Gobernador lúcido

  • Moroni Pineda
Las palabras cuentan en boca del presidente. Gobernador lúcido o lucido, la disyuntiva

            “Claridad y rapidez mental para exponer o comprender algo” así define el diccionario el concepto ralo de lucidez. Para comprenderlo aún mejor, el antónimo de lúcido es torpe, algo así como Don Ramón del Chavo del Ocho, y un antónimo de torpe es listo, y así sucesivamente hasta infinito y más allá.

Cuando el presidente Andrés Manuel visitó Puebla la semana pasada, de manera animosa le endilgó a Luis Miguel Barbosa la caricia malograda de celebrar que ahora anda "… sobre todo muy lúcido” algo no menor, porque con esos amigos para que quiere uno enemigos. Sin duda, el actual gobernador de nuestro estado llegó al poder palomeado y apoyado en una primera vez por AMLO candidato, y en una posterior vuelta, por AMLO presidente. Dicho lo anterior, existe una responsabilidad política, moral e histórica en esta decisión. Silogismo claro es, como diría el maestro Yoda, Luis Miguel Gerónimo Barbosa Huerta no sería gobernador, sin Andrés Manuel López Obrador. Verso sin esfuerzo.

El presidente no puede decirse engañado por desconocer las circunstancias particulares de salud que vive y vivía en su momento Barbosa, y que ahora en un mensaje mañoso y mal intencionado recalca, en una visita obligada dadas las circunstancias sociales y definitorias que se viven en la Puebla de los churros y los camotes. Peleando el 5to. lugar nacional de casos de COVID-19 y con un 11 por ciento de mortalidad, la nula inversión federal, así como el distanciamiento cada vez mayor entre los órdenes de gobierno comienza a cobrar facturas evidentes en la localidad, principalmente entre los miles de poblanos que en su momento apoyaron la ola Morenista y que actualmente padecen el desempleo y la des salud. Si Luis Miguel Barbosa la ha regado en la relación con el Palacio Nacional, es un asunto especulativo, porque la realidad abundante es que, en las últimas visitas, lo más memorable de las mismas ha sido que en una de ellas el presidente dejó parado y sin ninguna consideración al Gobernador en un gesto por demás grosero, y en la otra, aventó una bomba al insinuar que Puebla está gobernada sin la lucidez y la salud necesarias que el cargo requiere. Como dicen en mi pueblo, tanta culpa tiene el que mata a la vaca como el que le agarra la pata.

Declarar públicamente con apariencia bonachona e inocente que celebra la salud recuperada en medio de rumores intensos de la falta de esta, tiene implicaciones innegables. Una de ellas es que, razonablemente, una persona requiere ciertas capacidades para ejercer un cargo público y esto obligaría, en el menor de los casos, a una investigación y transparencia de las condiciones reales y actuales.

Las palabras en la vida cuentan, y en boca de un presidente, aún más. Gobernador lúcido o lucido, la disyuntiva.

Pueblita de los milagritos, ilumínanos.      

 

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Moroni Pineda

Activista permanente. Participa en Consejos de educación estatales y municipales, Fundación Paisano, La iniciativa bilateral México-Estados Unidos, UNETE, Mexicanos Primero, Presidente del Consejo de Participación Social