La ‘toma’ de la Catedral

  • Elmer Ancona Dorantes
Preocupante la acusación contra el Ejército Mexicano para confrontarlo con la Iglesia Católica

Acusar al Presidente de la República de todo y por todo, es una sinrazón, es caer en una irresponsabilidad ciudadana, en un vacío intelectual y, en el caso de los periodistas, en la falta de ética y de profesionalismo que siempre hemos criticado.

El hecho de que uno no simpatice con la personalidad de un funcionario público, más allá del nivel que tenga o de la cartera que ocupe, comenzando con el Jefe del Ejecutivo, no significa que se le deba estar inventando cosas que pondrían en riesgo la estabilidad de la nación.

Porque, a fin de cuentas, no se le pega a un personaje cualquiera, sino a una investidura presidencial que representa a un país, a todo un pueblo, a una gama de instituciones.

La noticia que circuló en Redes Sociales, en cuanto a que el Ejército Mexicano había tomado la Catedral Metropolitana, sin autorización de la propia jerarquía católica, llamó mucho la atención. 

En primer lugar, porque se habló de una “toma”, esto es, de haber sitiado por la fuerza un recinto sagrado, casi a punta de pistola, con autoritarismo, con el fierro de las botas. Y no fue así.

El mismo Presidente de la República tuvo que salir al día siguiente, en su tradicional Mañanera, a aclarar que la información difundida por sus adversarios políticos, a través de algunos periodistas, era completamente falsa.

“No hagan caso a todo lo que digan nuestros adversarios políticos, ya no saben qué inventar para frenar el proyecto de la Cuarta Transformación que sigue; están en todo su derecho de criticar, pero no de difamar”.

Y en eso Andrés Manuel López Obrador tiene toda la razón ¿Es válida la crítica periodística o la denuncia ciudadana? Por supuesto que sí, pero tiene que estar bien sustentada, bien argumentada, para no caer en falsedades.

Y eso aplica para la denuncia contra cualquier personaje público que tenga alguna responsabilidad en el quehacer institucional; para acusar hay que tener las suficientes pruebas y conducirlas a los órganos de fiscalización y de justicia adecuados.

Lo preocupante de la acusación contra el Ejército Mexicano es querer confrontar a la Iglesia Católica, a su jerarquía (en este caso la Arquidiócesis Primada de México o de la Conferencia del Episcopado Mexicano) con el Poder Ejecutivo y, muy en particular, con las Fuerzas Armadas.

La versión periodística fue como una especie de llamado a la sedición, al toque de las campanas de la Catedral Metropolitana, para salir en defensa de un recinto sagrado para millones de mexicanos. Y eso no se vale.

Los periodistas tienen que ser demasiado cuidadosos para no caer en el juego perverso de los demás grupos de poder y de presión que, en tiempos electorales, son capaces de todo.

A López Obrador, como se hizo con los ex presidentes de la República, se le seguirá criticando desde todas las trincheras mediáticas porque esa es parte de la responsabilidad periodística, pero no a cualquier costo.

La crítica periodística, la denuncia profesional, tiene que ser siempre una valoración equilibrada y bien fundamentada de un ejercicio público que no esté dando buenos resultados para la gente. Eso nadie puede cuestionarlo ni mucho menos censurarlo.

Pero de eso, a estar inventando el hilo negro o las mangas del chaleco a algo que no fue, que no sucedió, es muy diferente. Hay que ser cuidadoso de las formas y del fondo.

 

Y en el sector sindical…

 

Tratándose de corrupción, en todas partes se cuecen habas. Los trabajadores del sector de la limpieza insisten en alzar la voz ante lo que parece ser un caso de enriquecimiento inexplicable. 

Se van duro contra el líder de la Unión Nacional Independiente de Trabajadores y Empleados de Limpieza (Unityel), Marco Antonio Reyes Saldívar. 

Esta organización, como se sabe, es un apéndice de la Asociación Sindical de Obreros y Empleados de Mantenimiento, Conservación, Limpieza, Seguridad y Servicios en General , Similares y Conexos de la República Mexicana.

Pertenece a la sección 15 de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y ¿adivinen por quién está controlada desde hace más de 30 años? Efectivamente, por la familia Reyes. 

En sus denuncias, los trabajadores del sector acusan a Reyes Saldívar de beneficiar a empresas agremiadas a la Unityel como Ocram Seyer, que presta el servicio en el INAH, Issste, Sectur o Conagua.

La suma de contratos que tiene activos esta empresa ronda los 139 millones de pesos. 

Un caso similar es el de la empresa Rapax, contratada por la SCT, FGR y el IPN; sus contratos suman 312 millones. 

Otra empresa cobijada por Reyes Saldívar es MER Solutions, que brinda el servicio de limpieza en Diconsa, IMSS y el CIDE, con un total de 2 millones en contratos.

Los trabajadores de este golpeado sector han denunciado la acumulación de riqueza que ha logrado el líder sindical; aseguran tener información de que los flujos de dinero que maneja, en el sindicato y en lo personal, son muy elevados.

Dicen tener registros de operaciones consideradas “inusuales” por el sistema financiero, que deberían “prender las alarmas” de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF). 

Presuntamente, los saldos promedio de las cuentas bancarias rondan los 700 millones de pesos, por lo que todos los indicios apuntan a que el sindicato es usado para evadir impuestos, además de ser un instrumento para presionar a autoridades y a empresas que no están agremiadas a la Unityel.

Los trabajadores aseguran que, en lo que se refiere a propiedades, Reyes Saldívar tiene más de 200 millones de pesos tan sólo en inmuebles. 

En la colonia San Rafael de la Ciudad de México le tienen ubicados tres inmuebles de su propiedad, en las calles Joaquín García Icazbalceta, Ezequiel Montes y Alfonso Herrera. 

Presuntamente, estas no son las únicas propiedades que tiene el líder de la Unityel, también tiene dos casonas en la calle Mariano Azuela, en los números 74 y 101, en la zona de Satélite, y otra más en Prado Largo, en Zona Esmeralda de Atizapán de Zaragoza.

Algunas de estas propiedades son utilizadas como oficinas del sindicato y de las empresas de limpieza con las que tiene relación. 

Ante este tipo de escándalos que afectan la imagen del país, es buen momento de que la Secretaría del Trabajo y Previsión Social tome cartas en el asunto y ponga orden en este sector de la limpieza.

Mientras sean peras o manzanas, este líder gremial representa un claro conflicto de interés con la llamada Cuarta Transformación que, según el gobierno federal, va muy en serio.

@elmerando

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Elmer Ancona Dorantes

Periodista y analista político. Licenciado en Periodismo por la Carlos Septién y Maestrante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UNAM. Catedrático. Escribe en diversos espacios de comunicación. Medios en los que ha colaborado: Reforma, Notimex, Milenio, Grupo Editorial Expansión y Radio Fórmula.