Amy Camacho Wardle; una mujer con agenda para su tiempo

  • Herberto Rodríguez Regordosa

Tener la razón.

En octubre de 2012 y a raíz de su renuncia (pienso que congruente), a la Secretaría del Medio Ambiente, escribí la columna “Amy Camacho, una mujer de su tiempo”; ocho años después, escribo nuevamente sobre ella, pero ahora un homenaje póstumo a una mujer que admiré, de la que aprendí mucho, y con quién tuve la oportunidad de entablar una amistad personal y familiar muy profunda; como pocas hay en la vida.

Conocí a Amy en el 20º aniversario de Africam; recuerdo que invitaron a Yuri, quien hizo un show espectacular; ella era muy amiga de Don Herberto mi Padre, los unían las causas ambientales, la cuenca del Atoyac y en particular, el lago de Valsequillo; formaron juntos el Consejo Ecológico de Participación Ciudadana, organismo que tuvo mucho empuje y que puso en la mesa temas que para su época, eran muy adelantados. Me impactó su personalidad y su capacidad de dirigir  a buen fin siempre, a su “tribu”.

Años después, nuestras inquietudes por salvar a la Presa de  Valsequillo, nos volvieron a unir; decidimos convocar, junto con Chemi, Javier y Federico, a muchos actores de la sociedad; logramos construir una agenda concreta para el rescate de la presa Manuel Ávila Camacho. Recuerdo discusiones muy duras entre los cinco, sobre cómo debía plantearse esa agenda, las personalidades de cada uno eran potentes y siempre era Amy la que nos unía y lograba el consenso; esas reuniones que muchas veces terminaban en intensas convivencias, fueron el origen de la agrupación Dale la Cara al Atoyac, A.C., donde se institucionalizó toda nuestra visión y esfuerzo, gracias al impulso de la generación de jóvenes que venía detrás y que tuvo la loca ocurrencia de navegar en balsas nuestro tóxico Atoyac, evento  que logró las primeras planas nacionales.

Otro proyecto en el que nos involucramos y que describe mucho cómo era su personalidad, fue cuando sucedió la tormenta Earl; Amy me llamó para que la acompañara a la Sierra Norte de Puebla; llegamos a Xaltepec en Huauchinango, porque los demás caminos estaban cerrados; lo que ahí vimos fue terrible; familias que habían perdido a sus seres queridos y sus hogares; ellos se acercaron con nosotros y agradecieron recibir los víveres y enseres que pudimos llevarles; ya de noche y en el viaje de regreso, me comentó: “este pueblito tiene una magia especial; tenemos que ayudarles”; nos comprometimos entonces  con 20 familias para que volvieran a tener un hogar y que este fuera seguro y digno. Hemos avanzado mucho y creo que con la ayuda de todos los que estamos en la Fundación Empresarios por Puebla; pronto las entregaremos; no les podemos fallar a la gente que creyó en nosotros; Amy siempre era cumplidora.

Amy era una mujer con agenda y de pensamiento profundo; emprendedora como ninguna; valiente y decidida, pero al mismo tiempo frágil y sentimental. Le gustaba mandar, estaba acostumbrada a ello, pero cedía siempre que había argumentos y razones potentes; “hazlo todo con pasión y compasión” era su repetitiva frase; a veces la usaba a modo, para llegar a donde ella quería.

De las mejores anfitrionas que he conocido; nos preparaba en la cabaña del lago, las mejores comidas y cenas; muchas de ellas con invitados y agendas concretas para ir empujando nuestra causa; otras nada más, para convivir y celebrar; era de carrera larga; a veces filósofa, otras más socióloga y siempre psicóloga; tenía la habilidad de leer a las personas y de dar su atinado consejo siempre.

A las personas se les conoce por su legado; Amitla (así le decían sus hijos) deja uno enorme; cierto que mucho fue producto de sus circunstancias, de tener un padre tan peculiar y una madre bellísima, quiénes faltaron muy pronto. Cuando trabajamos en el caso “Africam: pasión por la naturaleza y la vida silvestre”, que hoy se enseña en varias escuelas de negocios del mundo, yo me preguntaba si  ella podría haberse hecho a un lado, ante el reto que representaba hacerse cargo de Africam ; casi creo que no, ese era su destino ineludible; pero como  hermana mayor abrazó el reto de sacar a la familia y apuntalar a la empresa al mismo tiempo; ambas cosas la hizo muy bien; los testimonios que  escuchamos de ella y de Gregory su hermano, son fantásticos. Su mejor legado son sus espectaculares hijos; José Adrián, visionario, incisivo e inconforme; Melanie, líder, apasionada y emprendedora; Triana, reflexiva y todavía para mi, una persona a descubrir.

Siempre le pregunté si creía en Dios; era escéptica de la religión; sin embargo,  muy espiritual;  su deseo permanente de servir a los demás, de proteger a los más vulnerables y de ser extremadamente detallista y atenta con todos, son testimonios concretos de que creía en la trascendencia y en que la vida era un don, del que no había que desperdiciar ni un minuto; ella vivía para su tiempo; buscaba transformarlo.

Amitla: aprovechaste la vida a tope; has trascendido; te fuiste muy temprano; te voy a extrañar,  pero te disfrutaré a través de tus hijos y de los proyectos que emprendimos juntos. Descansa en Paz.

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Herberto Rodríguez Regordosa

Ingeniero, financiero y economista de empresa. Presidente de la Fundación Empresarios por Puebla. Inversionista y emprendedor en el sector de la tecnología. Fue vicerrector y es investigador en la UPAEP; director, profesor y actual Presidente del IESDE. Es miembro de la red del MOC en la HBS.