Narcisismo Político y Soberbia

  • Rodrigo Rosales Escalona

“Todos utilizamos la proyección para evitar mirar a nuestro interior, la sombra nos dice que no nos fijemos en nuestras propias debilidades y que las proyectemos sobre los demás para evitar el sentimiento de inferioridad.” DEEPAK CHOPRA.

“No vemos a los demás como son, sino como somos nosotros.” IMMANUEL KANT.

 

El trastorno narcisista de la personalidad es una manifestación extrema y patológica de lo que todos conocemos como narcisismo. Hablamos por tanto de un perfil con problemas de adaptación y funcionamiento para su vida cotidiana.

Por lo consiguiente, vamos dando un bosquejo sobre una persona de la vida política actual en Puebla:

Nuestro personaje está convencido de que es superior a los demás. Se halla, a su parecer, en ese pedestal de completa irrealidad, donde procederá a compararse con el resto de forma sistemática para ponerlos a todos por debajo de sí mismas.

Asimismo, transmite una idea de su propia persona desproporcionadamente positiva, sobrestimando sus habilidades y éxitos. Además, necesita constante admiración y aprobación por parte de los demás, hacia los que muestran escasa o nula empatía. Esa falta de vinculación afectiva hacia quienes le envuelven es uno de los rasgos más evidentes.

De esto, nuestro personaje va primero “Yo”, luego yo y por último yo. Es su constante ver a los demás como objetos de los que puede sacar algún beneficio. De hecho, interactuará contigo solo si te ve digno de ello, y porque pretende sacar algo de dicha relación.

Para poder ubicar que ese “Yo”, lo conduce a despreciar y someter a quienes no le favorecen, una ves más, detallemos que, tiene un sentido desproporcionado de grandiosidad. Presenta unas fantasías exageradas de éxito, poder, egoísmo, imaginarios. Cree que es «especial» y que solo puede ser comprendido o relacionarse con otras personas que son especiales o de alto estatus. Exige una admiración excesiva. Es pretencioso, espera tratos de favor o que sus expectativas se cumplan de forma automática. Explota a los demás en sus relaciones, no duda en manipular para alcanzar sus metas. Carece de empatía: no reconoce o no se identifica con los sentimientos y necesidades de los demás. A menudo envidia a los demás o cree que los demás le envidian a él. Presenta comportamientos y actitudes arrogantes y soberbias.

Todas estas dinámicas se traducen en una clara dificultad para establecer relaciones saludables, dada su falta de empatía y elevado egocentrismo.

Sin embargo, raramente una persona narcisista pedirá ayuda por ello. Más bien se quejará de los demás e incluso por otro tipo de problemas: estrés, ansiedad, irritabilidad, etc. Por desgracia, nuestro narcisista no es consciente de su propio déficit.

«Ser bueno solamente consigo mismo es ser bueno para nada».

-Voltaire-

¿Se va identificando quién es nuestro personaje?

Por lo que tras este comportamiento que subyace al narciso, hay una baja autoestima; de ahí que necesita la valoración constante y que no es capaz de aceptar las críticas.

Así como solicité a un especialista psicólogo para describir el perfil del pendenciero de Javier Lozano Alarcón, una ves más, nos permite ubicar que el personaje tiene una depresión encubierta. Esto es, continúa el especialista, tiene la obsesiva necesidad de que su grandeza sea verificada por el mundo que les rodea. Cuando no la perciben, manifiesta ira e incluso agresividad, así como de humillar e insultar a sus subordinados. Son reacciones defensivas que a menudo, trazan la línea de una depresión.

El especialista agrega que se trata de la autoestima maligna de este narcisista y soberbio. Es decir, evidencia toda una constelación de comportamientos que orbitan entre la personalidad autodestructiva, el masoquismo y la depresión.

Plantea el especialista, que el narcisista que se precisa en Puebla, cuando él no sabe darse a él mismo lo que realmente necesita, es cuando aparecen sus enfrentamientos psicológicos, que son todas aquellas perturbaciones tanto a nivel de pensamiento como de conducta que surgen a causa de la incapacidad del individuo de hacer lo que realmente desea para intentar adaptarse y ser aceptado por su entorno social. La proyección es uno más de estos mecanismos y es la base de la crítica a los demás.

Apunta que al narcisismo se le agrega en su periodo crítico, el llamado proceso de Proyección, quien rechaza algunos aspectos de sí mismo y se los adjudica a los otros. Lo que una persona critica de otra siempre tiene que ver con el que juzga; puede ser algo que le gustaría hacer pero que no se permite, o bien algo de su propia de su personalidad que le disgusta, incluso, física.

Por ejemplo, expone, si él rechaza de otra persona su extremada ira, es posible que esa rabia no la reconozca como suya, porque no la quiere o puede expresar, o porque no le gusta de él mismo su propia ira incontrolada. Al criticar, a veces tendrá razón, pero la mayor parte del tiempo estará pasando su opinión por el filtro de la propia experiencia y cometerá graves errores juzgando a los otros. Además, se sentirá impotente para cambiar la situación, ya que la culpa siempre será externa.

Por tanto, el hecho de proyectar o criticar es la atribución a algo o a alguien de las cualidades o sentimientos propios que no estamos preparados para reconocer como nuestros.

Por lo que, cuando critica a los demás en realidad, no se da cuenta que está hablando de sí mismo y esto en vez de convertirse en algo negativo y mirado desde este nuevo punto de vista, no concibe que puede ayudarlo a ser más comprensivo y empático con lo que dicen o piensan otras personas.

Un viejo refrán dice: “Nada es más fácil que ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio”. También está el que indica: “Cree el ladrón que todos son de su condición”. Y es que Ortega y Gasset a quien pertenece esta máxima: “Nada es verdad, nada es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira”. Cada uno de estos dichos y ejemplos puede sernos de utilidad para aproximarnos al mecanismo de proyección de nuestro personaje en turno.

Para concluir, enfatiza el especialista que el narcisista, no se da cuenta de que se hace daño, en cuanto a que quienes lo rodean, ya sea compañeros, amistades, familiares, etcétera, se cansan de él, lo aíslan o se alejan. Agrega que es distinto a cuando tiene poder económico, político o de gobierno, en cuanto a que mientras tenga poder, sus impulsos psicológicos no le permiten visualizar que su entorno le es adverso, ante los agravios y humillaciones a los que somete a su primer núcleo, como también a otros grupos y sociedad. Todos están mal.

Si despierta de esa realidad que se forjó, le dolerá ver que él es quien termina sin nadie, solo y enemistado. Lo contrario, acumulará frustraciones y achacando que siempre tuvo razón, y los demás, actuaron u operaron como enemigos.

rodrigo.ivan@yahoo.com.mx

Analista político y de prospectiva social

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Rodrigo Rosales Escalona

Periodista y analista político en medios locales y nacional, filósofo, docente en nivel superior, activista social, comprometido con la justicia.