La ciudad de Puebla se movió hacia el progreso. Finales del s. XIX, principios del s. XX

  • Alejandra Arroyo Abud

La hermosa ciudad de Puebla ha sido por muchos siglos el espacio que refleja nuestra herencia conservadora con la necesidad de estar a la vanguardia.  Desde su fundación y hasta principios del siglo XIX era la segunda en importancia en la Nueva España y esto se debía a su belleza, su población,  su educación,  el arte y arquitectura, la producción agrícola y su industria textil. A principios del siglo XX la ciudad bajó de la segunda a la quinta en importancia en la República, ¿Qué sucedió en el siglo XIX en Puebla?... Pues como todos sabemos, fue un siglo en el que sufrió varios sitios, el de la Intervención estadounidense, el de la intervención francesa y las luchas de Reforma, esto provocó que hubiera destrucción de manzanas completas en los límites de la ciudad (11 Sur), hambre, enfermedades, disminución del comercio, entre otras calamidades.

Fueron varios factores los que permitieron que Puebla emergiera nuevamente e iniciara un proceso de crecimiento; pocos años después de terminado el sitio del ejército francés se terminó el ramal a Puebla del ferrocarril que iba de Veracruz a México, lo que permitió bajar los costos de traslado de los productos a los industriales de la ciudad, esto fomentó la reactivación económica. Durante el Porfiriato se comenzó la renovación urbana, se crearon instrumentos legales en la ciudad para mejorar la higiene, la construcción y el tránsito, pues había molestia de algunos habitantes que hablaban de la falta de banquetas, drenaje a cielo abierto, hacinamiento en los barrios y espacios en donde se acumulaban los desperdicios generando contaminación. Se mejoraron los espacios públicos, se inauguró el primer tranvía urbano jalado por mulas (inversión privada), se presentó un reglamento para bicicletas (pues había ya algunas circulando por las calles), se inició la construcción del Palacio Municipal, el Mercado Central conocido como “La Victoria” y se embellecieron algunas casas.

A principios del s. XX la producción de los ingenios azucareros de Puebla era la más importante a nivel nacional, la ciudad capital comenzó a crecer en población y ésta, que había permanecido con su misma delimitación urbana desde el siglo XVI, comenzó a crecer en extensión. Fue necesario entonces trazar avenidas con glorietas, camellones, monumentos y fuentes, tal es el caso de la Avenida de la Paz (1901), renombrada como Avenida Juárez en 1906. Un personaje que fomentó desde la Presidencia Municipal esta transformación fue el C. Francisco de Velasco, a partir de 1907 inició la pavimentación de las principales calles, adoquinamiento de otras (pues debían ser útiles para el uso del automóvil, es él quien trajo a la ciudad de Puebla el primer automóvil y también organizó la primera carrera de autos que arrancó en la ciudad de México y como meta el zócalo de Puebla, fundó el Club Atlético y el Velódromo), mejoró el sistema de drenaje y alumbrado.

En 1910 da inicio la Revolución y todo vuelve a detenerse, el contexto cambió, los industriales comenzaron a vender las fábricas textiles, haciendas e ingenios a los inmigrantes, por miedo a perder su capital, esto además de que generó un cambio radical en las esferas sociales, también impulsó a hacer las cosas de forma diferente (no siempre mejor)

En este contexto, el primero de enero de 1923 aparece como hoja volante en la ciudad de Puebla el Manifiesto Estridentista, firmado por “Manuel Maples Arce, Germán List Arzubide, Salvador Gallardo, Miguel N, Lira, Mendoza, Salazar y Molina, siguen doscientas firmas”. Este manifiesto es un grito de la vanguardia mexicana que pretendía concentrar en un movimiento común las ideas de vanguardia surgidas en Europa como el futurismo, dadaísmo, expresionismo, suprematismo, cubismo, orfismo, entre otras, que logra provocar de forma escandalosa, insolente y desafiante las conciencias poblanas. Este grupo tenía colaboradores y simpatizantes como Fermín Revueltas, Guillermo de la Torre y Jorge Luis Borges y está dispuesto a recomponer su entorno y delinear nuevos horizontes culturales en el inicio de una década en donde empieza la fascinación por la vida moderna, principalmente de lo que los historiadores de la arquitectura y el urbanismo llaman “la ciudad mundial”.

Es a finales de los años 20’s y durante los 30’s y 40’s del s. XX que la ciudad comenzó a extenderse, el uso más generalizado del automóvil, el desapego a las casas antiguas y la necesidad de nuevos programas arquitectónicos de vivienda moderna, con instalación eléctrica, de agua potable y drenaje, con espacios especialmente diseñados para albergar los baños, cocina y cochera, nuevos materiales y tendencias estéticas que respondieran a una nueva forma de vida.  El automóvil permitía trasladarse a lugares más alejados y surgieron así las primeras colonias de Puebla como son; el Fraccionamiento San Francisco, Santa María, El Ingeniero, Rafael Rojas, Mártires del Trabajo, América y la Paz.

En 1926 se terminó la carretera libre Puebla-México, la cual se abrió al tránsito el 16 de septiembre de 1927, en ese mismo año se terminó la carretera Puebla-México-Acapulco; en 1929 Puebla inauguró su Aeropuerto “Pablo Sidar”, ubicado en lo que ahora es el Parque Ecológico, por estos años se construyeron mercados en los barrios como el del Parral y el del Alto con la finalidad de desconcentrar el comercio, se inició la construcción de centros educativos también fuera del centro como Ciudad Universitaria y el Motolinía, en 1934 se prolongó la carretera Puebla-México hasta el Puerto de Veracruz.

Todo este progreso tiene que ver no sólo con la pujanza económica, con el cambio de régimen político, con las tendencias de vanguardia de principios del s. XX, con el orden y la paz dentro del territorio, con gobiernos eficientes y progresistas, tiene que ver también con un cambio de mentalidad y de ideales de la población y marca una nueva identidad de los poblanos.

 

¡VIVAMOS NUESTRA MARAVILLOSA ÉPOCA DINÁMICA! Amemos la mecánica moderna que nos pone en contacto de emociones plásticas inesperadas; los aspectos actuales de nuestra vida diaria, la vida de nuestras ciudades en construcción…”

David Alfaro Siqueiros, 1921

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Alejandra Arroyo Abud

Soy poblana, Licenciada en Arquitectura y Maestra en Investigación del Patrimonio Cultural, miembro de Número de la Academia Nacional de Arquitectura, Capítulo Puebla. Restauradora de patrimonio cultural y docente