Un 7 de septiembre de 1973 se fundaba la carrera de Ciencias Políticas en la UPAEP, pionera de esta disciplina académica en Puebla y la región.

Curiosamente, un 7 de septiembre pero del 2018 fallecía don Manuel Díaz Cid, fundador de la UPAEP y de dicha carrera, maestro y formador de varias generaciones de politólogos, entre los cuales me incluyo.

Don Manuel fue protagonista de su tiempo. No esperó a ver si alguien tomaba la iniciativa o levantaba la voz para emprender una acción. Decidió ejercer el liderazgo, primero en la acción directa y más adelante, a través de la consultoría, el análisis y la academia.

No me tocó verlo en su etapa juvenil pero dicen que fue un líder formidable, valiente e inteligente. Sin miedo a apostar el físico, enfrentó a las ideologías de izquierda por considerarlas perjudiciales para la sociedad y el país entero.

Se le etiquetó como ideólogo de la derecha, por su férrea oposición al comunismo en los años cincuenta y sesenta, por haber fundado el Frente Universitario Anticomunista (FUA) en la Universidad Autónoma de Puebla y posteriormente, a principios de los setenta, haber incidido en la fundación de la UPAEP.

Fue asesor del combatiente sector empresarial en el estado y en el país, del último cuarto del siglo XX, analista político como Director del Instituto de Investigaciones Motolinía, mismo que generaba un documento denominado “Entrelíneas”, extraído de sus análisis semanales grabados en casettes.

“A lo largo de su vida destacó por la publicación de siete libros, como conferencista en diferentes instituciones de varios países del mundo, comentarista, analista político, además de que entre los reconocimientos más importantes que recibió se cuentan el nombramiento de “Consultor del Consejo Pontificio para la Cultura”, (del Vaticano), premio “Mérito Civil” otorgado por el Ayuntamiento de Puebla y Profesor Emérito de la UPAEP.

Debo confesar que me inscribí a la licenciatura en Ciencias Políticas sin saber de la trayectoria e influencia de Don Manuel. No sabía de él hasta que lo descubrí en el aula. La presencialidad -que hoy está limitada por la pandemia- imprimía a las clases de Don Manuel la calidad de cátedras. Fui privilegiado al cursar seis materias con él y con el paso de los años compruebo que no lo aproveché lo suficiente, por no exprimir su conocimiento y experiencia.

Pero la vida me dio la oportunidad de conocerlo mejor fuera de la universidad. Recuerdo con emoción algunas reuniones a las que tuve oportunidad de asistir en su casa, allá por los años 2003 y 2004. Hablamos de la política real y aplicable a la situación del Estado en ese momento.

En esas visitas pude comprobar su enorme sencillez y calidad humana. Pese a contar con más y mejor información, se daba el tiempo para escuchar de manera atenta y respetuosa, para finalmente dar su opinión.

Jamás lo vi imponer su criterio o punto de vista y aunque en sus últimos años de vida reconoció algunos excesos en sus posturas ideológicas en la juventud, para la última década del siglo XX y principios del siglo XXI, don Manuel era un analista agudo, crítico, preciso pero moderado.

Así lo recuerdo, como muchos otros politólogos y politólogas que tuvimos la oportunidad de conocerlo. Cuando te acercabas a él para pedirle consejo o alguna recomendación, no te la daba, más bien dejaba que tú mismo la tomaras, en una especie de método socrático.

Su sabiduría y su amistad fueron invaluables.

En este momento difícil de la historia, necesitamos voces con un liderazgo moral como el de Don Manuel Díaz Cid, que nos orienten y nos impulsen a la acción.

Por eso, después de dos años de su partida, estoy convencido que debemos reactivar sus líneas de investigación, darle vida a su cátedra sobre geopolítica y actualizar su legado. Es lo menos que podemos hacer para honrar su memoria…