Vivir al Covid 19 desde la Democracia.

  • Francisco Rafael Osorio Coatl

 

Sin ninguna duda cada ser humano vive de forma distinta las experiencias de vida, lo hace desde su propio contexto y desde sus propios recursos, algo cierto es que ésta enfermedad respiratoria llamada covid 19 no tiene prejuicios clasistas, de género o cualquier otra discusión que en la escena pública a diario leemos, escuchamos o vemos en los diferentes medios de comunicación.

El covid 19 no está preocupado por cuánto el producto interno bruto de México vaya a caer, si el Tratado de libre comercio ayudará o no a la reactivación económica, tampoco le interesa mucho si el Instituto Nacional Electoral nos garantiza que los gobernantes electos hayan sido resultado de un proceso electoral limpio y justo, si la esposa del presidente Andrés Manuel es cortés y empática en sus redes sociales, lo real, la cruel realidad, es que éste virus ataca en silencio, es sorpresivo y no da tregua.

Era la tarde de un día jueves que llegaba de trabajar mi hermano Chava, se sentía con mucha fiebre y dolor corporal, al día siguiente acudió con un neumólogo que solo lo podía tratar vía WhatsApp, desde ese medio recibió su receta y se compraron sus medicamentos, bastaron dos días para que fuera necesario adquirir un respirador, después de los medicamentos y los estudios de sangre con la tomografía simple de tórax, la adquisición del respirador fue una fuerte inversión económica.

Mi hermano Chava respondió al tratamiento, empieza a presentar una mejoría de su estado de salud, ahora los ojos voltean a mi padre, dos semanas después que mi hermano presentara síntomas, mi padre comienza con tos y fuertes temperaturas, acude al médico y no muestra daño, se recupera en esa semana, por exceso de confianza sale a la calle un jueves en búsqueda de medicamento para su diabetes, para viernes vuelve a sentir malestar por alza de su temperatura corporal, sábado acude al médico, pero se deteriora con rapidez su estado de salud, no son suficientes los cuidados en casa y es necesario trasladarlo en ambulancia al hospital, no resiste la guerra contra el virus.

Del hospital la única vía de comunicación era a través del teléfono celular con trabajo social, algunas amistades a lo lejos de manera extra oficial nos daban información y aliento, fue una semana llena de impotencia, de incertidumbre, de querer hacer muchas cosas, pero estar limitados por el alto riesgo al contagio nos reduce a tener confianza en la institución del seguro social y en el personal médico.

Debido a la emergencia que la familia vivió la mañana del lunes, por tener más en cuenta proteger la salud de papá, por descuido tal vez, al tercer día, miércoles de esa misma semana enfermo yo, fue un cambio mínimo en mi estado de salud, varió un poco mi temperatura corporal, los rangos que manejaba antes de la enfermedad eran de 35.2°C a 35.7°C, dicen que soy frío, la temperatura pasó a 37.4°C situación que no me alarmó porque no me sentía mal, un cambió más que tuve fue ardor en la garganta y un poco de tos, la tos es casi un distintivo propio por el reflujo que tengo, sin embargo algo en mi cuerpo me decía que no estaba bien.

Ese día miércoles acudí al neumólogo, fui tratado de la misma manera que mi hermano por WhatsApp, pero a diferencia de mi hermano presente un deterioro en mi hígado a la semana del tratamiento, lo que alerta al médico y pide suspender todos los medicamentos, bastaron 12 horas para que el virus hiciera en mi cuerpo un festín, al día siguiente la temperatura aumentó a 39°C al amanecer y al anochecer durante cuatro día consecutivos, entre el medicamento y fomentos de agua se lograba atenuar la temperatura, cambié de médico y éste mandó un nuevo tratamiento, que en sus palabras me dijo: es para combatir al full el virus, pastillas de más de nueve mil pesos, antibióticos con costos elevados y hasta vencer el medio a las agujas para aprender a inyectarme en la pierna.

Ahora en recuperación, consciente y con el respirador al lado, les puedo asegurar que vivir la democracia, sus instituciones, la garantía de sus procesos, la legitimidad de sus resultados o la legalidad de los representantes electos, son el virus menor a lo que nuestro país no termina de enfrentar y que debe ser motivo para solidarizarnos desde la sociedad civil para generar mayor participación activa, exigir rendición de cuentas, procesos administrativos transparentes en la asignación del presupuesto para la adquisición de productos o servicios, incluso para la obra civil.

La clase gobernante está quedando limitada en distribuir despensas, posar para la foto, con un discurso que no sensibiliza y hace consciente al pueblo bueno y sabio, que sí él mismo no se cuida, no habrá gobierno, gobernante o institución democrática que le garantice los recursos económicos y los medicamentos necesarios para afrontar al virus de la clase gobernante y menos al covid 19.

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Francisco Rafael Osorio Coatl

Politólogo, Maestro en Administración Pública, docente universitario, con el oficio de hacer política por vocación y promotor de la participación ciudadana como misión.