Lozoya y el manifiesto de la derecha neoliberal.

  • Carlos Figueroa Ibarra

En el contexto de la gira del presidente López Obrador por tres estados gobernados  por la oposición, un grupo de periodistas e intelectuales opositores publicaron el manifiesto titulado “Contra la deriva autoritaria y por la defensa de la democracia”. Entre los firmantes hay defensores del salinismo, antiguos comunistas o trotskistas reconvertidos en neoliberales, priístas de siempre, conservadores disfrazados de progresistas. Llama la atención el que representantes de las dos revistas articuladoras de las élites intelectuales propias del viejo régimen (Vuelta y Nexos) se hayan unido para repetir  el recetario neoliberal contra el progresismo que hemos observado en toda América latina: es posible advertir en el subtexto del manifiesto, el lamento ante la emergencia de un líder populista que nos lleva a la premodernidad antidemocrática.

Los firmantes deploran que el pluralismo en México haya desaparecido, porque el poder ejecutivo ha llegado a controlar el legislativo y con ello se ha perdido el contrapeso necesario para que exista una democracia. Más aun,  a su parecer lo que se observa es un presidente que está concentrando el poder en detrimento de los demás poderes del Estado y de los estados de la federación. Según los suscriptores del documento, México está en peligro de perder los avances democráticos observados en los últimos años y padecer un retroceso autoritario. La línea trazada para enfrentar esta situación es similar a la que ha propuesto Héctor Aguilar Camín: denunciar la inoperancia gubernamental para enfrentar la pandemia y la crisis económica y a partir de ello, propugnar por un bloque amplio opositor que  derrote al lopezobradorismo en las elecciones parlamentarias de 2021.  Les faltó agregar, porque no venía al caso, ganarse al poder judicial y finalmente triunfar en el referéndum de 2022. En suma, la ruta del golpe blando.

El manifiesto de la derecha neoliberal (que hay que distinguir de la neofascista de FRENA y Gilberto Lozano) se publicó en la inminencia del arribo a México de Emilio Lozoya. El antiguo Director de Pemex viene dispuesto a testificar sobre hechos de corrupción consustanciales al viejo orden añorado por los firmantes del manifiesto neoliberal. No solamente la compra a precios desmesurados de plantas fertilizantes que ya eran chatarra, los sobornos de Odebrecht, sino también los que se dieron a supuestos integrantes del poder legislativo en la época de Peña Nieto para que apoyaran la privatización del petróleo. Se afirma que Lozoya trae bajo el brazo 18 horas de videos que evidenciarían los referidos sobornos y que con su testimonio lograría una reducción de la pena que enfrentará por corrupción. Hay tanto miedo que una reportera asistente a las ruedas de prensa presidenciales, manifestó que  algunos de los presuntos implicados han pedido licencia en sus funciones y han empezado a salir del país. El poder legislativo añorado por los firmantes del manifiesto, fue el mismo que nunca demostró ser el “contrapeso constitucional” a los designios del ejecutivo que impuso las llamadas reformas energética y educativa.  Hay que agregar también que no pocos de los firmantes  del manifiesto, en su momento negaron los fraudes electorales de 1988, 2006 y 2012.

Se ha divulgado que entre los implicados por Lozoya estaría el gobernador de Puebla Luis Miguel Barbosa. El gobernador Barbosa ha declarado enfáticamente que nunca, ni él ni ninguno de sus asistentes, tuvo una conversación con Lozoya sobre el tema de la privatización energética. Su nombre no figura entre los 95 senadores que votaron por dicha privatización al contrario de  conspicuos príistas como Emilio Gamboa Patrón, David Penchyna, Carlos Romero Deschamps, Héctor Yunes Landa, los ex gobernadores Manuel Cavazos Lerma (Tamaulipas) y René Juarez Cisneros (Guerrero).  O  bien conocidos panistas como Luisa María Calderón, Ernesto Cordero, Javier Lozano, Gabriela Cuevas, el ex gobernador de Guanajuato Juan Carlos Romero Hicks,  los actuales  gobernadores Carlos Mendoza Davis (Baja California Sur), Francisco Dominguez Servien (Querétaro), Francisco García Cabeza de Vaca (Tamaulipas), Martín Orozco (Aguascalientes) y José Rosas Aispuro (Durango). También a quienes se sindica de haber sido los negociadores panistas del acuerdo privatizador Salvador Vega Casillas, Jorge Luis Lavalle y Raúl Gracia y finalmente Jorge Emilio González Martínez del PVEM. Del gobernador Barbosa he encontrado una declaración de julio de 2014, deplorando la aprobación de las cuatro leyes secundarias de la reforma energética y calificando la reforma de una entrega de la soberanía nacional y lesiva para la industria petrolera y eléctrica.

El viejo régimen neoliberal fue autoritario, corrupto, lleno de obsecuencias legislativas, con una división de poderes muy precaria o inexistente. Resulta sorprendente y hasta hilarante, que quienes suscriben el manifiesto vean al México de antes de 2018 como un país con avances democráticos, pluralismo, ajeno a un sistema autoritario y con un poder legislativo independiente del ejecutivo. Finalmente, muchas veces lo que hace la diferencia ideológica es cómo se ve al pasado: los conservadores del siglo XIX añoraron el período colonial, los del siglo XX al Porfiriato (Krauze ha escrito apologías de Porfirio Díaz), los neoliberales del siglo XXI extrañan al prianato. Así las cosas, cada quien con sus querencias.

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Carlos Figueroa Ibarra

Sociólogo, profesor investigador de la BUAP, especializado en sociología de la violencia y política. Doctor Honoris Causa por la Universidad de San Carlos de Guatemala. Fue integrante del Comité Ejecutivo Nacional de Morena (2015-2022).