Puro circo

  • Ana Teresa Aranda Orozco

A estas alturas va quedando cada vez más claro que la consigna de “al pueblo pan y circo” ya es inaplicable en nuestro país.  La crisis económica auspiciada por el pésimo  manejo de la economía de la 4T y ahora agravada por el desastroso manejo de la pandemia, están dejando a este gobierno con muy poco pan para repartir y el camino que han elegido para sostenerse en el poder  es someternos a un permanente y lastimoso espectáculo cuyos episodios parecen no tener fin.

El productor, director, tramoyista y quien lleva el papel protagónico no se cansa de recurrir a cortinas de humo para tratar de mantener al respetable alejado de la realidad.  Que se complica la situación, miénteles con tus otros datos, que si esto no es suficiente utiliza el avión.  Y así hemos sido testigos de que el malhadado aparato ocupa por días, cada vez que se necesita, la comunicación gubernamental.  Y es que un día ya casi se encuentra comprador y al otro mejor se va a rifar ¡pero no se entregará el avión! y ese chisme ocupó primeras planas durante semanas, incluyendo el episodio de la cena con75  empresarios a los que obligó a firmar “voluntariamente a fuerzas” un compromiso para comprar 1,500 millones de pesos en cachitos.

Con la crisis de salud, el tema casi se había olvidado, pero López lo sigue teniendo muy presente y para muestra un botón, bastó un movimiento de su varita mágica para hacerlo aparecer de nuevo en el hangar presidencial y es que la destrucción ocasionada por el huracán Hanna en los estados de Tamaulipas y Nuevo León merece un distractivo grande muy grande.  Así pues, aparece el avión con el pretexto de que en el lugar en la Unión Americana donde lo tenían guardado, estaba a la intemperie.  Y ahí es cuando uno no se explica por qué teniendo un hangar techado, fuimos a pagar 50 millones de pesos en el extranjero para que lo mal cuidaran. 

Los mexicanos nos privamos de ver a un mandatario empático visitando y solidarizándose con los damnificados de este flagelo meteorológico, ni del que padecieron miles de hermanos nuestros en la península de Yucatán, aunque pensándolo bien, nunca lo hemos visto condolerse con los sufrientes.  Ni con los familiares de los muertos de Tlahuelipan, ni con los niños y mujeres que padecen cáncer y a los que se les ha dejado morir por falta de medicamentos en los hospitales públicos, ni con los dolientes  en ese nosocomio tabasqueño de Pemex, donde murieron decenas porque les aplicaron medicamentos adulterados.

Y es que el presidente no está para llantos y lamentaciones, solo merece estar en los eventos donde toda la atención se centre en su egregia figura, eventos donde su discurso sea lo único que se oiga.  Lo más cerca que lo hemos visto de la tragedia que padecemos por el COVID19  fue su presencia en un hospital que aún no entraba en funcionamiento, en donde acomodaron a un integrante de su guardia personal para que hiciera el papel de contagiado y recientemente  el diluido  pésame que apenas dio a los deudos de los más de 45,000 fallecidos, eso sí, flanqueado por dos militares,  Para que quede claro que su apoyo y su refuerzo no viene del pueblo sino de las fuerzas armadas a quienes se ha empeñado en comprar.

Pues ese espectáculo palidece ante la nueva puesta en escena que nos ha regalado la 4T: traer a Lozoya.  Pero no nos engañemos, no lo trajeron para que pague por sus abominables delitos de corrupción y enriquecimiento ilícito, Lozoya es su rehén, uno que les garantiza vomitar todo lo que sabe y lo que no lo inventará, o se lo sugerirán sus captores, aunque para ello sea necesario llegar al hasta ahora intocable Peña Nieto.  Al fin para eso va a servir el acuerdo previo y a cambio, su madre y su hermana dejarán la reclusión domiciliaria y se le respetarán los bienes mal habidos, producto de su paso por Pemex.  Por eso el presidentito dice que hay que cuidar a Emilio, cuidar su salud y hasta su vida, porque dice, está en peligro.  No señor, lo que está en peligro es la 4T y su viabilidad, lo demás es palabrería hueca.

Violentando el debido proceso, lo recluyen en un hospital de lujo, pretextando que padece anemia y en ese espacio VIP construyen con él toda la trama de lo que sin duda será el show más espectacular que hayamos presenciado en los últimos tiempos.  Como si se tratara de una novela de Televisa, nos entregarán raciones diarias, plagadas de comerciales, donde los productos a comprar serán; las bondades López, su compromiso con la justicia y su lucha permanente contra la corrupción (la de los demás, porque la de los suyos seguirá solapada y encubierta).   

Hasta hoy los nombres que se han filtrado, son de opositores políticos, que curioso, porque al detenido no se le pide información sobre Odebrecht, a cuya filial el México pertenece, en lugar prominente la esposa del exsecretario de SCT, lo que importa es que el rejuego alcance para descubrir la compra de voluntades en la aprobación de la reforma energética, contra la que López trae una feroz lucha.

Acusa ya a prominentes miembros de Acción Nacional  quienes de inmediato han desmentido la especie.  Faltaría ver las pruebas, parecería absurdo pagar sobornos a los promoventes panistas de una reforma, votada en contra por el PRI y luego rescatada por Peña Nieto, para avalar una iniciativa de su autoría.  En fin, lo que sí es seguro es que las filtraciones han empañado el proceso judicial y todo lo que venga a partir de ahora será producto del Árbol Envenenado, que así es como en derecho se denomina a un juicio que está viciado de origen y que no servirá para combatir la corrupción ni para castigar a los culpables, pero eso no le importa al presidente, con que el circo esté garantizado y le alcance para salvar 2021, se conforma.

La audiencia de Lozoya ¡oh coincidencia! es el mismísimo día en el que se dan a conocer las pérdidas de Pemex en los primeros 15 meses de gobierno de López Obrador (sí, hasta marzo 2020, antes del COVID19).  Son más de 950,000 millones de pesos, equivalentes al costo de 375 aviones de Peña, 7.5 veces el presupuesto de salud, la construcción y equipamiento de más de 800 hospitales del tamaño del Hospital General de México.  Se necesita pues de un telón grande muy grande para tapar esa y otras realidades.

¡PURO CIRCO!

 

Ana Teresa Aranda Orozco  

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Ana Teresa Aranda Orozco

Luchadora social. Madre de 6, abuela de 21. Diputada Federal, Titular DIF Nacional 2001, Secretaria Sedesol 2006, Subsecretaria de Gobernación 2008.