¿Hacia un bipartidismo conservadores/liberales?

  • Juan Luis Hernández Avendaño

 

Juan Luis Hernández*

López Obrador ha planteado que de una vez y por todas, la disputa política en México debería organizare sólo a través de dos partidos, liberales y conservadores, de la misma manera que se organizó la historia y la política en el siglo XIX tanto en nuestro país como en toda América Latina.

El politólogo Juan Linz le daría la razón sólo en el componente del bipartidismo. El creador de los conceptos de totalitarismo y autoritarismo, pensaba que los regímenes presidenciales que tenían multipartidismo, como todos los países de nuestra región latinoamericana, eran susceptibles de tener democracias inestables. En cambio, nos sugería, analicemos a Estados Unidos, con régimen presidencial pero con bipartidismo, lo que daba como resultado una democracia estable de dos siglos.

No obstante, la discusión de la coyuntura no tiene que ver con el número de partidos sino con las posiciones político ideológicas, qué representan, que defienden y que quieren derribar desde cada polo. Para ello será indispensable acudir a algunas referencias históricas. El surgimiento de los términos “derecha”, “izquierda”, en los albores de la revolución francesa, resulta muy ilustrativo. Se denominó “derecha” a la posición político-ideológica que buscaba defender el statu quo, conservar el régimen en su esencia. Esta posición la sostenían los girondinos sentados a la derecha de la mesa que presidía la Convención Nacional, en la que defendían el seguimiento de la monarquía.

Por otro lado, a la izquierda de la mesa estaban los jacobinos, quienes con ardor y pasión planteaban el fin de la monarquía, la instauración de una república y llevar a la guillotina a Luis XVI. Desde entonces, la izquierda es asumida como aquélla posición político-ideológica que busca cambiar la esencia de un régimen político. En los últimos doscientos años, tanto la derecha como la izquierda se fueron nutriendo de muchos componentes sustantivos de identidad, comunismos, socialismos, facismos, liberalismos, democracia cristiana, socialdemocracia, entre otras muchas creaciones ideológicas que dotaron de contenidos a dos categorías binarias con que se dividió el mundo ideológico.

Si López Obrador plantea que sólo haya liberales y conservadores, probablemente las derechas en México cabrían muy bien en el polo conservador, pero las izquierdas no cabrían en el polo liberal. Morena y López Obrador están muy lejos de la mayoría de los liberalismos existentes, de hecho, sostienen posiciones conservadoras en algunas ramas de la economía, y de la ética pública. En ese sentido, el planteamiento del bipartidismo le vendría muy bien al PAN, protagonista también del bipartidismo neoliberal y oligárquico PRI/PAN, pero no se aprecia que Morena se sienta cómoda como fuerza política que seguro se estará preguntando qué liberalismo es el que podrá defender.

El Presidente parece fascinado por el siglo XIX mexicano. No es para menos. Nuestra historia decimonónica es una montaña rusa, con grandes villanos y grandes héroes, con una lucha sin cuartel entre liberales y conservadores. Los primeros viendo a Estados Unidos como referente, los segundos mirando a Europa. Los primeros quieren una república, apoyan el federalismo y sugieren la separación entre el estado y la iglesia católica. Los segundos quieren algún tipo de monarquía, son centralistas, ahí está buena parte de la iglesia y de los terratenientes.

Pero las categorías y los polos político-ideológicos no siempre son claros, todo lo contrario, muchas veces se intersectan, son ambiguos y confusos. Por ello, un liberal como Benito Juárez fue capaz de hacer un tratado con EU para que nuestros vecinos pudieran quedarse con el Istmo de Tehuantepec, o bien, que Maximiliano de Habsburgo, traído por los conservadores a México, realmente fuera de convicciones liberales. Lo que hemos visto a lo largo de la historia es que la mayoría de las personas pueden ser conservadores y liberales, liberales y conservadores.

El liberalismo político (Locke) y el liberalismo económico (Smith) que plantearon libertades civiles, primacía del individuo frente al estado, propiedad privada, mercado, ley de la oferta y la demanda, realmente son componentes más cercanos al conservadurismo contemporáneo, portadores de la ley y el orden, amigos del capitalismo y portadores de un estado de derecho que regule poco y no exija muchos impuestos.

Las izquierdas se han construido en las últimas décadas contra muchos componentes de los liberalismos de hoy, y el movimiento de López Obrador podría estar más cercano a los comunitarismos nacionalistas que tienen poco de liberales. En México muchos intelectuales han apostado para la instauración de una cultura liberal, pero la terca realidad se empeña en sostener otro tipo de arreglos sociales y políticos.

No cabe duda que en los próximos años tendremos un bipartidismo fáctico: MORENA/PAN. El PAN será el partido que capitalizará los errores, dislates y equivocaciones de la 4T, quienes agregarán el malestar social contra López Obrador, casi sin mover un dedo. En cambio, Morena tendrá que arreglar sus enésimas luchas intestinas que vienen de lejos, su relación con el caudillo-presidente, su agenda programática y su planteamiento central para el país, aún no claro.

En suma, sí tenemos un polo conservador consolidado, pero el polo liberal no es hoy lo opuesto a lo conservador y López Obrador no sería precisamente el mejor representante de esta posición.

*Politólogo, Director del Departamento de Ciencias Sociales de la Ibero Puebla

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Juan Luis Hernández Avendaño

Politólogo, director general del Medio Universitario de la Universidad Iberoamericana Puebla y profesor-investigador de Ciencias Políticas por la misma institución.