La muerte de Maximino, otra versión

  • Xavier Gutiérrez
Esa misma noche se conoce el resultado del examen sanguíneo: sulfocianuro de potasio

Maximino Ávila Camacho (1891-1945) fue un personaje poblano rodeado de mitos y leyendas, una cantera inagotable con cimientos en el uso y abuso del poder emparentado con la perversidad.

Sobre él muchas cosas se han dicho y escrito. Y siempre aparecen nuevos relatos, o versiones enriquecidas sobre lo conocido de este hombre.

Presté oídos a una versión sobre su muerte y la rescato porque ofrece algunos elementos interesantes que envuelven a esa figura polémica desde todos los ángulos.

El doctor José Álvarez Gutiérrez era médico militar, con el grado de coronel. Como tal, estaba asignado en el destacamento militar de Atlixco. Él era cuñado del entonces poderoso regente de la ciudad de México Alfonso Corona del Rosal.

El 17 de febrero de 1945, en la fábrica La Concha de Atlixco, le ofrecen una comida a Maximino Ávila Camacho, en su condición de Secretario de Comunicaciones y Obras Públicas. El presidente de la república era su hermano Manuel, a quien Maximino no se refería como tal, sino con el apodo de “El Gordo”, porque en efecto era mofletudo.

Por ese entonces Maximino  se andaba moviendo con distintas fuerzas políticas del país, para ser el próximo candidato a la presidencia, él ya se veía como sucesor de su hermano. 

El jarocho Miguel Alemán era quien realmente se perfilaba en la estrategia que dirigía desde Los Pinos don Manuel.

A esa comida en Atlixco asiste el médico Álvarez Gutiérrez, como un invitado más, pero estaba situado en un lugar estratégico para dominar muy bien la escena.

 Esa clase de banquetes en esa época del país eran realmente espectáculos para hacer política. Y todos los detalles que los rodeaban tenían, o les daban los asistentes, alguna interpretación o significado en el mundo del poder.

El doctor relató varias veces que no perdía de vista los movimientos de don Maximino.

En un momento de la comida, sirven el primer platillo, y cuando el General prueba la segunda cucharada, se desploma hacia su lado derecho. El médico llevaba su maletín para urgencias.

Lo llaman, se inclina ante el cuerpo de Maximino y le hace los primeros exámenes de rigor en tales casos. Lo ausculta, seguramente con el baumanómetro y el estetoscopio, le revisa las pupilas, y le informa al Jefe de la Escolta, un General del Estado Mayor Presidencial,  quien junto con él seguía la escena de urgencia:

-Mi General, don Maximino ha fallecido…

El General le responde, terminante y elevando la voz:

-¡Está enfermo, nos lo llevamos a su casa!

-¡Sus ordenes se cumplen, mi General!, acata  Álvarez Gutiérrez.

Lo suben en una ambulancia y  en el trayecto el doctor José Álvarez Gutiérrez toma una muestra de sangre,  al llegar a la casa de Maximino, en Xonaca, envían de inmediato esa prueba  para su análisis al Hospital Militar en la ciudad de México.

Esa misma noche se conoce el resultado del examen sanguíneo: sulfocianuro de potasio.

Una composición química de efectos letales inmediatos.

Maximino tenía entonces 54 años de edad.

Sobre la salud del General Ávila Camacho se ha dicho que tenía un problema cardiovascular y además sufría de diabetes, razones potencialmente probables de muerte.

Sin embargo, esta narración, que en varias ocasiones  hizo el doctor Álvarez Gutiérrez, me pareció una aportación interesante  de un testigo de primera mano del referido suceso, máxime que el médico siempre gozó de una enorme respetabilidad como profesional de la medicina y como militar.

No esta en manos de un periodista calificar y mucho menos certificar la autenticidad del relato, máxime que en torno al personaje abunda la mitología y, a 75 años de su muerte se siguen escuchando historias con él como protagonista central. Inclusive, está en proceso una nueva y rica biografía.

A propósito de la familia Ávila Camacho, reproduzco una cita interesante del libro recientemente publicado “La Historia de Puebla en Efemérides”, de un acucioso investigador, José Luis Olazo García:

“Maximino era el mayor de nueve hermanos, hijos de Manuel Ávila y Eufrosina Camacho y nacidos en Teziutlán; la familia Ávila Camacho es la única en México que en un mismo momento histórico, del 1 de diciembre de 1940 al 31 de enero de 1941, tres hermanos ocuparon tres distintos niveles de gobierno: Manuel, presidente de la república, Maximino, gobernador del estado de Puebla y Rafael, presidente municipal de la ciudad de Puebla.”

xgt49@yahoo.com.mx 

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Xavier Gutiérrez

Reportero y director de medios impresos, conductor en radio y televisión. Articulista, columnista, comentarista y caricaturista. Desempeñó cargos públicos en áreas de comunicación. Autor del libro “Ideas Para la Vida”. Conduce el programa “Te lo Digo Juan…Para que lo Escuches Pedro”.