Vacío partidario en México

  • Rodrigo Rosales Escalona
Crisis de identidad y representación en los partidos

"En su lucha contra el poder unido de las clases poseedoras, el proletariado no puede actuar como clase más que constituyéndose él mismo en partido político y opuesto a todos los antiguos partidos políticos creados por las clases poseedoras". Carlos Marx y Federico Engels en el Manifiesto del Partido Comunista.

 

Todo movimiento que apuesta al presente y al futuro tiene el registro de su
conciencia y la memoria de su práctica. Memoria que, si se reduce a un sistema catequista, es decir simple y marginal de no ubicar un proceso histórico que permita ir conectando con el presente, estará desconectado de la lógica dialéctica, por lo tanto, la exposición de los hechos, se limitará a la reproducción de ideas sin contexto reflexivo ni valorativo, cuyas consecuencias son de emitir juicios sin valor.

Como señala un amigo sobre la problemática que padecen los partidos políticos en México, sentencia: “Crisis de identidad y representación en los partidos”.

Ante ello, partamos de la concepción de lo que debe constituir un partido político:

Los partidos políticos son entidades de interés público que tienen como fin promover la participación de los ciudadanos en la vida democrática, contribuir a la integración de la representación nacional y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo.

Se encargan de presentar candidaturas a ocupar diferentes cargos políticos. Para eso movilizan el llamado apoyo electoral. También contribuyen a organizar y orientar la labor legislativa, articulan y agregan nuevos intereses y preferencias en la ciudadanía.

Es esencial para contribuir a estructurar el apoyo político a determinados programas, intereses socio-económicos y valores. También interpreta y defiende las preferencias de los ciudadanos, forma gobiernos, y establece acuerdos políticos en el ámbito legislativo.

Un partido político es un grupo organizado de personas que comparten objetivos y opiniones políticas semejantes y que buscan influir en las políticas públicas mediante la elección de sus candidatos para cargos públicos.

En un Estado de derecho, los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y expresión de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad serán libres y su estructura interna y funcionamiento han de ser democráticos.

Un partido político es una organización o asociación política estable, la cual, apoyada en una ideología determinada, que será afín entre sus afiliados y seguidores, aspira en algún momento a ejercer el poder de una nación para poder imponer y desarrollar su programa político.

Como cualquier otro tipo de asociación, los partidos políticos necesitan organizarse internamente y crear una determinada estructura que les permita llevar a cabo sus funciones.

Hasta aquí, se supone que un partido político debe integrar y aplicar criterios de su organización para proyectarse en expresiones sociales e ideológicas.

Sin embargo, en México, vamos encontrando que existe un choque y ruptura entre su doctrina y estatutos, con el actuar de militantes y dirigentes, con respecto a las necesidades sociales, porque desaparecieron sus principios, por otros de intereses individuales y de grupo, cuyas actuaciones se reducen a la pugna por y para el poder.

El problema radica en el concepto de Democracia, donde la democracia mexicana y el largo camino de nuestro país hacia ella son cuestiones críticas como cruciales para cobrar interés en todos los sectores sociales que les satisfaga el discurso y objetivos de un partido.

La revisión de las estructuras y características institucionales del modelo político mexicano, se ha caracterizado por una pugna por el poder, que se pierde su relación social en cuanto llega al mismo.

Claro está que la hegemonía de un partido político como el PRI, se sustentó en la Revolución Mexicana, donde le extirpó su razón de ser, por una Institucionalidad que limitó a la democracia, en cuanto a que no condujo a la estabilización política, a la legalidad o desarrollo.

Sin embargo, y a pesar de esa hegemonía, en los otros partidos como el derechista PAN, el Partido Comunista Mexicano, que permaneció en la clandestinidad hasta 1978, y otros más, orbitaban en las nubes del juego político. Todos, tuvieron algunos exponentes militantes con grado de oratoria y valor de discurso que daban forma a su liderazgo.

La corrupción fue arrinconando al poder, quien estipuló una ruptura con la historia revolucionaria, por una tecnocrática o neoliberal. Si pensamos que es Miguel De la Madrid, él solamente abre la puerta a la tecnocracia, quien realmente irrumpe y va dando forma a un nuevo modelo político de gobernar en todos los sentidos, es Carlos Salinas de Gortari, quien identificando sus coincidencias y diferencias para promover una reforma substancial dentro del Estado y sus élites gobernantes.

La democracia siempre ha estado evidenciada por actos de corrupción y represión, si añadimos el movimiento ferrocarrilero de 1957, magisterial y doctores en 1962, el 68 y Jueves de Corpus. Los movimientos sociales que recibieron el mismo trato, inclusive, detención de líderes o la desaparición de los mismos, bajo un México convulsivo, intenso y conflictivo, que va a ir generando la necesidad de fabricar un nuevo modelo político, que diera forma a una nueva estrategia de gobernar junto con poderes fácticos.

El salinismo, a diferencia de sexenios anteriores, al apegarse a la línea de Washington, requería despojar de identidad nacional y política a México, desde el factor educativo al constitucional, para ir amoldando el modelo privatizador, sometiendo a los grupos sociales al sometimiento absoluto de sus dictámenes de gobierno.

Si bien llega con una imposición electoral, derivando en un fraude, comprendió que Cuauhtémoc Cárdenas y el nacimiento del PRD, debería debilitarlo como y sobre todo a las bases sociales, máxime a sus cuadros. Sexenio que derivó en la eliminación física de 679 de los mejores cuadros de dicho partido, proceso que el salinismo recurrió a la degradación de algunos, mediante la compra de voluntades, para que, en conjunto con el PAN, dieran ya cuerpo al neoliberalismo caníbal.

Entre tanto, el proceso de degradación ideológica, para evitar una sociedad que pudiera emitir sus reclamos con argumentos legales, la modalidad de compadrazgos partidistas a modo, también denigró y empobreció de líderes sociales, capaces de emitir postulados ideológicos con argumentos sólidos. Eso culminó con el salinismo. Los partidos políticos son un guiñapo y gazapo, porque simplemente son agregados a lo que disponga Salinas.

De Ernesto Zedillo se le marca como el quiebre político del partido hegemónico, ante la imposibilidad de sostenerse ante cuestionamientos sociales en el país, como internacionales de corrupción.

Para mí, con Vicente Fox, no se inaugura la esperanza democrática anhelada socialmente, porque es el mismo poder político salinista y fáctico, quien, desde la sombra, maneja los intereses nacionales, máxime con Felipe Calderón, quien al final, le da ya cuerpo a ese diseño privatizador, con consecuencias drásticas nacionales, así como empobrecimiento social, represión sistemática y una guerra contra el narcotráfico, como forma de justificar que llega al poder con “firmeza”. Genaro García Luna, es la radiografía de quién es en realidad Felipe Calderón.

Con Enrique Peña Nieto, la corrupción llega al límite social de soportar esa criminalidad y traición a la paria por el despojo que padece, y que los beneficiados es el capital monopólico mexicano y extranjero. ¿Y los partidos políticos? Bien gracias, jugando al juego que todos jugamos, es decir, comparsas cómplices, manipulando al concepto Democracia.

Regresemos, el partido de Estado (PRI) predominante y en proceso de agonía, se convierte en multiparidad en las entrañas del PAN, PRD y MC, limitando a sus dirigentes a la orquesta de las ganancias, haciendo de la hegemonía de uno solo en la oposición compartida, ya sea desde el legislativo con voces similares, con cultura política y religiosa semiautoritaria alimentada de principios democráticos significativos. Gobiernos alternativos donde el ramo judicial no se ejerce con justicia o casi no tiene influencia. Dirigencias políticas que se apegan al ejecutivo de manera desmesurada y radicalmente dividida acerca del liderazgo y de la orientación política que debe imprimirse a la nación.

Un Salinas que logró, desde la cañería del poder, despojar y deformar a la Política e ideología de sus formalidades, al adueñarse de las voluntades de los partidos, haciendo de sus dirigentes, que no líderes, una caterva de simuladores, fieles a la tecnocracia apátrida, un escudo para complicidades del poder, cuyas consecuencias las padecemos ahora.

Un Salinas que, mediante sus títeres de partidos, logró hacer de la corrupción e impunidad la reina del póker, y pirinola, donde todos ganan menos el pueblo. Si le reconozco su sagacidad de adueñarse de voluntades, de hacerlos cómplices a todos, de ser sus voceros en la “política” como en lo legislativo. Incluso, se dio el lujo de ir sembrando gobernantes en el tiempo.

Salinas que, para extirpar el valor de toda ideología, la suplantó con el concepto “pragmático” a toda forma de expresión política que se basa en prejuicios y apenas observa las consecuencias que no encajen con los prejuicios de base, que es muchas veces lo opuesto al sentido original del pragmatismo filosófico. Por lo que cuando se le cuestiona su proceder corrupto, se concreta a decir: “Todo es política ficción”. Fácil y cruel.

El método de adueñarse de voluntades, mediante la compra de las mismas en el aparato político, partidario o empresarial, no tiene límites, con Salinas, lo encontramos en cada momento de estos 40 años. Al grado de que ya no contamos con líderes políticos que emitan argumentos y postulados dignos de ser, al contrario, la pobreza argumentativa como semántica, es absurda.

Entre los pragmáticos, tenemos en Puebla a Rafael Moreno Valle, quien supo extraer jugo del salinismo en el método de compra de voluntades en cada partido político, al hacerlos sus satélites sin voluntad ni dignidad, donde cada uno se sometió a sus designios y así imponer caprichos. Su labor de convertirse en presidente de la república y dejar herencia de poder en Puebla, la muerte se lo impidió.

Ante el hartazgo social de ese proceso corrupto y de represión, más el robo y saqueo de la nación, condujo a un pueblo a demandar con fuerza, a romper con ese mecanismo de gobernar tecnocrático. Ciudadanía que va recobrando voluntad y confianza de sus valores dormidos, contra esa degradación para ir moldeando a una democracia que le de respuesta a sus demandas.

Así como en 1988 Cuauhtémoc Cárdenas fue el sentir social, Andrés Manuel López Obrador y Morena, cobran sentido una democracia en proceso de definición.

El problema preocupante que se presenta, es que si el PAN, PRD, PRI y MC, están en la palestra del juicio social, máxime que es ampliamente notoria la falta de liderazgos que impriman una digna postura ideológica, porque ya no existe, al grado de que el dirigente del PAN, Marko Cortés, invita a Felipe Calderón y a su esposa Margarita Zavala a reincorporarse al partido, como si no tuviera noción alguna de que si el INE les negó el registro a México Libre, es por razones de peso, Marko también excluye que durante el gobierno de Calderón, está en juicio histórico por las mismas razones que Peña Nieto, cada uno tiene su ancla  y lastre, el primero con García Luna y Peña con Lozoya Austin, personas que revelan como la corrupción y la criminalidad están profundamente arraigadas desde el salinismo.

Pues bien, López Obrador, mediante Morena, logra consolidar ese clamor social de justica en proceso, con lastimosas herencias de corrupción que mantienen a la economía, aparato productivo y financiero, como también al sector salud, educativo, etcétera, en una encrucijada; aunado a poderes fácticos y de intereses partidistas y de gobernadores que se resisten a ir cobrando una necesidad de nación que salga de ese marasmo de incongruencias tecnocráticas que mantienen al país en crisis, se supone que Morena y sus militantes, se irían conformando en partido político, pues no, se reducen a lo que se deformó el PRD, en tribus que tienen intereses personales, sin permitir ser partido de masas.

Morena padece el mismo síndrome que los otros partidos, aparentan tener una filosofía y doctrina política, en los hechos, como escribió Daniel Cosío Villegas: “los partidos políticos, no son lo suficiente para la salud política nacional. Como no han ganado ni están ganando bastante fuerza, es difícil esperar confiadamente que un futuro previsible lleguen a ser un muro de contención del poder desbordado del gobierno y de su partido”.

Cosío fue un Nostradamus, porque si viera el presente, diría “se los dije”, Morena como los otros partidos, son como un barco sin brújula en alta mar, más con huracán en contra, también como una ballena varada en la playa.

Es lamentable que cada partido político, está reducido a su máxima expresión, con una fachada democrática superficial, frente a una sociedad demandante de valores democráticos y la compatibilidad entre su noción de democracia y la evolución de sus instituciones políticas, porque el hartazgo y cansancio social expresan de diversas formas en sus juicios y percepciones una ira contenida.

No veo ni encuentro en los partidos políticos dignidad de respuesta social, al contrario, los vicios e intereses tienen distintas formas de vestir y caminar, sobre todo, sin dignidad alguna.

La nación está pendiente y demandante. El tiempo está en su contra, mientras no tengan liderazgos reales y comprometidos con el pueblo. Las consecuencias son las que ellos arrojen. Sin más.

Bibliografía recomendada

Cosío Villegas, Daniel (1987). El sistema político mexicano. México: Joaquín Mortiz.

Cordera, Rolando y Tello, Carlos (1986). México la disputa por la nación. México: Siglo XXI

Gonzáles Casanova, Pablo (1988). El estado y los partidos políticos en México. México: Editorial Era.

Villoro, Luis (1998). El poder y el valor: fundamentos de una ética política. México: FCE

Villoro, Luis (1985). El concepto de ideología. México: FCE

Buscaglia, Edgardo (2015). Vacíos de poder en México. México: Proceso-Grijalbo

Dahl, Robert (1991). Los dilemas del pluralismo democrático. México: CNCA Alianza

Gramsci, Antonio (1975). Los intelectuales y la organización de la cultura. México: Juan Pablos Editor

Duverger, Maurice (2006). Los partidos políticos. México: FCE

Bobbio, Norberto (2008). El futuro de la democracia. México: FCE

 

rodrigo.ivan@yahoo.com.mx    Analista político y de prospectiva social

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Rodrigo Rosales Escalona

Periodista y analista político en medios locales y nacional, filósofo, docente en nivel superior, activista social, comprometido con la justicia.