Legalizar el aborto en Puebla

  • Carlos Figueroa Ibarra
Se dice que Puebla es la tercera entidad con más interrupciones de embarazo

Las feministas tienen razón  y también la tenemos quienes las apoyamos: el aborto debe ser legalizado en Puebla y en cualquier otra parte del mundo.  La razón es muy sencilla, la interrupción voluntaria del embarazo es algo practicado anualmente por millones y millones de mujeres en todo el planeta. Repetiré datos que mencioné en un artículo que escribí el año pasado: entre 2003 y 2019  hubo en México 3 millones 413 mil abortos legales entre mujeres de 10 a 44 años, lo que equivale a 200 mil servicios por año en hospitales o clínicas del IMSS, ISSSTE, institutos nacionales y servicios locales. Además de ello se calculan entre 750 mil y un millón de abortos anuales clandestinos, lo que implicaría que 8 de cada 10 mujeres no tendrían acceso a la interrupción legal y segura del embarazo.

En lo que se refiere a Puebla,  1,314 mujeres acudieron a la Ciudad de  México entre 2007 y 2019 para practicarse allí una interrupción legal. Se dice que Puebla es la tercera entidad con más interrupciones de embarazo en el país, pero no he encontrado datos que sustenten tal afirmación. Entre 2007 y 2018 de acuerdo con datos del Gobierno de la Ciudad de México, se realizaron en Centros de Salud 199,230 abortos  desde que la interrupción voluntaria se legalizó (2007) hasta 2018, es decir un promedio de 16,600 abortos anuales.  Estimaciones de 2011  indicaban que en Puebla se observaban al menos 800 abortos clandestinos mal practicados al año. Este dato se infería por el número de mujeres que acudían en peligro de muerte a los hospitales.

La cuestión va entonces mucho más allá sobre si se debe o no se debe hacer. Simplemente la interrupción voluntaria del embarazo es una realidad contundente. La segunda razón deriva de la primera: la penalización del aborto, aunque sea atenuada, seguirá colocando en un riesgo gravísimo a millones de mujeres. Según  la Dirección de Información Epidemiológica de la Secretaría de Salud  en un informe de fines de la primera década del siglo XXI, el aborto como causa de muerte materna en México es poco notorio dentro de las estadísticas vitales (6% según los datos del INEGI para 2009). Esto representa, de acuerdo con los datos oficiales, que solo murieron 74 de 1,207 mujeres por esta causa durante ese año. Sin embargo, de acuerdo con estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, dicho porcentaje es de 13% de la mortalidad materna global y de 24% en la región de América Latina. La penalización del aborto tiene además consecuencias  de carácter clasista: las mujeres con recursos económicos tienen posibilidades de hacerse un aborto seguro aun cuando éste sea clandestino. Las mujeres desvalidas acudirán a lugares sin higiene, ni seguridad y estarán expuestas a toda clase de riesgos, incluso el de la violencia sexual.

Colectivos feministas han tomado las instalaciones del Congreso local y mantienen también un plantón frente a sus instalaciones. A ese lugar también han acudido grupos conservadores que se autodenominan “Pro Vida”. Siempre me ha parecido una hipocresía  rasgarse las vestiduras diciendo que se defiende la vida al estar en contra de la despenalización del aborto, al mismo tiempo que se es indiferente ante la mortalidad y la desnutrición infantil, ante la niñez en situación de calle y cuando se es partidario de la pena de muerte. Hemos observado cómo la causa justa de la legalización del aborto se ha politizado en Puebla merced a los conflictos entre diferentes fuerzas hoy confrontadas. Independientemente de estas confrontaciones coyunturales, las feministas tienen razón: el aborto debe ser legalizado en Puebla y en cualquier otra parte del mundo.

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Carlos Figueroa Ibarra

Sociólogo, profesor investigador de la BUAP, especializado en sociología de la violencia y política. Doctor Honoris Causa por la Universidad de San Carlos de Guatemala. Fue integrante del Comité Ejecutivo Nacional de Morena (2015-2022).