Confesiones de encierro

  • Alejandra Fonseca
Las pequeñas cosas

“Hay días que me despierto sin ganas. No quiero levantarme y que el sol no entre a mi cuarto. No abro los ojos, meto mi cabeza bajo las sábanas y aprieto fuerte mis párpados para no ver ni la luz. Están mis hijos y lo bueno es que ellos se preparan su desayuno; pero la comida ¡qué te puedo decir!, compro chilaquiles y que mis hijos se los preparan con milanesa o huevo. ¡A mí ni hambre me da!

“No, no es depresión; tampoco tristeza. No sé cómo llamarle. Ayer hablé con mi prima y dice que a ella también le pasa; me contó que un día que se sentía así, le entró una gran añoranza de cuando era niña y se sentaba en la banqueta afuera de su casa de y se ponía a pintar en la arena con una ramita de árbol; lo disfrutaba mucho sin importar si estaba sola. Entonces me dijo, ‘¿Sabes? extraño disfrutar el ocio’. La época de salir a la calle y mirar las hojas de los árboles, sus formas, tamañas y colores y subir a los árboles a recoger los famosos frijolitos rojos, los colorines; cuando te recostabas sobre el pasto a imaginar lo que quisieras ¡y ahí estaba en el cielo, en las formas de las nubes!

“Ahora todo es trabajar; accedes a internet 24/7 para buscar el tan cacareado ‘éxito’. Te chingan día y noche con que: ‘¡No desperdicies tiempo, no te distraigas, enfócate porque mientras tú duermes, del otro lado del mundo se están haciendo millonarios!’ Y te cuentan supuestas ‘historias de éxito’ que son puras mentiras: que un don nadie se volvió millonario cuando lo imaginó y se puso a trabajar como loco para lograrlo, y te enseñan fotos del tipo con trajes caros, coches último modelo, relojes de marca y casas lujosas, y nada es verdad. 

“Persigo un sueño que no es mío ¡y extraño esas pequeñas cosas que me hacían feliz! Y si un día no me quiero levantar, ¡está bien!, no pasa nada; y si un día me quiero sentar a la mesa en la cocina a disfrutar una plática de ocio y risas con mus hijos, ¡está bien! ¡Se me está yendo la vida persiguiendo un sueño de opio!

“Un día, después de bañarme, abrí mi closet y vi tanta ropa y zapatos, ¡era infinita! ¡No me la voy a acabar, aunque yo dure mil años! Es una carrera sin fin de ‘éxito’ y ‘consumo’ donde acumulé lo que no te imaginas de cosas, y que en seis meses de encierro no me he puesto ¡ni una!, escúchame, ¡ni una! Y me pregunto, ¿para qué?

“Esta dinámica es absurda, es una carrera loca contra la vida en la estoy desde hace años; pensaba que trabajar como loca, persiguiendo ganar y ganar dinero para tener cosas me hacía feliz, pero no; ¡comprar compulsivamente era un grito de auxilio de que algo no estaba bien conmigo y ahora me doy cuenta!

“Lo que necesito como el aire es recordar cómo disfrutar el ocio, esas pequeñas cosas que me hacen gozar de-a-de-veras. Así curaré mi alma ¡y se lo debo a la pandemia!”

alefonse@hotmail.com

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Alejandra Fonseca
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes