Amy, ¡invencible!

  • Alejandra Fonseca

La conocí desde que ella era niña; yo, adolescente. Era envidiable verla jugar en el jardín de su casa junto al lago de Valsequillo, con cachorros de animales exóticos, ¡un paraíso ansiado por mí que amo la vida en el campo y todas las especies animales! Conocí al Capitán Carlos Camacho Espíritu, no recuerdo exactamente cuándo. Todo un personaje desde que llegó a Puebla en los años 60, que contrastaba en todo aspecto con los hombres de su edad a quienes yo conocía; personalidad impactante, mirada penetrante y vestimenta no usual en mi círculo social. Su esposa, norteamericana de belleza indudable, hacía de la pareja algo que nos vino a dar una nueva visión de la vida en la Puebla de ese entonces.

Después de algunos años de haber fundado AFRICAM Safari (nombre compuesto de la combinación del continente africano y el apellido Camacho) Amy y sus hermanos asistían al Colegio Americano; yo iba en secundaria y el visionario Capitán Carlos Camacho, nos invitó a algunas niñas, adolescentes y jóvenes, a asistir a Africam para ser edecanes y recibir a los visitantes con un uniforme ad hoc. Entonces Valsequillo “estaba lejos”, no había vialidades adecuadas para llegar y tampoco transporte por lo que alguno de nuestros padres o chofer de la familia, tendría que llevarnos y recogernos sábados y domingos, por lo que nuestra asistencia se fue diluyendo.

Desde niña tomé clases en la Alianza Francesa ubicaba en el edificio Alles de la 2 poniente esquina con 5 de mayo; ahí tuve la oportunidad de conocer a Louise Wardle de Camacho, joven mujer de extrema belleza y vestimenta inusual para las señoras de Puebla, con quien forjé una entrañable amistad. Me sentaba junto a ella para admirarla y ella se sonreía al sentir mi mirada hipnotizada y, con su dulce y amable voz se dirigía a mí. Una mujeres cálida, cariñosa y simpática que, siendo yo niña o adolescente, --varios años compartimos pupitre— ella me tomaba en cuenta al dedicar su atención y tiempo para platicar conmigo como pocas señoras de esa época lo hacían. Al salir de clases bajábamos juntas las escaleras y mientras ella esperaba al chofer y yo a mi papá, nos sentábamos en la jardinera a platicar y despedirnos. ¡Era un encanto de ser humano!

Esa fue a grosso modo mi cercanía desde niña con el Capitán Carlos Camacho y su esposa Louise Wardle de Camacho. La muerte del Capitán en 1976 fue un hecho impactante en Puebla. En mi mente lo imaginaba en su oficina siendo atacado por su tigre preferido. Cuando leí a Rosario Castellanos acomodé una de sus famosas frases a ese evento: “Te mata lo que amas, lo demás no ha existido nunca”. Estuve en esas oficinas, claro, sin tigre a lado, porque el Capitán era muy cuidadoso para manejar su devoción hacia las diferentes especies de animales. Cuatro años después murió mi entrañable y admirada amiga y compañera de clases de francés. Y ahí surgió Amy para mí, con toda su dimensión e irrefutables genes y crianza.

La creí eterna por su inconmensurable pasión, sus sólidos principios y convicciones, y su lucha que admiro y comparto; por su fortaleza para vivir la vida y asumir con total responsabilidad y amor lo que le tocó. Heredó la pasión y amor de su padre hacia la protección del medio ambiente y a las especies de animales y plantas en peligro de extinción, llevándolo a más y más, a la “N” potencia; heredó la belleza, la calidad humana, bondad y calidez de su madre.

Cuando supe de la enfermedad adquirida en la Amazonia tratando de salvar de la extinción a los jaguares, su posterior gravedad y muerte, pensé que al igual que su padre, la pasión los llevó a lugares y formas de vida inéditos.  

Amy es una mujer auténtica que nunca se dejó seducir por el poder ni mucho menos se rindió ante los poderosos.

Por todo esto, aún en su transición, ¡Amy es invencible!

 

Alefonse@hotmail.com

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Alejandra Fonseca
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes