De sucursal a cajero automático: Aprende en casa II

  • Juan Martín López Calva

“Tal es la concepción “bancaria” de la educación que el único margen de acción que se ofrece a los educandos es el de recibir los depósitos, guardarlos y archivarlos.”

Paulo Freire. Pedagogía del oprimido, pág. 62.

https://yosoytuprofe.20minutos.es/2017/07/17/30-citas-de-paulo-freire/

 

“El dilema es control para la escuela en casa o creatividad para el aprendizaje en casa”.

Manuel Gil Antón. En el podcast: Botepronto.

https://mx.radio.net/p/botepronto

 

            La semana pasada escribí en este espacio acerca del anuncio de esta segunda etapa del programa “aprende en casa” que anunció el Secretario de Educación Pública a nivel federal en la conferencia de la mañana del Presidente de la República del día 3 de agosto pasado y que ha seguido abordando en las conferencias de prensa diarias que le instruyó realizar el mismo López Obrador.

            En ese artículo relacioné este reinicio del ciclo escolar con las escuelas cerradas y los contenidos impartidos a través de los canales de televisión de las cadenas más grandes del país y los canales públicos con el tema de la revalorización del magisterio que ha sido una de las banderas de este gobierno para derogar la reforma educativa del sexenio pasado.

            Básicamente lo que planteaba es que me parece totalmente inconsistente el discurso de revalorización del magisterio con la forma en que actuó la autoridad educativa en la planeación del ciclo escolar porque por una parte, canceló sobre la marcha el trabajo de planeación y capacitación que por instrucciones de la misma SEP estaba ya en marcha y mostró un total menosprecio por el trabajo realizado en esos primeros días por los docentes, directores, ATP y supervisores escolares en todo el país y por otro lado, anunció una modalidad de trabajo en la que, según lo dijo textualmente el secretario Moctezuma: “los canales de televisión impartirán los contenidos”.

            Con ambos gestos, se mandó un mensaje que ignora por completo las experiencias y los aprendizajes valiosos que tuvieron muchos docentes, grupos de docentes y escuelas completas –públicas y privadas- durante los últimos meses del ciclo escolar anterior en los que se puso a prueba la creatividad de los docentes y se hicieron cosas muy relevantes para salvar en lo posible el proceso de aprendizaje de los estudiantes de todos los niveles en las distintas circunstancias de nuestro muy variado y complejo territorio nacional[1].

            Hoy quiero ocuparme de las consecuencias pedagógicas de esta decisión de asumir que el nuevo ciclo escolar dependa casi exclusivamente de la televisión y los libros de texto, dejando de lado y en un papel marginal a los profesores y profesoras.

            Reitero que no se trata de asumir las posturas simplistas que echan la culpa de todas nuestras carencias educativas y culturales a la televisión –simbolizado en el sobrenombre de “caja idiota” con el que los puristas y los afiliados a la corrección política suelen referirse a ella para descalificarla- ni tampoco de quejarse a priori de los conductores de los canales que van a participar en los programas dedicados a la transmisión de contenidos de las distintas asignaturas y niveles.

            El problema de fondo me parece que es distinto y se encuentra en esta frase que tomo de la participación del Dr. Manuel Gil Antón –a quien cité también aquí la semana pasada- que uso como epígrafe hoy: el del dilema entre el control para la escuela en casa o la creatividad para el aprendizaje en casa, en el que la SEP tomó claramente la primera opción.

            Como ya lo he dicho en muchas ocasiones aquí y en otros espacios, tenemos un sistema educativo de muy baja complejidad, un sistema piramidal, altamente centralizado, sustentado en la desconfianza y el control, que está casi totalmente cerrado a la crítica, la innovación y la diversidad y pretende homogeneizar absolutamente todos los procesos, actividades y evidencias a pesar de las enormes diferencias que caracterizan las realidades escolares de nuestro país.

            Precisamente por esta baja complejidad, que como ya he escrito también se reforzó con el retroceso que implicó organizacionalmente la (contra) reforma educativa del 2019, la decisión de la autoridad educativa mexicana fue la de buscar a toda costa que la sociedad percibiera que la escuela va a volver a funcionar “como siempre” –aunque siempre haya funcionado mal- y que se van a cubrir absolutamente todos los programas y los contenidos de cada nivel y año escolar.

            La prioridad es entonces la escolarización y no el aprendizaje, lo central son los contenidos, no el desarrollo de las habilidades y competencias necesarias para que los niños, niñas, adolescentes y jovenes del país lleguen a construir una vida personal y ciudadana que les permita realizarse y aportar elementos significativos para la transformación del país.

            Se trata de la vieja “Educación bancaria” que cuestionaba Freire desde finales de los años sesenta del siglo pasado y que desafortunadamente y por lo que se ve, no ha sido superada.

            Esa educación en la que el estudiante es un recipiente vacío cuya única opción es recibir los depósitos de información, guardarlos y archivarlos aunque no sean significativos ni aporten nada que pueda servir para su vida. Esa educación en la que el saber, dice el mismo Freire, es “una donación de aquellos que se juzgan sabios a aquellos que se juzgan ignorantes”.

            Esta es la concepción educativa que se ha trabajado durante muchos años por dejar atrás pero que ahora vuelve a tomar fuerza al asumirse que lo central es que la escuela siga funcionando como antes y que todos los contenidos de los programas se transmitan –“se impartan” dice el secretario- a través de la televisión sin contemplar explícitamente ninguna mediación pedagógica por parte de los docentes.

            Una educación bancaria modernizada y tecnologizada en la que pasamos del depósito y retiro en sucursal –las escuelas y aulas físicas- al depósito y retiro a través de cajeros automáticos –las pantallas de televisión-.

 

 

[1] Quienes no hayan leído este artículo de la semana pasada pueden encontrarlo en esta liga: https://www.e-consulta.com/opinion/2020-08-10/el-inicio-del-ciclo-y-la-revalorizacion-del-magisterio

 

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Juan Martín López Calva

Doctor en Educación UAT. Tuvo estancias postdoctorales en Lonergan Institute de Boston College. Miembro de SNI, Consejo de Investigación Educativa, Red de Investigadores en Educación y Valores, y ALFE. Profesor-investigador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).