#Vacunatón

  • Moroni Pineda
LA MISMA MONEDA

 

 

Por Moroni Pineda

           

            Las acciones de las farmacéuticas van al alza. Esas empresas vistas muchas veces como las mercenarias de la salud, están teniendo sin duda su mejor año, o haciendo su agosto como le decimos localmente. Cada anuncio que emiten y cada gobierno que lo respalda en torno a una posible vacuna contra el COVID-19, dispara a todo lo alto una respuesta positiva por parte de los inversionistas mundiales que ni tardos ni perezosos, corren a meterles dinero. Nunca antes en la historia de la humanidad un piquetito salvador había valido tanto. El derrumbe de la salud y la economía global son solamente uno de los lados de este drama, porque en el sentido más amplio, quien produzca la tan anhelada cura será quien encabece la loca aventura por el dominio mundial. Muchos analistas equiparan este momento al vivido en los años sesenta con la carrera espacial y también con la guerra fría, en donde la energía nuclear y la superioridad técnica eran las armas de convencimiento y equilibrio. Hoy, la salud se ha convertido en esa enorme palanca que puede cambiar el rumbo. Una vuelta a lo básico, como siempre debió haber sido.

Pero por cada 1,000 posibles intentos de vacunas, solamente una produce a lo largo del tiempo los resultados esperados. Cada medicina que es fabricada artificialmente tiene efectos colaterales, y estos solo pueden ser medidos en un muy amplio espectro, tanto de personas como de tiempo. No basta el billete que todo lo mueve y apura es, sobre todo, un tema de la naturaleza.  Hasta este día, la humanidad no ha logrado una vacuna para la gripe común, una de las variantes de la influenza estacional. Con toda nuestra tecnología e inmensos laboratorios, una estación espacial girando alrededor de la tierra, misiones planeadas a Marte, y feas camionetas de Elon Musk, la humanidad tiene que seguirse sometiendo al milenario ritual de tirarse en cama después de comenzar a estornudar, pensar en escribir su última voluntad por eso de los dolores y esperar entre síntomas incomodos que la naturaleza acuda al rescate. Dicho esto, con una enfermedad como el Coronavirus, cada cepa de las 6 identificadas y cada situación particular son un universo inmenso al que simplemente no podemos apelar. Hincados permanecemos ante la organicidad de nuestro cosmos. Tal vez esa sea la razón por la que la vacuna memelera lanzada por Rusia no tiene acumulada hasta el día de hoy ninguna una orden de compra masiva de países foráneos. Sin evidencia científica ni rigurosidad sanitaria, es imposible confiar en un medicamento lanzado por medio de una voz política como la de Putin, pero sin una voz médica reconocida que la avale, por lo menos hasta el día de hoy. Solo su Presidente autocrático osó ponerse la primera picada en el brazo sin que nadie más lo siguiera. Nadie, nadie, nadie.

Los mismos expertos de Oxford, a quien tantos aluden últimamente, han establecido la ruta crítica mínima. Desarrollo de respuestas autoinmunes, pruebas, otra vez pruebas, muchas-muchas-muchas pruebas más, aprobación sanitaria, producción y finalmente distribución. Sin tanto anuncio farolero, varios documentos pronostican que una vacuna eficaz se tendrá hasta mediados o finales del próximo año. Fíjese, fíjese, fíjese. Podrán surgir antes de esto muchas vacunas, pero la eficacia de las mismas estará en entre dicho, especialmente sino pasan los tramos necesarios y pueden comprobarlo. Con la cura para la polio los científicos se llevaron más de 10 años en su desarrollo, siempre caminando en un sistema de prueba y error, y otros 40 para universalizarse y finalmente llegar a la erradicación total. Por supuesto que, en nuestro tiempo, los avances tanto científicos como en comunicaciones juegan a nuestro favor y, seguramente, permitirán alcanzar una vacuna en un tiempo record, pero de ninguna manera mágico. La mejor contención que tenemos sigue siendo el distanciamiento social, el cambio de hábitos sanitarios y el uso de cubre bocas. Estos son los ingredientes indispensables que han logrado contener en poco tiempo el avance de esta pandemia, con todo el dolor que ha significado la muerte y el sufrimiento de muchas buenas personas. Es la primera vez que el mundo logra una coordinación como esta y los resultados, aunque por un lado lamentables, son también por el otro muy alentadores. PO eso, a cada anuncio de una vacuna mágica solo recuerde que existe alguien quien está embolsándose mucho dinero o buscando muchos votos. Una u otra, no hay más.

Y por favor, no vaya a pensar que lo que escribo es producto de mi pesimismo o de la frustración por estar recluido catastralmente. Soy el primero en anhelar una solución a este enorme problema de salud pública. Amigos queridos, familiares y conocidos han enfermado y algunas veces fallecido por este terrible mal, que al principio muchos minimizaron. Mi voz junto con la de otros se alzó para pedir celeridad y seriedad, cosas que llegaron hasta muy avanzado el contagio. Hoy, bajo esa misma premisa, me parece importante que sea la cordura e inteligencia la que guíe nuestros pasos en este nuevo mundo. A la par de buscar medicinas correctivas, también debemos prepararnos pro-activa y preventivamente. No será la última enfermedad ni pandemia que amenace a la humanidad, pero en lugar de apostarle a soluciones inmediatas y milagrosas, avoquémonos en fortalecer los organismos internacionales como la OMS, e inclusive los muy prestigiados como el CDC americano. Cortarles fondos y reducir su influencia solamente nos regresará en algún momento del futuro al punto de urgencia en el que nos encontramos hoy. Medidos como están, los costos humanos y financieros que han significado en esta pandemia por momento surrealista, deberíamos empezar a tener conversaciones serias sobre cómo hacer avanzar los sistemas de salud nacionales y del mundo entero.  

Un vacunatón cada 40 o 50 años es el peor remedio para cualquier enfermedad. Que ojalá la próxima vez si nos agarren confesados. Ojalá.

 

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Moroni Pineda

Activista permanente. Participa en Consejos de educación estatales y municipales, Fundación Paisano, La iniciativa bilateral México-Estados Unidos, UNETE, Mexicanos Primero, Presidente del Consejo de Participación Social