El robo de arte sacro en Puebla

  • Alfonso Gómez Rossi
Las imágenes dejaron de ser sagradas ahora son objetos

Una búsqueda de las palabras “robo de arte sacro Puebla” en Google.com arroja 216,000 resultados. Da pena que el primer encabezado que se encuentra es del periódico digital La Jornada de Oriente, que afirma desde el título “Puebla: el mayor estado con robo de arte sacro” con fecha de diciembre del 2018  (Carrizosa, 2018). 

El hurto de arte sacro, entendido en este contexto como piezas artísticas creadas en distintas épocas históricas y que tenía como finalidad ensalzar el culto católico a partir de una experiencia estética y que consta de pintura, escultura o documentos, están siendo robadas de las Iglesias por el valor económico y cultural que representan para un grupo de personas que no los pueden adquirir de manera lícita.

El hurto de arte sacro ha ocurrido de manera regular en distintas épocas de la historia, ejemplo de esto es la leyenda de porqué al “Niño Cieguito” le robaron los ojos (Ordoñez Capetillo, 2012), pero podemos reflexionar que el robo de arte sacro toma otro cariz a partir de la secularización paulatina de la sociedad Occidental. 

Sería a partir de la Ilustración y las ideas de la “razón” que los filósofos y posteriormente los déspotas ilustrados del siglo XVIII, construyeron una comprensión distinta de lo que significaba el arte religioso, así como los objetos de culto. 

El siglo XVIII cuestionó la verdad de la religión cristiana, y a partir de unas conclusiones particulares sobre lo que es la verdad basada en conocimientos científicos, dedujo que las creencias del cristianismo estaban erradas. 

Culparon a los miembros del clero de fomentar supersticiones para controlar económicamente a personas que no pensaban por sí mismas y conminaron al Estado en los reinos católicos a eliminar la influencia que calificaron como “perniciosa” del clero. 

Las creencias secularizantes de los filósofos franceses del siglo XVIII, impactaron la cultura europea del siglo XIX, a partir de los éxitos revolucionarios de la República e imperio francés entre 1789 y 1814. 

Podemos alegar que, hasta el siglo XVIII, los objetos de culto tenían dos finalidades: la primera, reforzar la liturgia de la palabra y de la eucaristía para los fieles que asistían a la Iglesia. En segundo lugar ser testigos mudos de la época en la que habían sido creados. 

 Para Walter Benjamín cualquier pieza artística es única en el ámbito histórico por su autenticidad 

La autenticidad de una cosa es la cifra de todo lo que desde su origen puede transmitirse en ella desde su duración material hasta su testificación histórica. Como esta última se funda en la primera, que a su vez se le escapa al hombre en su reproducción, por eso se tambalea en esta la testificación histórica de la cosa (Benjamin, 1989, pág. 3).

Benjamín explicó que hasta el advenimiento de la fotografía los objetos de arte eran únicos, ya que estos eran irrepetibles y simbolizaban las mejores características de un período histórico. Estas características le dan un “aura” a los objetos que convida a las personas a experimentar un sentimiento particular (Benjamin, 1989, pág. 3).

El siglo XIX sería testigo de como Napoleón comenzaría la tradición moderna de saquear objetos de las tierras conquistadas, no porque los objetos fueran hermosos—muchos lo eran—sino porque en un sentido patriótico asumía que los objetos de arte de los reinos conquistados debían estar concentrados en París, para que los franceses pudieran disfrutar la unicidad y el aura de las obras de arte más importante de Europa Occidental. 

En ese contexto, uno de los saqueos napoleónicos más trágicos fue el que hizo cuando ocupó Roma en 1809 y capturó al Papa Pío VII (Olson, 1986, pág. 83).

 Las tropas francesas recibieron órdenes de llevar el acervo documental de Roma, así como obras de arte a París, cosa que hicieron. A Napoleón no le interesaba el significado religioso de aquellas obras que saqueó, sino el valor artístico de las mismas. 

Las políticas napoleónicas serían el comienzo de una tradición decimonónica practicada por los liberales de asumir que los bienes eclesiásticos no eran en si obras sacras, sino obras de arte con un valor económico de las que podía disponer el Estado, si las necesitaba para generar fondos para el beneficio de la nación. 

El Estado liberal mexicano encabezado por los líderes de la Revolución de Ayutla  y las leyes de Juárez y Lerdo de Tejada tomarían esta lógica y la reproducirían en tierra mexicana. 

Los gobiernos de los siglos XIX y XX serían responsables en parte por los robos que experimentarían las Iglesias católicas de Puebla a partir de la segunda mitad del siglo XIX.

 Los objetos que para los devotos producían una hierofonía por estar situados entre lo divino y lo profano, se convirtieron en objetos que valían por ser obras de arte que reflejaban el aura del pasado. 

Twitter: @Fofi5

Trabajos citados

Benjamin, W. (1989). La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Obtenido de Nombre Falso: http://diegolevis.com.ar/secciones/Infoteca/benjamin.pdf

Carrizosa, P. (17 de Diciembre de 2018). Puebla el estado con mayor robo de arte sacro: Recuperaron dos esculturas en Ciudad de México. La Jornada de Oriente, págs. https://www.lajornadadeoriente.com.mx/puebla/puebla-el-estado-con-mayor-robo-de-arte-sacro-recuperaron-2-esculturas-en-la-cdmx/.

Olson, R. J. (1986). Representations of Pope Pius VII: The First Risorgimento Hero. The Art Bulletin, Vol. 68, 77-93.

Ordoñez Capetillo, A. E. (10 de Agosto de 2012). El Santo Niño Cieguito de Puebla. Tus preguntas sobre los santos, págs. https://preguntasantoral.blogspot.mx/2012/08/el-santo-nino-cieguito-de-puebla.html.

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Alfonso Gómez Rossi

Licenciado en Historia por la Universidad de Arizona, Doctor en Creación y Teorías de la Cultura en la UDLAP. Subdirector del Instituto Universitario Boulanger.