Este fin de semana en un evento en Minatitlán el presidente López Obrador expresó que ante el embate de la derecha y de la ultraderecha, vivimos un tiempo de definiciones: “O se está por la transformación o se está en contra de la transformación. No hay lugar para medias tintas”. La aseveración se dio un día después de que en la conferencia de prensa mañanera hizo una explícita declaración en la que se aludía a Alfonso Ramírez Cuéllar. Andrés Manuel fue categórico: calificó la resistencia a la política de austeridad como una “especie de enajenación”  y como “una deformación propia del período neoliberal”.

Como es sabido, la reacción presidencial  fue originada  porque en un evento convocado por el Centro  de Estudios Espinoza Yglesias, el presidente del CEN de Morena expresó que la política de austeridad republicana era a estas alturas inútil para contener los efectos de la pandemia en el país. De acuerdo con su planteamiento, lo que procede es recurrir al endeudamiento.  No es nueva la postura de diferenciación que Ramírez Cuellar ha tenido con respecto a la política del gobierno encabezado por  el López Obrador. El 4 de abril y posteriormente el 17 de mayo del presente año, Alfonso Ramírez Cuéllar difundió públicamente y por escrito dos documentos. El primero acerca de la política económica de emergencia en el contexto de la pandemia y otro más sobre  nuevas funciones para  el INEGI a fin de que pudiera acceder a datos fiscales y bancarios para cuantificar la riqueza y eventualmente gravar ésta de forma progresiva. Finalmente, el 4 de junio pudimos conocer las opiniones emitidas por el propio Ramírez Cuéllar en un seminario virtual organizado por el Centro de Estudios Espinoza Yglesias.

Las opiniones vertidas por el Presidente del CEN tanto en los dos documentos escritos, como en entrevistas y noticias difundidas permiten saber que tiene una postura distinta y hasta contrapuesta a la que como política pública ha manifestado el presidente Andrés Manuel López Obrador. A diferencia del presidente, Ramírez Cuéllar se pronuncia por recurrir al endeudamiento externo y la postergación de pago patronal al seguro social como  uno de los recursos para hacerle frente a los efectos económicos de la pandemia.  También a diferencia del presidente y del Proyecto Alternativo de Nación, el dirigente de Morena propone una reforma tributaria que elevará impuestos a ciertos sectores. El 4 de junio, el presidente de Morena se pronunció contra la austeridad republicana calificándola de inútil o insuficiente para hacerle frente a la crisis económica.

Resulta difícil entender las motivaciones de Ramírez Cuéllar para hacer lo que está haciendo. También incomprensible que sus pronunciamientos,  neurálgicos por los temas y la coyuntura que atravesamos,  no hayan sido previamente puestos a consideración  del Comité Ejecutivo Nacional. Más aún, los integrantes del CEN nos enteramos de sus puntos de vista cuando estos fueron publicados por los medios de comunicación. Desde hace varias semanas el gobierno de la 4T enfrenta a una derecha neoliberal y una de carácter neofascista que están estimuladas por lo que consideran una oportunidad dorada debido a la pandemia y sus efectos económicos.  La primera  ya ha planteado una ruta para lo que sería  un golpe de estado blando contra López Obrador. La segunda incluso se ha permitido la entrega de manifiestos a las distintas bases militares en el país y organiza manifestaciones como  la automovilística observada la semana pasada. En ese contexto, “el dirigente de Morena” (así lo llamó Andrés Manuel)  asume  una postura que puede confundir a la ciudadanía dando una imagen equivocada  de un partido del presidente que camina en un sendero distinto a éste.  No parece ser éste un buen derrotero.