Había una vez…. Una Nación y una Agenda Nacional

  • Alberto Jiménez Merino
La mayor desgracia de la administración pública es no conocer sus funciones

Después de su saneamiento habíamos recuperado la cría de peces en el Canal Revolución Tláhuac. Se llenó con aguas tratadas de la Planta Cerro de la Estrella y se sembró con alevines, crías de Carpa. Hicimos una demostración de pesca a los 8 meses, ya había animales de 900 gramos. Se hizo la fiesta de los peces con la gente.

Era 1994, y yo Subdelegado de Desarrollo Rural del Departamento del Distrito Federal en Tláhuac, con José Ramón Martel como delegado.

En esa administración, también nivelamos tierras, instalamos sistemas de riego tecnificado, se abrieron nuevas tierras al riego como en San Juan Ixtayopan, apoyamos a los productores de nopal, ayudamos a vender mejor sus productos, escuchamos y atendimos a los campesinos. Había resultados y trabajo honesto. Y, entonces, llegó al gobierno el PRD; uno de ellos me sustituyó.

Hubo una transición profesional. Compartí mis datos personales para atender cualquier duda y me despedí para venir a Puebla, a la campaña del licenciado Melquiades Morales Flores.

Inmediatamente me enteré que la primera acción del nuevo subdelegado fue buscar lo que habíamos hecho mal. Se pasó así, creo que obsesionado, más de 6 meses, y no encontró nada, porque nunca hubo actos indebidos.

A los recursos públicos de la nación no se les debe meter la mano, aunque a veces metes la pata. Y antes de cumplir un año, corrieron al funcionario mencionado por falta de resultados. Perdió tiempo valioso en algo para lo que no había sido nombrado. Su responsabilidad empezó cuando yo deje de estar. Y no pudo ver lo realizado, mucho menos evaluarlo, desecharlo o mejorarlo en su caso.

Esta es la mayor desgracia de la administración pública en sus diferentes órdenes de gobierno. No saber de la función ni conocer sus funciones. Además, por creer que son todopoderosos y sabios, le han costado mucho dinero público a México. Pero también han sido la causa de perder muchas oportunidades para el desarrollo de la sociedad.

Hace dos años alguien presentó un proyecto alternativo de nación porque lo que había ya no servía. Y mucha gente lo creyó, casi 30 millones de votos en una de las participaciones electorales más sobresalientes que hemos vivido. Había grandes filas para votar. Donde yo voté había más de 100 adelante.

Han pasado dos años y me cuesta mucho trabajo enlistar algún logro de esta administración federal que se ha distinguido por revisar el pasado del país, desde la incursión de los españoles en 1519. Hay obsesión por ver hacia atrás y perder la perspectiva del futuro.

Una administración que habla todos los días de combatir la corrupción de los otros, pero que cierra los ojos con los de casa, que confronta y divide a los mexicanos en lugar de unirlos para que juntos podamos encontrar las soluciones que demanda la problemática nacional y la de cada una de sus regiones, estados y comunidades.

Con más de 75 mil muertos por la pandemia COVID_19, más de 60 mil homicidios al inicio del sexenio, con una economía contraída, familias descapitalizadas aún con los apoyos asistenciales tan abundantes y, sectores productivos abandonados, resulta que hoy el tema prioritario de la agenda nacional es la consulta para juzgar, sin ser obligatorio, a los últimos expresidentes de México.

Con esa obsesión por el pasado, se ha provocado que, a decir de los abogados y juristas, la Suprema Corte de Justicia haya caído, primero, en una división lamentable, al partirse por mitad y, segundo, haya perdido legalidad por popularidad, cuando, hasta los niños de primaria saben que la justicia no se consulta, se aplica y ya, si es que la impunidad no gana.

Se agotaron también las reservas monetarias. Casi 250 mil millones de pesos que, “gobiernos corruptos”, dejaron para hacerle frente a las contingencias económicas y, en un afán de obtener más recursos para el asistencialismo y proyectos inciertos, este próximo martes, la mayoría de Diputados de Morena seguramente estarán enterrando más de 104 fideicomisos que han servido para apoyar a la ciencia, la investigación, la cultura, el cambio climático, el agua y los desastres naturales.

Combatir la pobreza, atender la salud de los mexicanos, apoyar a los emprendedores y sectores productivos generadores de riqueza, atender el deterioro ambiental, la contaminación de las aguas, la falta de agua, el empleo y la seguridad pública, no son hoy parte de la agenda nacional.

Las prioridades de la sociedad y las del gobierno dejaron de ser las mismas mientras no se escuche a la gente, mientras no haya la voluntad de hacerlo.

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Alberto Jiménez Merino

Ingeniero Agrónomo. Exrector de la Universidad Chapingo. Trabajó como secretario en 3 administraciones estatales. Consultor FAO. Tiene 3 Doctorados Honoris Causa y 15 libros escritos. Candidato del PRI a la gubernatura 2019.