El general que doblegó a Maximino.

  • Xavier Gutiérrez

El terrorífico atentado contra el secretario de seguridad de CDMX, Omar García Harfuch, da pie a relatar una anécdota que vincula a su abuelo con Puebla.

Este jefe policial, joven pero de larga experiencia, es hijo de Javier García Paniagua, quien fuera presidente nacional del PRI,  secretario del Trabajo y de Reforma Agraria con López Portillo.

Su abuelo, el general Marcelino García Barragán, fue secretario de la Defensa con Díaz Ordaz.

Era gobernador de Puebla Gonzalo Bautista Castillo (periodo 1941-1945), producto todavía de la influencia caciquil de la familia Ávila Camacho en la entidad.

Por alguna razón, probablemente como parte de su carrera militar, García Barragán estaba en Puebla. Y tenía estrechas relaciones   con los Ávila Camacho.

Un día llegó el general Maximino Ávila Camacho al palacio de gobierno, en la 2 Norte y (hoy) Juan de Palafox. Buscaba al gobernador Bautista Castillo.

Se encontró con el secretario general de gobierno, nada menos que el joven abogado Gustavo Díaz Ordaz.

En su estilo, bronco, arrogante y pedestre le dijo al secretario:

-¿Dónde está tu gobernador? ¿Cómo que no está aquí en su oficina, pues a qué hora trabaja?

El secretario Gustavo Díaz Ordaz, nervioso pero claro, le comentó que aún no llegaba  a la oficina.

-¿Dónde está…pues qué no conoces su agenda?

-De sus actividades privadas no sé, General..

Máximo Ávila Camacho, siempre con el fuete en la mano, dio un fuetazo al escritorio de Díaz Ordaz y le gritó:

-¡Con una tiznada, estúpido, cómo no sabes dónde se mete el gobernadorcito!

Volvió a darle fuetazos al escritorio y le siguió gritando, casi a punto de golpearlo en la cara con el fuete. En la antesala se encontraba el general García Barragán y escuchó toda la soez descarga verbal del energúmeno influyente.

Entró el general y le gritó:

-¡Maximinooo…Maximinooo, no trates así al secretario de gobierno. Él cumple con su trabajo y no te ha faltado al respeto…!!

Maximino se volteó como un resorte y vio de quién se trataba:

-¡Chelinooo..¿cómo estas Chelino..? Quiso saludarlo, y le extendió los brazos para darle un abrazo.

Pero García Barragán, con el mismo tono fuerte de voz lo detuvo y le espetó:

-¡Maximino..pídele disculpas al señor secretario!

-Pero Chelino, no pasó nada..Chelino.. Maximino quiso minimizar el incidente y darle un tono de guasa a su agresión.

El general, con tono firme y más enérgico lo frenó:

-¡Maximino, si tú no le pides disculpas al señor secretario hasta aquí termina nuestra amistad!

Maximino, fingiendo una sonrisa, el rostro desencajado,  y con su soberbia y altanería pisoteadas por un general, dio la media vuelta y le pido disculpas a Díaz Ordaz.

Así conocí esta anécdota de dos fuentes distintas. El culto economista José Alarcón la relata, palabras más o menos, en su libro “Los Encantos del Poder”, con otros datos en los que refiere que Maximino llegó a estrujar por las solapas a Díaz Ordaz, y que García Barragán retó a muerte a Maximino.

El desenlace es conocido. Con el tiempo, la vida política de Díaz Ordaz evolucionó a las máximas alturas, y cuando llegó a la presidencia de la república,  saldó su deuda de gratitud con el general Marcelino García Barragán, nombrándolo secretario de la Defensa Nacional.

Un retoño de ese general es Omar García Harfuch, quien salió con vida entre una lluvia de  más de trescientos disparos con armas de alto calibre en el corazón de la ciudad de México.

xgt49@yahoo.com.mx

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Xavier Gutiérrez

Reportero y director de medios impresos, conductor en radio y televisión. Articulista, columnista, comentarista y caricaturista. Desempeñó cargos públicos en áreas de comunicación. Autor del libro “Ideas Para la Vida”. Conduce el programa “Te lo Digo Juan…Para que lo Escuches Pedro”.