Bradley en la cinta de Spielberg

  • Atilio Peralta Merino
El Club de Roma y dos libros de Conchello

Pocas películas tienen un acento tan vivencial como la cinta de Spielberg   en la que relata la filtración que hizo en 1971 Dan Ellsberg sobre los documentos confidenciales del Pentágono sobre la “Guerra de Vietnam”.

En una primera vista me pareció un tanto irreverente la caracterización de Ben Bradley que llevó a cabo Tom Hanks, aferrado a la soberbia actuación que del sujeto en cuestión hace Jaron Robards en “Todos los hombres del Presidente”.

No es para menos, al reseñar el temido “Club de Bilderberg” el espía ruso Daniel Estulin, menciona Bradley como uno de los personajes claves en la conducción de las grandes decisiones del planeta en las postrimerías del siglo XX, colocándole junto al consabido “Club de Roma”, una personalidad que encuadra más en quién ha caracterizado a Catilina en las postrimerías de la República Romana, que a quién a representado un papel romántico junto a Meg Ryan.

La caracterización de Hanks no obstante se impone a cabalidad, por otra parte la relación de Bradley establecida por Estullin con el “Club de Roma”, a los que no trata muy gentilmente por cierto, me toca en cierta forma, el “Club de Roma”, centro de pensamiento estratégico que avizoró la necesidad de replantear metas de crecimiento indefinido ante el agotamiento de recursos naturales no renovables, tuvo sólo dos asociados en América Latina, los dos mexicanos, Gabriel Zaid y mi jefe José Ángel Conchello.

Conchello solía citar con peculiar entusiasmo dos libros cuya lectura, he de confesar emprendí sólo a fechas por demás recientes, pero que, pese a su antigüedad, considero que leídos con la debida perspectiva pueden muy bien aportar claves fundamentales para adentrarnos en los enigmas que nos presenta la actualidad e incluso el futuro inmediato.

Me refiero en primer lugar a las “Formas Ocultas de la Propaganda” de Vance Pakard, publicado a fines de la década del 50 en el que se estudiaba acaso por primera vez la persuasión colectiva, en momentos en los que la CIA desarrollaba el célebre programa secreto “MK-ultra” de control mental.

Pese a que no pocas de las conclusiones de Pakard pueden resultar ingenuas a la fecha, su análisis proyectado sobre la era de la comunicación digital y la meta data de las redes sociales, puede servirnos para avizorar un panorama que, como dijera el propio Pakard, de estar consciente de el habría de resultar seguramente mucho menos escabroso que de enfrentarlo sin anticuerpo alguno de defensa.

El otro libro de reciente lectura que Conchello solía citar con peculiar entusiasmo es una obra del economista y sociólogo británico E. F. Schumacher llamado “lo pequeño es hermoso”, en el que se aborda, precisamente el criterio que al decir de Estulin hace sospechoso al “Club de Roma” junto a Ben Bradley de hacer mancuerna con los poderosos de la tierra, aunque, en los días que corren, se trate de una inquietud generalizada de la que incluso participaría el Papa Francisco. en su anterior encíclica.

En la cinta de Speilberg, además de retrotraernos a la época en que dichos libros se habrían escrito y circulaban en medio de los corrillos de la opinión pública,  me llama en lo personal la labor de investigación del reportero Ben Bagdikian  quién en la vida real habría obtenido el premio Pulitzer por sus investigaciones, ya que me recuerda el tipo de investigaciones, guardando las distancias claro está, que mi jefe José Ángel Conchello solía encomendarme en la mejor escuela de Bradley; no se pierda la cinta de Speilberg en verdad vale la pena de ser vista en varias ocasiones.

albertoperalta1963@gmail.com

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Atilio Peralta Merino

De formación jesuita, Abogado por la Escuela Libre de Derecho.

Compañero editorial de Pedro Angel Palou.
Colaborador cercano de José Ángel Conchello y Humberto Hernández Haddad y del constitucionalista Elisur Artega Nava