De #AprendeEnCasa a #AprendeComoPuedas

  • Moroni Pineda

El modelo de escuela tipo Chavo del 8 ha quedado atrás. Esa idea de un docente impartiendo cátedra mientras recibe manzanas y avienta uno que otro gisazo, grito y coscorrón a algún despistado, no será más. Antes de diciembre del 2019, todos los sistemas educativos del mundo se encontraban inmersos en procesos profundos de transformación, rodeados por un lado del crecimiento de la tecnología digital, la inundación de contenidos y el acceso casi universal a instituciones y toda clase de certificaciones en línea; y por el otro, de una generación disruptiva, que reclama como suya la construcción de un nuevo modelo de sociedad, basado en los derechos humanos, la diversidad y la identidad propia. Y todo esto era antes del 2020.

Con la pandemia, este proceso de transformación fue lanzado 15 años en el futuro y hoy nos ha alcanzado. Es la nueva realidad o normalidad como le dicen. En el caso de México, si bien muchas instituciones sobre todo de educación superior, ya estaban aventajadas en algunos de estos cambios, el grueso del sistema, especialmente el básico y público, no termina aún por definirse. Pero en el mundo, los países europeos y asiáticos, en particular estos últimos, traían ya una gran ventaja, acumulada después de años de invertir y mantener una visión unificada de lo que significa la educación para su esencia nacional. Si la diferencia respecto a las naciones más avanzada que ya nos aventajaban, era de por lo menos 25 años, después de la pandemia México corre el enorme riesgo de aumentar esa brecha a 35 o 40 años, dejando a por lo menos 3 generaciones más de coterráneos corriendo hacia una inercia cuesta abajo de pobreza y desigualdad. No olvidemos la fórmula, salud y educación es igual a mayor riqueza.  

Esteban Moctezuma es sin duda una persona destacada y conocedora del sistema educativo y de los procesos gubernamentales en México. Trae un pulso único por su labor tanto en el sector público como en el privado, con una visión afinada a través de experiencias internacionales que ha tenido. Podría ser el secretario de educación que se necesita en un momento como el actual, con la amplitud de relaciones y una muy afilada experiencia que lo colocaría como ese gran vínculo entre la educación del pasado estilo profesor Girafales, y la del futuro, esa que están alcanzado hoy las naciones ya mencionadas. Sin embargo, tiempo y circunstancia no siempre se juntan. El anuncio reciente de que el principal eje educativo en este periodo de enclaustramiento público serán las televisoras, es un mensaje de retroceso hacia el pasado. Las telesecundarias y la televisión educativa fueron sin duda exitosas. En su momento, trajeron cobertura con una combinación de calidad y excelencia que han asombrado a propios y extraños. Los años setenta, ochenta y un poco de los noventa vieron estos beneficios, que fueron en gran medida desarrollados por la UNESCO a través de su brazo, el Instituto Latinoamericano para la Comunicación Educativa (ILCE por sus siglas). Esta gran experiencia fue un lograzazaso del estado mexicano, para dolor de todos esos que andan diciendo que antes todo fue maldad sobre hojuelas. Con un mundo dirigiéndose hacia una etapa de conectividad universal, tecnología y conexiones humanas en una nueva dimensión, el confiar en la televisión es como volver a usar motores de vapor en plena era de los motores eléctricos. Sin duda esta acción será algo de gran beneficio económico para las empresas participantes, con los casi 500 millones de pesos anunciados hasta el momento de inversión, y con un consiguiente aumento en sus acciones que trajo otros miles de millones de pesos más a sus bolsillos. Las relaciones presidenciales también mejoran enormemente ante los enemigos y mafiosos del pasado, a costa de los sueños y necesidades de millones de estudiantes que están a la espera de ser educados en el siglo XXI y no en el siglo XX. 

25 mil millones anuales, invertidos cada 3 o 4 años harían la gran diferencia. Esa cantidad aproximada permitiría dotar de tecnología y conectividad tanto a las escuelas como a los niños de manera estratégica, en un modelo adaptado a las necesidades de cada zona del país. Ese monto incluye los procesos formativos y el acceso a los recursos requeridos para que los docentes puedan cumplir con su tarea. En total, un gobierno sexenal tendría que hacer esta inversión para que las escuelas mexicanas, tanto las nuevas como las antigüitas, estuvieran al día, al menos en el rubro de tecnología respecto al mundo. 

¿Mucho dinero? Claro que sí, pero el total sexenal sería igual al monto que se está gastando, -que no invirtiendo-, de manera anual actualmente en programas como Jóvenes Construyendo el Futuro. La educación es inversión, no hay vuelta atrás. 

México tiene los recursos y un secretario de educación con la talla para llevar adelante esta tarea, solo falta la voluntad política de quien tiene la última palabra para hacerlo. Privilegiar el beneficio a largo plazo en lugar del aplauso a corto, es una decisión sin duda de estado. De otra manera, nuestras niñas y niños seguirán en esa eterna lucha entre aprender bien, o aprender como puedan. 

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Moroni Pineda

Activista permanente. Participa en Consejos de educación estatales y municipales, Fundación Paisano, La iniciativa bilateral México-Estados Unidos, UNETE, Mexicanos Primero, Presidente del Consejo de Participación Social