Entretejiendo hilos ante la realidad de la Covid-19

  • María Teresa Galicia Cordero

Cuando inicié mi trabajo de investigación, que posteriormente se convirtió en mi tesis doctoral, pensé que lo más cercano a lo que estaba haciendo era entretejer hilos. Entre mis experiencias, mis sentires, pensamientos y acciones, las personas a quienes me acerqué para que me compartieran sus vidas, mis descubrimientos acerca de los fundamentos teóricos a elegir y la metodología más apropiada para mis preguntas de investigación, fui entretejiendo saberes. 

Con el paso del tiempo y a pesar de que muchas veces me pidieron cambiar el título de mi trabajo, me di cuenta que a lo largo de la vida, todos, de una manera u otra, vamos entretejiendo hilos entre lo que pensamos, sentimos y hacemos, y que, con el paso del tiempo, conforman lo que cada uno de nosotros es para si y para los demás. 

Ahora percibo también, que en la realidad individual y colectiva también lo hacemos, especialmente cuando vamos descubriendo que la   realidad actual es tan compleja que pasa de construirse con todos los matices del arco iris a los claroscuros más borrosos que existen.

Estamos viviendo en un país tan complejo, polarizado y con tantas necesidades, violencia de todo tipo, desapariciones, precios de artículos de primera necesidad que suben y bajan sin control, la arbitrariedad de ciertos grupos cuya tarea es proteger a la ciudadanía, el desempleo, la irresponsabilidad de quienes no les importa atender las medidas de contingencia, la soledad y la tristeza de muchos de nuestros amigos y amigas, la muerte de personas cercanas etc. Todo relacionado con el riesgo de la pérdida colectiva e individual sobre la esperanza de un futuro mejor.

Se celebró recientemente el día mundial del medio ambiente, pero seguimos dándonos cuenta de que se permiten la venta y destrucción de nuestros recursos naturales, del agua, de las minas, las desigualdades educativas y sociales en aumento y la supremacía de los valores y las leyes del mercado sobre la compasión y la dignidad humana. 

Los hechos sociales recientes ocurridos en el vecino país del norte, muestran que, en uno de los países más ricos del mundo también existen muchas problemáticas. Aquí arrastramos una serie de injusticias que desgraciadamente no se han aclarado y existen responsables en total impunidad. Es cierto que no podíamos seguir como estábamos, se ha cuestionado el  dañino corporativismo de  regímenes anteriores, se han otorgado algunos apoyos para los que menos tienen y se han realizado ciertas  reformas de Estado para cambiar la manera inequitativa que se presentaba, sin embargo,  la situación inédita de la aparición de la Covid-19, el daño global que está haciendo,  aunado  a un sistema de salud mexicano  sumamente frágil por el saqueo sistemático que tuvo,  aumenta de manera exponencial los problemas y los retos que ahora tenemos.  

He escrito que la educación puede ser el camino que nos permita construir ciudadanía en este tiempo de aprender, sin embargo, observo resistencias que prefieren seguir el camino ya delineado sin escuchar las voces, por ejemplo, de los maestros y los alumnos, especialmente por el carácter prescriptivo que se sigue presentado en muchas decisiones. Quiero señalar también que esto sucede no solo en ciertos sectores gubernamentales, también en grupos de ciudadanos, donde todo se critica, pero no se aporta nada para mejorar la situación.

Entretejer hilos entre la realidad circundante, sus voces y quienes toman decisiones, parece que es una tarea a la cual tenemos que enfrentar con un diálogo permanente y fundamentado que la situación amerita. Afortunadamente, hay mujeres y hombres que no ahora, sino de tiempo atrás, han entretejido sus saberes y sus esfuerzos buscando incidir desde sus espacios de construcción en el ámbito público para defender sus derechos y sus territorios, lo que se convierte en una tarea titánica puesto que, entre el hilo y la aguja hay muchos espacios que rellenar en la búsqueda de nuevas formas de entretejido social. 

Mi amigo de Filadelfia me compartió un mensaje profundo y conmovedor a raíz de lo que está pasando en el país del norte, el mensaje de un grupo de mujeres dentro de su movimiento de demanda de justicia social. En él, piden ubicarse en la línea del tiempo de siglos de violencia, argumentando que  lo que están viviendo no es más que resultado del hartazgo acumulado, donde después de dos meses de pandemia, se  sobrepasó el miedo al contagio… los  meses de confinamiento y las miles de  muertes de población afroamericana y migrantes, aunado a la tasa más grave de desempleo  en donde  se muestra a cuerpos sin sueldo, sin sustento , sin comida, sin ayuda, en donde la máquina de hacer dinero solo reparte para la élite  blanca… el asesinato sistemático de personas de las comunidades negras por parte de la policía dentro de un sistema racista institucional y el abuso policial…Respiren demandaron, reflexionemos, pensamos que es necesario unirnos, protegernos y  ayudarnos a despertar.

En el párrafo anterior, se pueden percibir unidos el racismo, el clasismo, la discriminación estructural y la desigualdad social, así como las voces que claman la necesidad de unirse. Aquí en México, una amplia mayoría de la población enfrenta una discriminación estructural, mujeres, personas mayores, pueblos y comunidades indígenas, personas con discapacidad, niños y adolescentes migrantes, así como otros grupos que enfrentan dificultades sistemáticas para ejercer sus derechos (Solís, 2017). 

Trabajar para enfrentar la Covid-19, así como para disminuir las brechas discriminatorias es una tarea urgente y necesaria, transitando ese camino que aún nos resta por andar, en donde la inclusión de todos se convierta en el imperativo moral y legal, especialmente en este momento de urgencia económica y social. Requerimos participar en la reconstrucción de un tejido comunitario en el que todos quepamos, no exijamos solamente al gobierno su reconstrucción, es una tarea que nos corresponde a todos.  

En ese entretejido, hay que gestionar la construcción de puentes que permitan que las decisiones de política pública sean acordes a las necesidades sociales, especialmente de quienes menos tienen. En este momento en el que prevalece la lucha legítima en contra de los nuevos rostros del racismo aquí, en un ambiente permeado por la polarización, dentro de un vaivén de declaraciones, de desafíos, de posicionamientos de todo tipo, pongamos las cosas en perspectiva y a partir de eso actuemos. Tenemos que encontrar la mejor manera de construir esos puentes, entretejiendo lo necesario ante la esperanza de un futuro mejor para nosotros, nuestros hijos y nietos. 

Referencias: 

Solís, P. (2017) “Discriminación estructural y desigualdad social”. Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación. CONAPRED, Cepal.  

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María Teresa Galicia Cordero

Doctora en Educación. Consultora internacional en proyectos formativos, investigadora social, formadora de docentes e impulsora permanente de procesos de construcción de ciudadanía con organizaciones sociales. Diseñadora y asesora de cursos, talleres y diplomados presenciales y en línea. Articulista en diferentes medios.