Eduardo Rivera: La ‘bendición’

  • Elmer Ancona Dorantes

Como en los viejos tiempos: cuando un adversario o enemigo -la contraparte- reconocía tu poderío, tu capacidad, tu temple, es porque realmente te temía. Le “gustabas” para un buen round, para una extraordinaria pelea.

No buscaba a los endebles ni mediocres para “rifársela”, sino a los mejores, con los que pudiera medir bien su fuerza.

El adversario no hablaba bien de ti por cariño o amor, por estar coludido, por querer entablar un compromiso. Para nada. Se refería a ti con respeto porque sabía que “eras el único”, del otro lado, que le podía tumbar todas las muelas en una pelea. Eso le gustaba.

La “bendición” que recibió Eduardo Rivera Pérez (panista) del gobernador Miguel Barbosa (morenista) fue precisamente eso, un reconocimiento de lo que es y representa, políticamente, el ex presidente municipal de Puebla.

No le dijo corrupto, no le dijo mediocre, no le dijo patán y mentiroso, ni hipócrita ni fariseo; por el contrario, reconoció sus virtudes y, prácticamente, dio a entender que es el único en el Partido Acción Nacional (PAN) que puede y debe dar la batalla por la presidencia municipal.

Eso le dolió al alma a toda la caterva (grupo grande de personas que se consideran despreciables o de poca importancia) de panistas, del Comité Directivo Estatal, que se han caracterizado por ser políticos mediocres, grises y tibios.

Pero no es la “bendición” que recibió Eduardo Rivera del gobernador morenista lo que preocupa a los ciudadanos, a los militantes y simpatizantes panistas, sino la “maldición” que constantemente recibe Lalo de sus propios dirigentes blanquiazules.

Dice un sabio refrán judío que no te debe importar tanto la cercanía de los “amigos” en tus tiempos de desgracia, sino su proximidad en tus tiempos de alegría, porque no a todos los “amigos” les da gusto que te vaya bien en la vida, que estés lleno de abundancia y felicidad, que seas buena persona. La envidia corroe.

Y eso pasa a muchos dirigentes del PAN en Puebla, que todavía no terminan de asimilar, de digerir, que la mejor opción que tiene el panismo para esta importante ciudad tiene nombre y apellidos: Eduardo Rivera Pérez.

Muchos en la dirigencia estatal del PAN prefieren vender su alma al diablo que apostar por la mejor carta política que tienen en el partido; por eso le van a poner todas las trabas posibles a Lalo Rivera, para hacerlo tropezar.

Estos dirigentes estatales del PAN prefieren apostar por los llamados “neopanistas” que vienen de otros partidos políticos, de los cuales salieron por ambición, por corruptos, por prepotentes y soberbios.

La dirigencia nacional del PAN quiere seguir apostando, dentro del mismo partido, por aquellos que hoy son procesados judicialmente por presuntos actos de corrupción, ex priistas de muy mala cuna.

 

Razones poderosas

 

¿Por qué los auténticos panistas, los de toda la vida, los que aman a su partido, deben optar por Eduardo Rivera para presidente municipal de Puebla? Aquí algunas poderosas razones:

 

01.- Porque tiene la bendición de la “parte” (la auténtica militancia panista) y de la “contraparte” (de los propios adversarios políticos que lo prefieren a él por su poderío, por su fuerza).

 

02.- Porque dentro de toda su locura, el gobernador Miguel Barbosa es al único que reconoce como político honorable, respetable, de excelente trayectoria administrativa, capaz de sacar adelante a los poblanos, hoy en manos de una pésima administración morenista.

 

03.- Porque más allá de lo que diga la “parte” y la “contraparte”, Lalo Rivera sigue fielmente casado con Acción Nacional (PAN); porque ve a su partido como la mejor alternativa para sacar del poder a los cada vez más incapaces morenistas, que no saben para dónde llevar la barca.

 

04.- Porque es un político auténticamente cristiano -con todas las fallas humanas que pudiera tener como persona-, que es lo que hoy requiere la sociedad, sumida en el dolor, la desesperanza, la desesperación. Quien mejor que un político cristiano para honrar, con su trabajo, a la comunidad

 

05.- Porque tiene una clara visión de cómo gobernar una ciudad sumida en el caos, el desorden, la apatía, provocada por sus mismas autoridades. Eduardo Rivera ha gobernado bien la ciudad de Puebla y lo puede volver hacer.

 

El Comité Directivo Estatal del PAN tiene sólo dos alternativas: apostar por el candidato más fuerte que tiene el partido, un auténtico panista, capaz de gobernar bien la ciudad, o apostar por otros “panistas” cuyos orígenes son demasiado cuestionados. O se es panista o no se es.

Seguir difamando y calumniando a Eduardo Rivera, seguir difundiendo que tiene “intereses ocultos” con el gobernador del estado (morenista), lo único que va a provocar es una mayor división en el blanquiazul ¿Eso es lo que quieren?

La auténtica militancia panista, quien quita y pone candidatos, debe apostar por su mejor aspirante; no debe dejarse engañar por sus dirigentes estatales que a veces pierden el rumbo y el sentido democrático de la política.

Por lo pronto, la llamada “bendición barbosista”, más que una maldición para Lalo Rivera, debe ser tomada por la militancia y la ciudadanía como un extraordinario reconocimiento a su trayectoria política y administrativa. Las buenas oportunidades nunca deben pasar inadvertidas.

 

@elmerando

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Elmer Ancona Dorantes

Periodista y analista político. Licenciado en Periodismo por la Carlos Septién y Maestrante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UNAM. Catedrático. Escribe en diversos espacios de comunicación. Medios en los que ha colaborado: Reforma, Notimex, Milenio, Grupo Editorial Expansión y Radio Fórmula.