Hernán Cortés el estratega

  • Atilio Peralta Merino
Cortés aprendió de los lineamientos de la guerra moderna de Maquiavelo

Hernán Cortés fechó en la villa de Segura de la Frontera el 30 de octubre de 1520, la carta de relación en la que daba cuanta al “Cesar Carlos” de la actuación de sus tropas en “Nueva España”, documento en el que, por cierto, se le designa por primera vez con tal denominación a estas latitudes.

El extremeño en su estadía en Tepeaca, escribió el documento en cuestión, claramente inspirado en “El Comentario a las Guerras de las Galias” de Julio César, modelo, no sólo de crónica, sino erigido en una de los primeros tratados del arte militar en la historia.

En esa misma estadía, Hernán Cortés preparó la primera ordenanza castrense conforme a los lineamientos europeos, que a su salida de “Segura de la Frontera” daría a conocer en diciembre ante sus aliados de Tlaxcala.

Los tratos injuriosos entre los integrantes de la tropa quedarían proscritos, así como el juego de dados al que el propio Hernán Cortés era especialmente aficionado, y, lo más importante, conforme a los de la ordenanza en cuestión , los aliados tlaxcaltecas y cempoaltecas fueron adiestrados para marchar en formación.

El documento de Cortés asumió a cabalidad los criterios plasmados en el gran tratado de la época: “El Arte de la Guerra” de Nicolo Maquiavelo, y ni que decir de la biografía del condotiero Castruccio Castracani de Luca escrita por el propio florentino, y de la que ha dado cuanta a cabalidad en fechas recientes mí siempre admirado maestro Elisur Arteaga.

Resulta por demás claro, que Cortés no conocía de primera mano tales documentos, al menos, no la biografía del condotiero Castruccio Castracani de Luca, que fuera fechada en julio de 1520 , momento en el que Cortés  se encontraba avanzando sobre el reino tenochca; aun cuando es de todo el mundo sabido el modelo de inspiración  que para  Maquiavelo representó siempre la actuación de Fernando de Aragón.

Los Monrroy, los Pizarro, los Altamirano y los Cortés, formaron siempre filas entre los comuneros extremeños que hicieron frente a los designios del rey católico y que se extenderían a su nieto Carlos, hasta que, comandados por Juan de Padierna,  éste les venciera definitivamente  en Villar el 23 de abril de 1521.

Cortés aprendió a las claras en las derrotas de sus vecinos y familiares, las estrategias del que fuera el vencedor de éstos, y en las  que se manifestaban los lineamientos de la guerra moderna plasmados a cabalidad en el libro de Maquiavelo.

La legión romana y la falange macedonia, los mismas que se habían enfrentado milenios atrás en la isla de Sicilia según narra Polibio, fueron rescatadas de la antigüedad clásica aconsejando su correspondiente armonización, a lo que Maquiavelo aunaba el debido ensamble con la artillería, que, a las claras, no fuera conocida por el autor clásico considerado por Arnold J. Toynbee como “el padre de la cultura helenista”, dado el hecho de que escribiera en griego la historia de Roma.

Complementado en sus criterios centrales, por la obra de Raimundo de Montecuccoli tras la “Guerra de los treinta años” y el Tratado de Paz de Westfalia; el libro de Maquiavelo fue lectura básica de toda instrucción militar hasta la derrota de Napoleón en Rusia.

Kutuzov detuvo el avance del “Gran Corso” en Borodino y ordenó posteriormente la retirada, a partir del episodio en cuestión, las perspectivas sobre la geografía, las condiciones climáticas, las variables diplomáticas en juego, la constante información de todo tipo puntualmente acumulada y, sobre todo, el cuidado y resguardo permanente y puntual de “las líneas de abastecimiento”;  habrían de resultar claves en la previsión de toda estrategia, no en balde, entre las tropas de Kutuzov en Borodino figuraría un joven oficial austriaco llamado Carl Von Clausewitz.

En nuestros días la denominada “Guerra desde abajo” se erige en la corriente del pensamiento militar que ha venido a sustituir como paradigma inconmovible a la obra del gran guerrero prusiano, sus antecedentes se encuentran en un libro formidable: “Los Siete Pilares de la Sabiduría” de T.E Lawrence, que a su vez se inspira en las tácticas de  Mauricio de Sajonia Conde de Saxe.

En los lineamientos de “la guerra dese abajo”, una de cuyas más emblemáticas manifestaciones es el denominado “foquismo guevarista”, un puñado selecto de hombres realiza acciones de alto impacto que conciten la rebeldía de grupos subyugados y los aliente a sumarse a una magna sublevación armonizando los intereses entre ellos y fungiendo como árbitro permanente en sus disputas.

La carta de relación de Hernán Cortés, fechada en la villa de Segura de la Frontera el 30 de octubre de 1520 da cuenta, precisamente, de una estrategia que plasmaría a cabalidad T.E Lawrence siglos después al detonar la “rebelión árabe del desierto” durante la “primera guerra mundial”, sujetándose el extremeño a los criterios en boga en su época, sólo después de haber experimentado la amarga derrota de Popotla.

 Hernán Cortés decide actuar como un militar de carrera, al  contar con suficientes efectivos tanto entre los aliados de Tlaxcala y Cempoala como por lo que respecta a las tropas españolas que originalmente habían llegado comandadas por Pánfilo de Narváez o en la avanzada del gobernador de Jamaica Francisco de Garay; su estrategia de “Guerra desde abajo”, sin embargo, habrá de ser plasmada de manera formidable para la posteridad en la carta de relación que escribió en Tepeaca para el emperador Carlos.

albertoperalta1963@gmail.com

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Atilio Peralta Merino

De formación jesuita, Abogado por la Escuela Libre de Derecho.

Compañero editorial de Pedro Angel Palou.
Colaborador cercano de José Ángel Conchello y Humberto Hernández Haddad y del constitucionalista Elisur Artega Nava