Gobernar, centro histórico y Café Aguirre

  • Xavier Gutiérrez
Gobernar un municipio requiere atender lo vital y supervisar las decisiones

Si tuviéramos que simplificar el trabajo de un presidente municipal, en realidad no hay que quebrarse mucho la cabeza.

Si atiende de modo organizado, sistemático, ejecutivo y permanente ciertos servicios, el ciudadano se siente satisfecho. No contento, no feliz, pero aprueba.

¿Cuáles son esos? El sentido común marca, aquello que le permite a la gente llevar una vida tranquila.

Si atiende la seguridad pública, limpieza, calles en buen estado, alumbrado y el abasto de agua, la vida en un municipio marcha bien.

Todo lo demás es importante claro. Recurriendo a una expresión propia de abogados, se podría decir que “lo accesorio sigue la suerte de lo principal.”

Pero claro, para mantener funcionando bien, en condiciones óptimas tales renglones, se requiere entrega, disciplina, trabajo de equipo.

La referencia que hiciera recientemente el presidente López Obrador, respecto de lo pesado y exigente que es el servicio público, si se tiene real y genuinamente vocación de servicio, es absolutamente cierta.

Los cargos públicos son absorbentes, demandantes, y hasta divorciantes, pero generan satisfacciones. Primero al interior mismo de quien desempeña a gusto su tarea, y luego, con el disfrute que se aprecia en la gente que se siente atendida.

(Perdón por la digresión en primera persona: pude observar de cerca este empeño tesonero, organizado, en dos gobernadores con quienes colaboré: Guillermo Jiménez Morales y Melquiades Morales. Para ellos no había días festivos y casi tampoco vida privada. Gozaban el cargo. Y luego el modelo permea hacia abajo, entre el equipo. Cito un flanco personal: yo contestaba, atendía o resolvía, en ocasiones cien o doscientos asuntos o telefonemas diarios; y salía diariamente del despacho, junto con el Secretario de Gobernación, a las once de la noche. Se trabajaba sábados y domingos mediodía.

Un par de exigencias complementarias al buen cumplimiento de un alcalde: supervisar todo y rectificar lo que funcionó mal; y recorrer personalmente, a pie o en vehículo todo el municipio.

Ya se sabe, orden dada y no supervisada, vale…

El equipo tiene que funcionar como reloj suizo. Los laberintos de la burocracia atoran o vician las mejores intenciones, si no existe un programa de acción debidamente integrado e inspeccionado en su ejecución diaria. Mas las evaluaciones integrales.

Observé también con cierta aproximación la forma de operar del presidente municipal Jorge Murad.

El recorría a diario la ciudad, por diferentes rutas. Y en el trayecto, a veces sólo con su secretario y chofer, y en otras con uno o dos funcionarios, iba revisando calles, pavimentos, alumbrado, jardines, fachadas, patrullas, todos los detalles.

Y sobre la marcha dictaba instrucciones, o le llamaba directamente a los funcionarios para comentarles irregularidades o meter en la agenda del próximo acuerdo asuntos importantes.

Y al llegar al despacho ponía en blanco y negro todo lo revisado en el camino. Y así diario.

Viene esto a cuento porque suelo hacer caminatas tempraneras por el centro histórico los domingos. Y lo que se ve es deplorable. Si tenemos calles y edificios preciosos, ¿por qué no esmerarse en tener un servicio de limpieza de primera calidad?

Si la ciudad es como una princesa, ¿por qué presentarla ante propios y ajenos andrajosa, descuidada y en fachas?

Abunda la basura y con ello los malos olores, los depósitos de desechos llenos, los vendedores ambulantes invadiendo aceras, baches en calles y esquinas de sitios atractivos, jardines descuidados, camellones (de arterias importantes) convertidos en tramos selváticos por los enormes arbustos, en fin…Si usted cree que exagero, camine usted mismo y abra bien los ojos.

Pero…contemos también lo bueno.  A medida que lentamente se supera la pandemia y sus efectos, algunos empresarios renuevan su ánimo para invertir.

Es el caso de don Vicente Aguirre y familia (Luis Miguel y Arlette). Han echado andar nuevamente el legendario Café Aguirre, un negocio de los más antiguos del centro histórico.

Ahora ha reabierto sus puertas en el centro, en la 4 Norte 402, en un bello edificio con sabor poblano y con la oferta del buen café que toda la vida ha ofrecido el negocio, mas la cocina que le ha dado fama y preferencia entre las familias poblanas y el turismo.

Los Aguirre retoman esa antigua tradición del café que lleva su apellido, desde 1955. En su sitio original en la 5 de mayo desfiló todo Puebla. Familias, abogados, funcionarios, políticos, estudiantes, catedráticos, médicos, artistas, curas, todo mundo pasó alguna o muchas veces por ahí.

Fue un lugar de sabor y saberes, de polémicas políticas, de lecturas solitarias, de discusiones deportivas y taurinas, de romances, sitio donde se tomaron importantes decisiones, celebraciones gratas… parte vital de la vida poblana.

Pues con la confianza puesta en Puebla y el país ahí están de nuevo. Ahí está otra vez la hoy decana de las meseras del lugar, Elenita, con su sonrisa y trato diligente.

Y mantienen intacta la calidad de la buena cocina poblana.

Muestran con orgullo su lema de siempre: “Una tradición familiar”

Invertir en estos tiempos en el centro histórico merece apoyo y éxito. ¡Se lo deseamos francamente!

xgt49@yahoo.com.mx

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Xavier Gutiérrez

Reportero y director de medios impresos, conductor en radio y televisión. Articulista, columnista, comentarista y caricaturista. Desempeñó cargos públicos en áreas de comunicación. Autor del libro “Ideas Para la Vida”. Conduce el programa “Te lo Digo Juan…Para que lo Escuches Pedro”.