País de un solo hombre

  • Enrique Cárdenas Sánchez

En su última columna, el profesor Mauricio Merino decidió tomarle la palabra al Presidente al declararse en rebeldía y manifestarse en contra de que el país sea de un solo hombre. Se refería a la forma autocrática de dirigir al país y a muchas de las decisiones que ha tomado el presidente López Obrador, tales como el rechazo a la pluralidad, la mezquindad de no otorgar un ingreso vital a millones de personas que van a sufrir hambres por la pandemia, la destrucción de instituciones por decisión personal, y un muy largo etcétera que puede Usted leer en la citada columna. El profesor Merino reaccionó directamente a las declaraciones del Presidente López Obrador del pasado 6 de junio, cuando mencionó que eran tiempos de definiciones, de decidir si se estaba en favor o en contra de la 4T. Y la síntesis de la 4T, en su opinión que comparto, es convertir a México en un país de un solo hombre.

Yo tampoco estoy a favor de que México se vuelva un país autocrático, en el que una persona decide cuándo aplicar la ley y cuándo no, a quién confiscarle bienes y a quién permitirle corruptelas y enriquecimiento ilícito. Tampoco estoy de acuerdo en que las instituciones democráticas que le dan estructura a nuestro país, con pesos y contrapesos, dejen de existir para ser suplantadas por “instituciones” cooptadas por el Ejecutivo, encabezadas por incondicionales del Presidente y que violen la ley un día sí y otro también.

Es importante recalcar a las nuevas generaciones que este sistema político, ultra-presidencialista, ya lo hemos tenido, ya lo hemos sufrido. No hace mucho de ello. Van dos eventos que han marcado nuestra historia.

La expropiación bancaria de 1982 fue decidida únicamente por el Presidente López Portillo, en secreto. Sólo fue acompañado por sus cuatro colaboradores más cercanos, uno de ellos su propio hijo. La decisión fue tomada fuera del marco legal, trastocó la economía, contribuyó a hundirnos en un decenio de estancamiento económico y retroceso social que todavía se resienten sus efectos. No hubo nadie que pudiera cuestionar la voluntad presidencial. El Poder Judicial no pudo detenerlo, a pesar de estar fuera de la ley. Sólo dos ministros pidieron que la Suprema Corte de la Nación analizara el caso, pero el Pleno resolvió que ni siquiera iba a darle entrada ni a escuchar argumentos de los expropiados. El acto inconstitucional requirió de un nuevo decreto que lo legalizara ex post, y de la aprobación apresurada de los congresos estatales para cambiar la Constitución. Ello ocurrió apenas unos días antes de que José López Portillo dejara el cargo. Era un país de un solo hombre.

Años más tarde, en 1988, cuando el Poder Ejecutivo organizaba los procesos electorales de todo el país, “se cayó el sistema” la noche de la elección presidencial. Las dudas sobre sus resultados, en que perdió los comicios Cuauhtémoc Cárdenas, siguen persiguiendo a los protagonistas hasta el día de hoy. Subsisten resquemores, cuestionamientos, y una parte importante de la población considera que hubo fraude. La elección de Carlos Salinas de Gortari continúa siendo referencia del por qué era indispensable tener un árbitro independiente, ciudadano y autónomo del poder central. Afortunadamente el país tomó esa nueva dirección al darle vida al Instituto Federal Electoral (ahora INE). Pero los hechos del verano de 1988 mostraron que un solo hombre pudo haber decidido el fiel de la balanza electoral para el sexenio 1988-1994. Nuevamente, un país de un solo hombre.

Hoy damos como un hecho la existencia de una cierta división de poderes y de contrapesos institucionales que hemos construido a lo largo de los últimos treinta años. No siempre existieron. Es más, los dos eventos antes mencionados posiblemente no hubieran ocurrido de haber contado con ellos. La Suprema Corte hubiera muy probablemente revertido la expropiación bancaria ni tampoco se hubiera caído el sistema. Millones de ciudadanos hubieran cuidado la elección bajo el INE actual.

Actualmente tenemos un gobierno caracterizado por el poder concentrado en una sola persona. Una sola persona que prácticamente no tiene que rendirle cuentas a nadie y que se ha propuesto desactivar cualquier instancia que le estorbe en ese camino. No. No queremos regresar al pasado: a la época en que los ciudadanos no teníamos mecanismos de participación plural y efectiva, ni teníamos instrumentos para supervisar lo público a través del acceso a la información, y la procuración de justicia estaba supeditado a un Poder Judicial subordinado al presidente de la República. No queremos regresar al hiper-presidencialismo. Por eso, ahora que el Presidente López Obrador ha pedido que tomemos una decisión sobre apoyar o no su gobierno y la 4T, debemos tomarle la palabra. Como advirtió Mauricio Merino en su columna. “Que haya definiciones ya, claras e inequívocas: a favor o en contra del país de un solo hombre”. Yo estoy en contra.

 

Enrique Cárdenas Sánchez

Universidad Iberoamericana de Puebla

Signos Vitales

Puebla contra la Corrupción y la Impunidad

enrique.cardenas@iberopuebla.mx

@EcardenasPuebla

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Enrique Cárdenas Sánchez

Economista, exrector de la UDLAP. ExDirector del Centro de Estudios Espinosa Yglesias. En 2019 fue candidato a Gobernador de Puebla en las elecciones extraordinarias. Director de Puebla contra Corrupción e Impunidad