Zombis en México

  • Rodrigo Rosales Escalona

Del quehacer político a la política, dista mucho, en el entendido de que para ese objetivo inicial, se requiere formación, convicción, integridad, valores éticos como deontológicos de una persona que tenga una conciencia e ideología firme sobre el objetivo principal de toda política como de un partido político, asumir una postura con y hacia un sector social o de masas, es decir, ante necesidades, reclamos, anhelos de justicia como de postular una democracia, la persona, se supone, que para eso se va creando dicha conciencia social.

En cuanto a la política a secas, lamentablemente, cuando la actividad partidista de un partido político se conjuga con intereses ajenos a su doctrina y estatutos, donde cuenta con principios y una filosofía, los muta o viola, para imponer sus intereses económicos; entonces, deja de existir principios doctrinarios, al transformarse en zombi.

El objetivo no es otro que dar a conocer estos organismos utilizando a los muertos vivientes, sabiendo que el eco manipulador estaba asegurado, en cuanto a emitir discursos alienantes, como confusos, para enajenar a las masas, al hacerles creer que velan por sus intereses. En los hechos, este tipo de zombi de plutócratas, el resultado es una enfermedad, bautizada como “trastorno hipoactivo de déficit de conciencia”, que se caracteriza por “la pérdida de conducta racional, voluntaria y consciente y su sustitución por una agresión ilusoria/impulsiva, una atención dirigida por estímulos, la incapacidad de coordinar las conductas motoras y lingüísticas y un apetito insaciable por carne humana”.

Ya enserio, el impulso es ser amante de la corrupción e impunidad, para satisfacer su apetito desmesurado por saquear el presupuesto de gobierno, como también aniquilar los bienes nacionales, despojando a la nación de la economía u soberanía.

Zombis que otra cosa que no hay que olvidar que se trata de un juego de suma cero: o gana el zombi o el humano. Esto se debe a su incapacidad de sentir dolor provocado por daños en el lóbulo parietal (donde el cerebro detecta los daños). Por eso o estamos en situación de acabar con él de un golpe o mejor poner pies en polvorosa. Una retirada a tiempo siempre ha sido una victoria.

Es decir, ante las fallas intencionales regulatorias así como la aplicación real del derecho, los apátridas plutócratas, hacen de la criminalidad en todos sus órdenes y estilos, una forma de vida. Entre tanto, a las masas las hipnotizan al hacer les creer que velan por el bien de la patria.

También tienen dificultades para fijar su mirada en algo concreto (síndrome de Bálint), lo que hace más fácil despistarlos (les cuesta fijarse en algo o calcular las distancias), es decir, su mirada está puesta en el jugoso negocio que pueden emprender, al robo a la nación. Pero mucho cuidado cuando se trata de un zombi al que conocimos antes de contraer la enfermedad: no reconocen ni a su madre, así que es inútil apelar a sus sentimientos. Los zombis con sus presas son como los insectos carnívoros: lo que más les gusta de otros insectos es su cerebro.

Claro que tienen un origen estos zombis, siendo el tránsito de México hacia el neoliberalismo en la década de 1980 significó no sólo la instauración de un nuevo patrón de acumulación de capital sino, también, cambios profundos en la estructura social y política, así como reacomodos en el “bloque en el poder”. Entiendo éste en el sentido que le da Nicos Poulantzas.

Este concepto de bloque en el poder indica (…) la unidad contradictoria particular de las clases o fracciones de clase dominantes en su relación con una forma particular del Estado capitalista (Poulantzas, 1986: 308).

De acuerdo con Poulantzas, quien sigue en esto a Gramsci, una de las fracciones que integran el “bloque en el poder” desempeña el papel hegemónico. “Puede, sin embargo, comprobarse que la función de hegemonía en el bloque en el poder y la función de hegemonía respecto de las clases dominadas se concentran por regla general en una misma clase o fracción. Ésta se erige en el lugar hegemónico del bloque en el poder, constituyéndose políticamente en clase o fracción hegemónica del conjunto de la sociedad”

En el caso de México, desde la década de 1960 y como consecuencia del intenso proceso de concentración y centralización de capital y de transnacionalización que experimentó la economía al final de la etapa del modelo de sustitución de importaciones, una reducida oligarquía financiera dominó la economía y se convirtió en la fracción hegemónica del bloque en el poder. Desde el gobierno de Manuel Ávila Camacho, pero principalmente desde el de Miguel Alemán (1946-1952), si bien se mantenía una estrategia desarrollista e industrializadora, se había abandonado el derrotero popular y nacionalista de la administración cardenista. El gobierno se abría a la inversión extranjera, mientras que el proceso de concentración del ingreso y de la riqueza, así como la dependencia de Estados Unidos, avanzaban aceleradamente.

El modelo neoliberal que enraizó en México al calor de la crisis de la deuda externa de 1982 no significó sólo una modificación de la estructura económica del país, sino que implicó una recomposición de las clases sociales, tanto de la dominante como de las subordinadas; en particular, introdujo modificaciones importantes en la configuración de la propia oligarquía financiera. El Consenso de Washington implicó en el terreno político una alianza estrecha entre el capital mopolista-financiero de los centros y las elites internas de la periferia, con objeto de desplegar la globalización neoliberal. En la década de 1980, varios de los grandes grupos económicos mexicanos y las empresas transnacionales que operaban en el país –fundamentalmente para el mercado interno– lograron reconvertir sus empresas y orientarlas hacia el mercado externo. Otros grupos y empresas medianas y pequeñas fracasaron en este proceso de reestructuración y quedaron ancladas a un menguado mercado interno.

Nuevos segmentos de la oligarquía vinculados al sistema financiero paralelo promovido durante el régimen de Miguel de la Madrid emergieron y se instalaron en la cúspide del poder. El proceso de privatización de empresas estatales y paraestatales –acumulación por desposesión, como lo llama D. Harvey (2003), impulsado de manera significativa durante la administración de Carlos Salinas de Gortari – favoreció el proceso de recomposición de la oligarquía mexicana. La “nueva oligarquía” se insertó principalmente en la banca, las telecomunicaciones y los medios de comunicación masiva. Nuevos jerarcas (Carlos Slim, Roberto Hernández, Alfredo Harp Helú, Ricardo Salinas Pliego, Germán Larrea,  González y González Barrera, entre otros) se incorporaron a la lista de los superpoderosos.

La fracción hegemónica en el poder en México está integrada por los dueños de los grandes grupos monopolistas nativos con intereses entrelazados en la minería, los agronegocios, la industria, el comercio, las finanzas y los servicios; por los propietarios de los medios de comunicación masiva en la televisión, la radio y los grandes diarios nacionales y regionales; y por los altos jerarcas de las Iglesias; y también, por qué no decirlo, por los grandes capos del narcotráfico. Y sin duda, crecientemente también por miembros de la cúpula política, entre quienes destacan los altos funcionarios vinculados a la esfera financiera. Sigue siendo válida la frase de Carlos Monsiváis de que los políticos del sexenio presente se convierten en la iniciativa privada del sexenio siguiente. Y cada vez ocurre más lo opuesto. Las empresas y los bancos transnacionales no son parte integrante, en sentido estricto, de la clase dominante; sin embargo, sus intereses en México son representados por la oligarquía interna, su socia menor o gestora.

Es tal la acción de los zombies, que cada uno niega ser apátrida, así como de que no cometieron corrupción alguna, ni actos criminales contra el pueblo, en nombre de la “democracia”.

Sexenio tras sexenio, mantuvieron sus intereses sin parangón alguno, conscientes que el siguiente presidente de la república, los protegería. Sin embargo, hoy son otros tiempos, donde el pueblo con coraje de estar sometido en la trinchera de la injusticia y denigrado, exige que se aplique la ley a secas, de acuerdo a la Constitución.

Lozoya Austin, tal vez, sea la llave que abra el féretro de la inmundicia corrupta contra todos los que empobrecieron y saquearon a la nación. Las investigaciones deben alcanzar a todos. Desde Salinas, son lo mismo, quienes son cómplices. En cada sexenio se acumulan delitos, represión, ejecuciones y desaparición forzada contra líderes sociales; presos políticos. Aunado a miles de muertos y desaparecidos por el narcotráfico, donde Felipe Calderón asegura que “ignoraba que Genaro García Luna, era el principal interlocutor activo con capos del narcotráfico”. La red que tejieron es grande como grande su ambición.

Enrique Peña Nieto, no debe quedar en la impunidad, como tampoco Vicente Fox. Cada uno de ellos, tiene su equipo de zombies, medrando al pueblo, confiados que cuentan con voceros que distorsionan o emiten falsas noticias, intentando ponerles un velo de santos.

A nivel nacional tienen presencia, donde Puebla no se escapa de ese ambiente pútrido, porque también están ligados algunos políticos y personajes con García Luna.

Si bien Carlos Salinas logró imponer o comprar “voluntades y dignidad” de políticos en cada partido político, para hacerlos cómplices y traicionar a la nación, en Puebla, tuvo el mejor y excelente alumno, con Rafael Moreno Valle, quien convirtió a cada dirigente de los partidos políticos como el PRI, PAN, PRD, MC, en guiñapos y gazapos, extirpando dignidad, para transformarlos en fieles zombies.

Cada uno de estos partidos, anda como zombi descabezado, dando tumbos, porque ya sin dignidad ni identidad partidista, usando el disfraz de sus siglas partidistas, se dan cuenta que ya no representan a sus ideales ni a amplios sectores sociales, por lo que los obliga a buscar alianzas, tal como Genoveva y Carlos Martínez Amador, quienes, en cada esquina, pretenden vender su amor. Carlos, no olvida la enseñanza de Moreno Valle, de ahí que dice sentir la corazonada de ser aliado de otro cadáver como el PRI.

Lo trágico es que militantes conocedores de la vergüenza y estado crítico en el PRI, ya anunciaron su renuncia al partido. No cabe duda que su líder nacional, es incapaz de recomponer a su partido, con Néstor Camarillo en el PRI poblano, peor. No aprendió de su extinto amo Rafael. Lástima Margarito.

Calderón y García Luna, dejaron herencia criminal en Puebla, en el entendido de que la impunidad está haciendo estragos en seguridad, como inestabilidad ciudadana.

rodrigo.ivan@yahoo.com.mx       Analista político y de prospectiva social

 

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Rodrigo Rosales Escalona

Periodista y analista político en medios locales y nacional, filósofo, docente en nivel superior, activista social, comprometido con la justicia.