Ojos que no ven, Covid que no se siente

  • Moroni Pineda
Nos vino como anillo al dedo, como lo andan pregonando por ahí.

Sucedió lo previsible. Nos vino como anillo al dedo, como lo andan pregonando por ahí. El domingo 12 de Julio, finalmente el país del jarabe tapatío y los ricos tacos de sesos, nuestro México querido, rebasó a Italia en el número de muertos.  35,006 versus 34,954 en cifras dolorosas y llanas. Cada número con un nombre propio y un entorno social íntimo, amoroso y muy probablemente, desprotegido. Si todavía hace algunos meses el COVID era algo lejano e irreal, hoy caemos en cuenta de que, casi todos, tenemos un amigo, familiar o compañero de trabajo que ha vivido la enfermedad, a veces venciéndola y otras siendo vencido. No faltarán quienes clamarán desde su indignación institucional que Italia no es México, que imposible compararla. Y tiene razón. Mientras que el país del águila, que está a punto de darle su buena mordida a una serpiente, cosa que suena a premonición cultural, tiene 126 millones de habitantes, la nación en forma de bota y del delicioso gelatto se censa casi a la mitad, con 60 millones. Viéndolo así, no estamos tan amolados, porque mal de muchos, consuelo para nosotros. Ya vencimos, ya aplanamos la curva, la inmunidad de la borreguesca es el top y funciona de maravilla. Sin embargo, una y otra vez lo señalan todos los estudios, que el grado de letalidad más bien funciona en algo menos fortuito que la natalidad. Algo más ligado a la planeación e inversión como es la capacidad hospitalaria. Mientras nuestro México tiene 1.5 camas de hospital por cada 1,000 paisanos, Italia tiene 3.4, más del doble. Pero nosotros estamos apenas subiendo a la cima, e Italia tuvo esta cifra en su de adeveritas, pico máximo. México no es Italia, sin lugar a dudas.

El jueves pasado, la organización “Signos Vitales, el pulso de México” presentó un informe integral sobre la dimensión de la tragedia del COVID-19 en nuestras tierras. Como todo lo que encabeza Enrique Cárdenas, el informe está bien realizado, con métricas, argumentos y observaciones basadas en números sólidos y resultados que, si van a ser debatidos, deben serlo en el mismo terreno en el que fueron concebidos. Como bien decía una figura del siglo pasado, todos tenemos derecho a una opinión propia, pero no a tener datos propios. Gobernar o guiar a un país con opiniones, es como andar en un bosque perdidos con un grupo de amigos, y preferir ser guiados por las frases graciosas del más chispa de los cuates, haciendo a un lado el uso de una brújula. Nadie en su sano juicio lo permitiría. Bueno, casi nadie.

Mi resumen de este estudio, sin ánimo de espolear a los lectores de este escribano principiante, gira en torno a tres ideas. La primera, que las autoridades de salud encabezadas por 01 y su Bati-Sub-Secretario López Gatell empezaron demasiado tarde a tomar decisiones. Ejemplos de naciones que arrancaron temprano sobran, y hoy estos países tienen los números más bajos de mortandad. No son naciones ricas ni del tamaño de Italia, sino similares a México y hasta más pobres que nosotros. Imagine usted.

La segunda, que se tomó muy a la ligera, incluyendo ejemplos de algunos afiches que quedarán para la historia, en donde el mismísimo gobierno federal publicitaba al Coronavirus como algo menor, una simple enfermedad no grave, gripita le decían, muy al estilo del Bolsonaro brasileño, que se sintió más chido que Superman.

Y tercera, la total falta de coordinación nacional. Vaya, cada estado terminó viendo cómo rascarse sus propias pulgas. Los gobernadores de todos los partidos, incluyendo el oficial, han tenido que tomar decisiones casi autónomas, destacando en buenos resultados Jalisco y Nuevo León. Por lo tanto, no es de sorprendernos que, de los 5 lugares con las cifras más altas de muertes por cada 1,000 habitantes, cuatro de ellos son gobernados por MORENA. Estos datos ya no son una futureada bien fumada declarada por algún detractor por consigna del régimen. Son hechos que hoy lamentablemente nos alcanzan.

El pasado viernes el Sub Secretario de salud federal informó que no se iba a anunciar el detalle del avance de la enfermedad por estado y, de un jalón, eliminó al menos en ese día, el semáforo que había construido por meses. Fue mejor para el Subse ponerse por primera vez su tapabocas y llamar a todos a usarlo y, de paso, acusar de irresponsables a los ciudadanos si las muertes y contagios siguen creciendo. Porque las cifras son el más terrible juicio que la historia puede dar. Sin duda.

Rebasados por los números que contribuyeron a crear, nos aplican la mejor de las frases mexicanas; Ojos que no ven, corazón que no siente.

Si alguien quiere consultar el informe completo de Signos Vitales, mándenme un mensaje para hacerlo llegar. Seguramente lo querrán estudiar.

           

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Moroni Pineda

Activista permanente. Participa en Consejos de educación estatales y municipales, Fundación Paisano, La iniciativa bilateral México-Estados Unidos, UNETE, Mexicanos Primero, Presidente del Consejo de Participación Social