Las dos caras de la luna y el inicio del ciclo escolar

  • Juan Martín López Calva

“Creo que ser maestro tiene, como la luna, su cara luminosa y su cara oscura. En la vida casi todo es así: no hay nada tan malo que no tenga algo de bueno y al revés. Lo que importa es ser consciente de todo, luces y sombras, para que nada nos tome desprevenidos y sobre aviso no haya engaño…”

Pablo Latapí Sarre. Porque ya atardece, p. 91.

Esta carta puede consultarse en línea en: http://profesormedina.blogspot.com/2009/11/esta-es-la-guia-para-el-primer-examen.html

 

Las clases del ciclo escolar 2020-2021 inician este lunes 24 de agosto con las escuelas cerradas todavía por la contingencia sanitaria en la que seguimos sumergidos desde marzo y que no tiene un plazo previsible aún de finalización.

Los alumnos retornan –los que retornan a la escuela pues se sabe que habrá un porcentaje significativo de deserción- después de cinco meses de encierro más o menos riguroso, de más de una centena y media de días sin convivir con su grupo de compañeros y compañeras, con sus profesores y directores, sin tener pues una vida cotidiana como la que estaban habituados a vivir.

¿Con qué nivel de motivación o entusiasmo iniciarán un nuevo año de clases desde esta modalidad de aprendizaje en casa que como decía la semana pasada[1] parece pintar para ser una versión modernizada de educación bancaria que pasa del depósito en sucursal –el aula- al depósito en cajero automático –la pantalla de TV- de unos contenidos definidos en un currículo que nada tiene que ver con la realidad actual en que viven?

Los profesores regresan a una fase dos de este aprendizaje en casa en el que la televisión –coincido en que no quedaba de otra- será el principal medio por el que se transmitirán los contenidos y en el que ellos y ellas, los educadores y educadoras, los expertos en la mediación pedagógica –aquí sí creo como muchos, que sí había de otra- no tienen un papel claramente asignado y reconocido por la autoridad con el cual presentarse ante sus alumnos y ante los padres de sus alumnos.

Este escenario en el que se inician las clases tiene como dice el epígrafe de la hermosa carta de Latapí a los maestros, un lado oscuro y otro luminoso. He usado antes en otro artículo en el que hablé de los profesores este epígrafe del padre de la investigación educativa en el país[2]. Hoy lo tomo para hacer una reflexión acerca del regreso a clases en el año del COVID-19[3].

           

“El lado oscuro de la luna lo conoces bien. Es el bajo sueldo y, más a fondo, lo que ese sueldo significa: el poco reconocimiento social hacia el maestro. El lado oscuro son también los escasos recursos con que cuentas para realizar tu tarea y la poca atención que les mereces a las autoridades…”

 

El lado oscuro como dice Latapí es el bajo sueldo y más a fondo, lo que significa este sueldo en términos de poco reconocimiento social y de poca atención de las autoridades. La semana pasada el gobernador del estado de Puebla dio un claro ejemplo de esta actitud de menosprecio al decir en tono despectivo: “no veo qué recursos adicionales pongan los maestros en el desarrollo de sus actividades… Han estado en sus casas…”[4]

En el nivel federal el secretario Moctezuma dijo el 3 de agosto que “los maestros y maestras son insustituibles” para inmediatamente después declarar que “los canales de televisión impartirán los contenidos” de todas las asignaturas en todos los grados y niveles educativos y hasta hoy no queda claro cuál es el rol del docente en este ciclo cuyos protagonistas parece que serán los canales y los libros de texto.

 
“Hay, además, corrupción en el medio magisterial; reglas del juego poco edificantes que tienes que aceptar; a veces manipulación, abusos y un doble lenguaje que molesta. Hay también –aunque no es privativo de tu profesión- rivalidades, murmuraciones, envidias y zancadillas de algunos compañeros. Entre todo esto hay que caminar, como equilibrista sobre la cuerda floja…”

 

Además de esto, existe el lado oscuro propio del gremio expresadas en la cita anterior del mismo autor: existe la corrupción, reglas del juego injustas, manipulaciones y abusos de las cúpulas y dirigentes gremiales y también, como lo dice la cita, rivalidades y zancadillas de los mismos compañeros y compañeras.

En las semanas previas hemos conocido por los medios actos de injusticia y corrupción en la asignación de lugares para estudiar en las normales en varios estados de la república, publicaciones sobre sueldos enormes de profesores que están comisionados y no trabajan frente a grupo y en el nivel micro sabemos también de profesores bien intencionados y con ganas de trabajar creativamente en estas circunstancias de aprendizaje desde casa que están siendo criticados o bloqueados por compañeros y compañeras que ya asumieron que la televisión lo hará todo y que ellos tienen ya justificación para no comprometerse.

 

“Ser maestro o maestra es ser invitado, en ciertos momentos privilegiados, a entrar al alma de un chico o una chica y ayudarle a encontrarse, a afirmar paulatinamente su carácter, a descubrir sus emociones, quizás a superar sus temores y angustias. Y para muchos alumnos el maestro o la maestra son los únicos apoyos con que cuentan”.

 

Pero a pesar de este lado oscuro, la docencia también tiene, sigue teniendo el lado luminoso. Hoy más que nunca ser maestro es estar invitado a entrar en el alma de los niños y niñas para ayudarlos a encontrarse, a irse construyendo como personas y a superar sus miedos y limitaciones.

Ser maestro o maestra hoy es estar invitado a desarrollar la creatividad para seguir haciendo presencia y apoyando el desarrollo intelectual y socioemocional de los futuros ciudadanos de este país que tiene tantas carencias y necesidades.

Como dice la cita, en estos momentos especialmente, el maestro o la maestra pueden ser muchas veces los únicos apoyos o modelos con los que cuentan los niños que viven en familias violentas, disfuncionales o rotas.

Por ello sigue valiendo la pena ser maestro o maestra. Por eso sigue siendo indispensable creer que lo que hacemos tiene sentido a pesar de todas las dificultades. Por eso los maestros con vocación siguen resistiendo el lado oscuro de la luna, porque siguen siendo capaces de ver el lado luminoso.

A todos los verdaderos educadores y educadoras, a los auténticos profesionales de la esperanza les dedico este modesto pero sincero homenaje y les deseo que este ciclo escolar tan lleno de incertidumbre y retos venga también cargado de aventuras y momentos privilegiados que hagan que el lado luminoso compense todas las oscuridades.  

 

 

 

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Juan Martín López Calva

Doctor en Educación UAT. Tuvo estancias postdoctorales en Lonergan Institute de Boston College. Miembro de SNI, Consejo de Investigación Educativa, Red de Investigadores en Educación y Valores, y ALFE. Profesor-investigador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).