Amy Camacho y un niño con cáncer

  • Rafael Reyes Ruiz

En el pabellón de oncología convivimos con niños y niñas como parte de nuestra actividad. Hubo un niño en especial: Alex. El niño tenía un carisma particular, entre su sonrisa y su mirada nos ganó. De pronto empezaba a cantar La niña de la mochila azul, y uno se preguntaba de dónde saca esa fuerza un niño que está luchando contra la leucemia, que viene de una comunidad al interior del Estado en condición de extrema pobreza.

Un día, al buscar a Alex, escuchamos la peor frase que se puede escuchar en ese lugar: “ya no hay nada que hacer”.

Obviamente el niño no lo supo. Al verlo, con esa sonrisa iridiscente que lo caracterizaba nos dijo: “Cuando salga de aquí quiero conocer un zoológico”. ¿Qué haces con tu corazón en esa situación? Lo he vivido varias veces, y aún no lo sé. Pero sí sé que hay que actuar, y lo hicimos, intentaríamos cumplir el sueño de Alex. Mi primer opción fue buscar a @AfricamSafari, claro, es “El Zoológico”. Tenía presente la posibilidad de que hubiese una negativa, al fin y al cabo son una empresa privada que tiene el derecho de hacer o no hacer lo que quieran.

Al contactar al parque y exponer la situación la respuesta fue inmediata: Sí.

No había tiempo que perder, los doctores daban el peor diagnóstico, solo le quedaban unos días al niño. Nos volvimos a comunicar al parque, ahora directamente con una persona que hacía una especie de vinculación; le contamos la gravedad del niño y nos dijo: “Pueden venir mañana mismo, la directora sabe del caso y ya dio instrucciones”. ¿Cómo? ¿Era real que la directora de un zoológico tan grande sabe de estas cosas? ¿Le interesa ayudar a un niño de extrema pobreza? Fueron preguntas que me hice, pero no me interesaban las respuestas.

Pasamos por el niño y su mamá: Alex casi no se podía mover, apenas podía hablar, era evidente su deterioro. Tratamos de animarlo, nada resultaba. Llegamos al parque, y sin que lo esperáramos, el niño empezó a cantar su canción, su semblante cambió. La verdad, yo pensé que nos dejarían pasar en el coche que íbamos y ya, y con eso habría estado perfecto. Pero no, al llegar nos pidieron que bajáramos del coche, y caray, al recordarlo vuelvo a estremecerme: estaba reunida toda “la tribu”.

Le dieron la bienvenida a Alex, le echaron una porra, le dieron un sombrero, un peluche, comida y más regalos. Solo quienes vimos la cara de Alex podemos saber de esa sensación, el niño, después de no sé cuánto tiempo, estaba sonriendo nuevamente.

Subieron a Alex a una de sus camionetas descapotables, el recorrido fue genial, acarició a una jirafa, cargó una guacamaya, entre tantas otras cosas. Sí, el niño fue feliz, muy feliz. Alex vivió tres meses más. Nos cuenta su mamá que no hubo día que no recordara su ida a Africam Safari. Nos dice también, que el niño se fue feliz.

Rescoldos.

En mi texto no menciono el nombre de Amy Camacho, y no hace falta. Pues al contar mi experiencia, todos saben que esa era la esencia de la señora: el servicio, el amor, la ayuda. Sé que muchos la recordarán como una gran activista, como empresaria destacada, como una mujer que influyó en la vida de nuestro estado y nuestro país. Para mí, siempre será la mujer que hizo feliz a un niño con cáncer en extrema pobreza que estaba desahuciado.

 

Con respeto y cariño a la memoria de la señora Amy Camacho, que paz descanse.

 

 

Rafael Reyes Ruiz

@RafaActivista

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Rafael Reyes Ruiz

Activista social dedicado a brindar ayuda integral a grupos de alta vulnerabilidad. Fundador de Fundación Madai, que apoya a niños con cáncer y sus familias. Miembro de grupos y colectivos de la sociedad civil. Escritor, articulista, conferencista. Desarrollador y promotor del emprendimiento social.