Candidatos y gobernantes

  • Víctor Reynoso

Giovanni Sartori se preguntó alguna vez si las elecciones eran indispensables para la democracia. Respuesta obvia: sí, son indispensables. Preguntaba después si son buenas para la democracia. No, no son buenas.

Estamos viviendo esa paradoja, planteada por este autor con algo de exageración retórica. ¿Por qué las elecciones no son buenas para la democracia? Hay varias razones. Una, son un incentivo para la demagogia, para prometer cosas que no se van a poder cumplir.

Otra, se destacan y se simplifican los problemas. Aquí puede haber algo positivo: al señalarse los problemas se enriquece la agenda pública. Pero en las campañas electorales esto se suele hacer de manera simplificada, que poco aporta a la posterior resolución de los mismos.

También porque se polariza la sociedad. Es frecuente que se divida a ésta entre buenos y malos, de nuevo simplificando.

Finalmente, porque los políticos en campaña tienden a mover la parte más emotiva, a veces con muy poca racionalidad, de sus bases electorales.

Lo estamos viendo en el caso de Donald Trump. Él mismo lo señaló en su campaña anterior: cuando la intensidad del proceso bajaba, tocaba el tema del muro. El muro que según él va a pagar, que ya está pagando México. No es casual que al acercarse las elecciones y al verse abajo en las encuestas vuelva a tocar el tema.

Y lo mismo sucede en México. La crítica a la corrupción ha sido para López Obrador lo que el muro a Trump. No es casual que en las últimas semanas su principal tema haya sido la propuesta de una consulta para ver si se juzga a los expresidentes.

Más allá de lo inusitado de someter a consulta popular si se aplica o no la ley, parece haber aquí una nociva preferencia: mantenerse en campaña política en lugar de gobernar.

Resolver problemas públicos es una labor complicada. Publicitarlos, no. Gobernar bien es mucho más complejo que realizar una campaña electoral exitosa.

Pero la política democrática no se trata tanto de acceder al poder, sino de ejercerlo de manera eficaz para resolver los problemas de la sociedad. En el vecino del norte y en nuestro país vemos a dos políticos cayendo en la tentación de concentrarse en lo que hacen bien, campañas electorales, descuidando lo que se les ha complicado: gobernar para generar bienes públicos.

Una vieja frase: en las campañas los políticos deben verse y escucharse. En el gobierno deben sentirse, en un sentido preciso: resuelven problemas públicos

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Víctor Reynoso

El profesor universitario en la Universidad de las Américas - Puebla. Es licenciado en sociología por la UNAM y doctor en Ciencia Social con especialidad en Sociología por El Colegio de México.