Coahuila e Hidalgo, balde de agua fría para Morena

  • Carlos Figueroa Ibarra
Es indudable la capacidad del PRI para el fraude, el acarreo y la intimidación

En 2018 y en 2019 Morena saboreó la victoria como nunca antes la había saboreado la izquierda en México. No vamos a hablar mucho sobre 2018 en el contexto del tsunami López Obrador. Pero también en 2019, Morena saboreó la victoria en Baja California y en Puebla. Las encuestas dan a Morena una preferencia importante de cara al gran proceso electoral de 2021, tanto que en el contexto de la interminable crisis interna, el propio Andrés Manuel ha dicho que hay mucho pueblo para tan poca dirigencia.

Lo sucedido ayer en Coahuila e Hidalgo  ha resultado un balde de agua fría para el ánimo confiado que ha vivido el partido en los últimos tiempos. Tan confiados estábamos  que pensamos que podíamos seguir viéndonos el ombligo, continuar sumidos en la querella intestina, hacer a un lado la concertación para lograr la unidad partidaria y aun así obtener resultados favorables.

No es desdeñable la maquinaria electoral del PRI en ambos estados en los cuales hubo procesos electorales el domingo 18 de octubre. Durante décadas la hegemonía priísta ha sido avasallante y el domingo 18 resultó productivo el largo oficio de combinar el acarreo, la compra de voto y también el ejercicio de la violencia para lograr los resultados que se obtuvieron.

Una muestra de esta violencia, se observó en el caso de un hermano y un colaborador del candidato de Morena Cristian López en el distrito 9 de Coahuila.  Ellos fueron secuestrados y horas después, aparecieron vapuleados en una brutal acción intimidatoria de la cual el candidato morenista responsabilizó al PRI. Según los datos obtenidos hasta el momento de escribir este artículo, en Coahuila hubo una baja participación electoral (menos del 40% del padrón electoral) lo cual favoreció a la maquina electoral más eficaz.  El PRI se llevó carro completo en los 16 distritos que estuvieron en la disputa electoral.

En Hidalgo de las 84 presidencias municipales, Morena obtuvo el triunfo en 6 y otras 5 más participando en coalición. La votación  de Morena fue tan baja que  a medio día del 19, una dirigente del partido en Hidalgo me dijo que hasta estaban temiendo la pérdida del registro electoral.

A lo largo de los últimos seis meses, el presidente de Morena Alfonso Ramírez Cuéllar atizó el conflicto interno, favoreció la actuación de una comisión electoral que quedó reducida a dos integrantes porque se excluyó sistemáticamente de ella a Yeidckol Polevnsky.

Los testimonios que he recogido es que en ambos estados la organización de la estructura electoral fue exigua y sujeta a cambios de última hora (solamente se concretó 20% de ésta en Coahuila y 35% en Hidalgo), los recursos para la movilización electoral llegaron tarde, mal y nunca o fueron facciosamente administrados y todo ello sucedió en un contexto de un feroz enfrentamiento interno entre los distintos grupos del partido.

En Hidalgo, Ramírez Cuéllar y el enlace enviado por el CEN  entregaron buena parte de las candidaturas al Grupo Universidad y a candidatos provenientes del PAN, PRD. En Coahuila la elección de candidaturas fue opaca y generó descontento en las bases de Morena.

En suma, más allá de que es indudable la capacidad del PRI para el fraude, el acarreo y la intimidación, no queda más en Morena que reconocer que buena parte de la derrota es responsabilidad de nosotros mismos. Ramírez Cuéllar debería irse lo más pronto posible y dejar la mesa limpia para que un cambio de dirigencia busque que en el 2021 no ocurra una catástrofe.

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Carlos Figueroa Ibarra

Sociólogo, profesor investigador de la BUAP, especializado en sociología de la violencia y política. Doctor Honoris Causa por la Universidad de San Carlos de Guatemala. Fue integrante del Comité Ejecutivo Nacional de Morena (2015-2022).