De todos es sabido que un grupo de sudamericanos encontró en Puebla, específicamente en la capital, un paraíso para robar relojes en zonas como la Vía Atlixcáyotl, la Avenida Juárez y la Calzada Zavaleta.

El modus operandi es conocido también por todos:

Tienen "halcones" o vigías en lugares específicos, como el Centro Comercial Angelópolis, Plaza Marsala, Vía San Ángel, así como en la zona exterior de restaurantes de la Avenida Juárez e interior de los Starbucks de Calzada de Zavaleta; caminan como clientes por Plaza Solesta y circulan los pasillos de Superama, Chedraui Selecto, y City Market.

Identifican a aquellos que llevan cierto tipo de atuendos, bolsos de marca y relojes.

En el caso de los Starbucks, están ahí como clientes. Alguien llama al miembro de la banda, quien se acerca y apunta a su víctima con una pistola a cortísima distancia, sin hacer escándalo. Le habla en voz baja, amenazando con matarle si no le da el reloj. Salen del café caminando y un vehículo, por lo general una camioneta tipo Van con puertas corredizas, los está esperando para huir.

En el café permanece un miembro de la banda, como uno más de los clientes, que reporta si la policía ha sido alertada o cualquier acción que atente contra su huida.

En los restaurantes, estos delincuentes colombianos y venezolanos principalmente, esperan afuera y están coludidos con meseros y valet parkings. Y atracan a sus víctimas mientras esperan sus vehículos o durante su recorrido más adelante.

Su operación está de regreso en Puebla, ahora que comienzan a abrir los restaurantes y plazas comerciales.

Si el que escribe estas líneas, conoce el modus operandi de estos hampones, los lugares en los que atracan y las zonas que recorren, ¿qué acaso las autoridades municipales de Puebla, San Andrés Cholula, San Pedro Cholula y Cuautlancingo, así como la Policía Estatal no deberían también saberlo?

Estas bandas le hacen mucho daño a Puebla. Siembran miedo y paranoia, y si de por sí la economía está y continuará muy golpeada por la pandemia, lo que menos necesita nuestro estado, es miedo a salir por ser asaltados a plena luz del día, en lugares que teóricamente deberían contar con operativos de vigilancia permanente.

Si estos criminales han regresado, es obligación de las autoridades estatales y municipales detenerlos cuanto antes, porque sería un insulto para la sociedad que sabiendo abiertamente como actúan, no los detengan.

Sería un claro caso de ineficiencia o de corrupción.

¿Qué es peor?

Oscar Gómez Cruz

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