Grupos vulnerables

  • Elmer Ancona Dorantes

Los grupos más vulnerables de este país se han quedado sin la protección del gobierno federal, van de la mano de Dios, del brazo de la sociedad. Con la protección de la administración federal, simple y llanamente, no cuentan.

Las mujeres violentadas, los niños con enfermedades terminales (como el cáncer), la gente de la tercera edad, los migrantes y desplazados, los grupos de la diversidad sexual, entre otros, están denunciando más agresiones, pero al levantar sus denuncias no son escuchados.

Ha sido risible escuchar al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien asegura que 70 por ciento de las llamadas de auxilio al 911 que hacen las mujeres agredidas, son falsas.

Las agencias del ministerio público, aisladas y muy limitadas a consecuencia del coronavirus, levantan las denuncias, las encarpetan, sin dar el seguimiento adecuado, sin ganas de frenar la ola de abusos que se detonan debido al confinamiento.

De acuerdo con el Presidente de la República, la violencia doméstica o intrafamiliar no existe, porque México es un país de gente amorosa, cariñosa, buena, “muy diferente” a la que se tiene en Estados Unidos u otros países violentos.

Aunado a estas erradas y preocupantes declaraciones, el Primer Mandatario asestó el golpe brutal a uno de los organismos gubernamentales indispensables para la sociedad: el Conapred.

El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, que depende de la Secretaría de Gobernación, cerrará próximamente sus puertas porque, según López Obrador, no sirve para nada, porque “es uno de los tantos organismos que fueron crearon para darle chamba a los amigos”.

Brutal declaración que deja perplejos a todos, en primer lugar, por el grado de ignorancia, de desconocimiento, que tiene el Presidente de la República de su propia estructura gubernamental.

Con un “no sé qué es el Conapred”, “no sabía que existía”, anunció la desaparición del organismo federal que, sin lugar a dudas, ha trabajado intensamente para prevenir la discriminación en el país.

La decisión presidencial, ya lo sabemos, fue tomada como una venganza personal contra la titular del organismo, por el simple hecho de haber invitado a un foro al youtuber Chumel Torres, quien bautizó como “chocoflan” al hijo de López Obrador.

Una simple declaración, una simple opinión en el marco de la libertad de expresión, una simple sugerencia de la esposa (Beatriz Gutiérrez Müller), bastó para que el Conapred fuera denigrado.

Poco antes, la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, pronta a desaparecer, fue violentada con un recorte presupuestal de 70 por cierto que la dejó, prácticamente, descobijada ante la sociedad.

Decenas de padres de familia, cuyos hijos o esposos fueron desaparecidos de la noche a la mañana, protestaron airadamente por la decisión gubernamental de cerrar sus puertas.

De por sí, con todo y presupuesto, la Comisión Ejecutiva no se daba abasto para dar seguimiento a los cientos de denuncias presentadas en todo el país; sin recursos, su labor es imposible.

Si en el mundo se habla de víctimas de persecución de tiranías, de dictaduras, de grupos criminales, de facciones políticas opositoras, México se convierte en un paladín. Las cifras no mienten.

 

Excelente oportunidad

 

Las erradas y fallidas decisiones presidenciales, por supuesto, se convierten en una excelente oportunidad para que las organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) y No Gubernamentales (ONG) tomen fuerza e impulso.

A estas organizaciones, al menos en el último año, se les ha pegado hasta por debajo de la lengua desde Palacio Nacional; las autoridades no las bajan de “paleras” y “subsidiadas”, o sea, no sirven para nada.

Los grupos ciudadanos deben aprovechar para reorganizarse, para promover sus acciones, para autosalvarse, para regenerarse, para asumir una nueva conciencia, dados los vacíos que existen desde el aparato estatal.

Aquí no se trata de atacar o agredir a la estructura gubernamental o al presidente en turno, se trata de no depender tanto de las decisiones de un solo hombre o de una sola burbuja burocrática que, en la mayoría de los casos, sirven para muy poco.

Los grupos vulnerables requieren de toda nuestra atención, de toda nuestra ayuda y auxilio; no podemos dejarlos solos; nuestros ancianos (adultos mayores), niños, jóvenes, indígenas, mujeres, migrantes y desplazados, necesitan de la sociedad organizada.

Si al Presidente de la República no le interesan, no importa, basta que nos importe a nosotros como sociedad. Hay que defenderlos a costa de todos y por encima de cualquiera, porque lo peor aún no viene.

 

@elmerando

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Elmer Ancona Dorantes

Periodista y analista político. Licenciado en Periodismo por la Carlos Septién y Maestrante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UNAM. Catedrático. Escribe en diversos espacios de comunicación. Medios en los que ha colaborado: Reforma, Notimex, Milenio, Grupo Editorial Expansión y Radio Fórmula.