra Mundial, la ahora ex Unión Soviética (el ejército norteamericano esperó a que los rojos se debilitaran enfrentando a los nazis), el espíritu de subsistencia les aconsejó, y los aconsejó bien, que deberían tener tranquilos a los trabajadores para evitar que voltearan a ver a los rusos.

Para revertir la tendencia decreciente de las tasas de ganancia necesitaban terminar con las conquistas laborales que otorgaron a los trabajadores para que no dirigieran su mirada hacia los rusos, lo que implicó evidentemente un conflicto social. En otro momento hablaremos del papel de la violencia en este juego. El modelo de nuevas relaciones a las que aspiraron las élites fue muy simple: que la fuerza laboral se determinara por el mercado y no por la política. Todo se dirigió a debilitar al Estado y eliminar las políticas de pleno empleo que impedían la libre contratación.

El Estado de bienestar fue sustituido por un Estado al servicio del libre mercado, eliminando las instituciones inherentes a él. El Estado se convirtió en una entidad sumisa a los intereses del capital. En cuanto a los trabajadores, de la mano de las nuevas tecnologías ahorradoras de mano de obra que reestructuraron la economía, lanzaron a la calle a millones de seres humanos. Fue una medida política porque el desempleo no quiere decir necesariamente desamparo. Pero era necesario fomentar un ejército mundial de desamparados y desempleados para la era de la globalización.

Al colocar a millones de seres humanos sin protección ni del Estado ni por el trabajo, se crearon las condiciones sociales para un tipo de economía que recuperara la Tasa de Ganancia. El outsourcing, la contratación informal, fue la clave para ello, entre otros factores, pero sin duda uno de los más relevantes. Su base social son millones de personas clasificados como pobres y con hambre. Ese fue el resultado trágico de dimensiones sociales incalculables a la que la que condujeron políticos como Bush (padre) (EU) y Thatcher (Inglaterra), y quienes han dirigido y dirigen a la sociedad global y localmente.

 

 

Al igual que en las épocas más infames de la actual sociedad industrial, la recuperación de la Tasa Media de Ganancia estuvo sostenida por la humillación a segmentos de la sociedad que representan millones de seres humanos. A ello, sobre todo en países latinoamericanos, se han sumado una casta de supuestos empresarios que han hecho de este fenómeno un modelo de enriquecimiento inmoral. El outsourcing no es solamente el eslabón de una cadena de injusticias, sino que además sobre este tipo de prácticas se fomenta la creencia del éxito individual, generalmente de “empresarios” sin escrúpulos.

El grupo de personas ocupadas en el outsourcing es amplio y variado, pero tiene un rasgo que caracteriza: se trata de población extraída de los sedimentos de población que a lo largo de los últimos decenios ha conformado un nutrido grupo relativamente debilitado en sus horizontes sociales y sujeto a condiciones mínimas de subsistencia. Aparentemente, no importa a veces lo que reciben, puede parecer un manjar para las condiciones en que han vivido en los últimos años. Se trata de un conglomerado social que ha vivido el desempleo, los bajos salarios, la informalidad, la migración interna y externa, la vida en las periferias urbanas.

Existe un outsourcing universal y socialmente oculto. Millones de personas con profesión o con preparación técnica relevante que fueron desplazados de sus empleos originales, por decirlo de alguna manera, son contratados para prestar servicios especializados, pero con condiciones laborales tal vez no las peores, pero sí distintas a las que demanda un empleo formal. Pero aún más, existen millones de personas que laboran en instituciones de todo tipo y que sin formar parte de ningún empleador de otusourcing se ven obligados a trabajar en condiciones peores que el propio sistema de outsourcing establece.

No quiero decir que es un segmento condicionado por su existencia reciente y sin horizontes políticos, porque detrás de ellos están quienes han roto los equilibrios de poder en nuestro país.

 

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Rafael Alfaro Izarraraz

Periodista por la UNAM, maestro por la UAEM y doctor en Ciencias por el Colegio de Postgraduados-Campus Puebla. Es profesor del Doctorado en Ciencias Sociales de la UATx y Coeditor de la revista científica Symbolum de la Facultad de Trabajo Social, Sociología y Psicología.