México, políticas públicas sin problemas

  • Alberto Jiménez Merino
Sin que se entienda la función que un presidente debe ejercer, no habrá unidad ni desarrollo

Esta semana dos integrantes de la familia pasamos a formar parte de la estadística nacional de enfermos de COVID que ha vuelto a cifras, de agosto, con 6 mil 275 casos diarios de afectados, según datos oficiales disponibles. Asimismo, en noviembre, al menos 3 días se superaron los 10 mil casos.

En Querétaro y la Ciudad de México se ha llegado a la saturación de camas en los hospitales y no hay medicamentos para atender la pandemia. Ya hay un repunte evidente con cifras superiores a 12 mil casos de infectados en 24 horas.

Sin embargo, las respuestas oficiales son que “ya se está doblando la curva de infectados”, “ya la estamos controlando”, “ya domamos la pandemia”, y “ya estamos saliendo”.

No se había resuelto el problema de la inseguridad pública y la economía ya se había contraído, cuando llegó la pandemia a principios de este año.

Ya son dos años con problemas económicos donde lo más destacado de esta administración ha sido la obsesión por corregir el pasado y enfrentar a buenos contra malos, a conservadores contra liberales, en una polarización que ya es un cuento de nunca acabar.

Ya se “acabó la corrupción”, hoy la honestidad es el nuevo sello del gobierno y, sin embargo, no hay medicamentos en hospitales, ni estancias infantiles para los hijos de madres trabajadoras, se redujeron las escuelas de tiempo de tiempo completo, y se recortaron los presupuestos para los productores del campo, el sector hídrico, el medio ambiente y los sectores productivos, que los gobiernos corruptos sí apoyaban. Se acabó la corrupción, pero no se ven los beneficios para los mexicanos.

Hay programas para atender problemas que no son las necesidades reales de la población. Hay una concentración inusual de las decisiones nacionales y un enfoque presupuestal con gran tendencia electoral pensando solo en el 2021.

La transformación de las personas y sus condiciones de vida solo pueden lograrse a partir de la capacitación, acompañamiento y apoyo en aquello que ellos quieren hacer. No puede darse por deseo de gobernantes ni con cartillas de moralidad.

Por eso, el conocimiento de la realidad es fundamental para poder consensar con la población las prioridades y soluciones más adecuadas. No se trata de qué programas y apoyos hay, sino de qué necesita la gente para salir adelante. Se trata de que haya verdaderas políticas públicas que atiendan los grandes problemas nacionales. Necesitamos que haya río para hacer el puente. Y no al revés.

Y no es sembrando vida lo que necesita el campo. Lo que se requiere es fortalecer las capacidades y apoyar la tecnificación de procesos productivos con insumos, maquinaria, equipos, tecnología, financiamiento, mejores formas y mercados para vender. Sí requerimos precios que den certeza, pero también cómo reducimos los costos para ser más competitivos; pero lo que más se requiere, es que se siembre esperanza, se escuche, atienda y se cultive la unidad entre todos los mexicanos.

La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo presentada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI, 17 noviembre 2020), destaca que la Población Económicamente Activa (PEA) se redujo en 3.6 millones al pasar de 57.3 a 53.8 millones de personas.

Por otro lado, el Consejo Nacional de Evaluación (CONEVAL), informó una disminución del 12.3 por ciento del ingreso laboral real por persona del primer al tercer trimestre de 2020 con relación del año 2017, quedando en 1 mil 675 pesos mensuales.

Así, la pobreza laboral aumentó de 37.5 por ciento a 44.5 por ciento de la población, lo que impacta en un incremento de 21 a 30 millones de personas en pobreza extrema en este año 2020, aquellos que no pueden adquirir la canasta básica alimentaria, comparado con el año 2018.

Los apoyos alimentarios son respuestas a situaciones de emergencia temporal, insostenibles en el tiempo. Y, los apoyos asistenciales son soluciones de corto plazo, ayudan a contener el problema, pero no lo resuelven. Por eso, se requiere establecer políticas para el fomento económico-productivo, la creación y fortalecimiento de empresas, facilitar la gestión de trámites y permisos y, la promoción de mercados nacionales e internacionales.

Mientras la creencia oficial sea que todos somos corruptos y los esfuerzos se sigan encaminando a corregir el pasado, será imposible tener políticas públicas para los problemas nacionales.

Mientras no se entienda la función de líder que un presidente debe ejercer, no habrá unidad ni desarrollo nacional en México.

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Alberto Jiménez Merino

Ingeniero Agrónomo. Exrector de la Universidad Chapingo. Trabajó como secretario en 3 administraciones estatales. Consultor FAO. Tiene 3 Doctorados Honoris Causa y 15 libros escritos. Candidato del PRI a la gubernatura 2019.